El buen trato en casa y una vida sin violencia son algunos mensajes incluidos en las letras de las ‘Chiquicoplas’, una versión de las tradicionales coplas...
Para aquel que aún no comprenda cómo nos afectan las malas decisiones electorales, le sugiero que agarre un periódico o se conecte a cualquier red social. Por más desconectado de la realidad que esté un ciudadano, es imposible que no sepa de los estragos que el clima adverso ha causado en nuestro país, y en el mundo. ¿Qué tiene que ver la lluvia excesiva con los malos gobernantes? Por décadas, hemos sido víctimas de malos administradores que, por incapacidad, ignorancia o simple falta de valores, han optado por enriquecerse a costa de la nación, en vez de invertir en el país.
Décadas de infraestructuras, recalcando en el “infra”, ya que se quedaron pequeñas, que no crecieron de la mano de la población pues en vez de hacer un puente necesario, acá se lo robaban, nos revientan en la cara o en los pies, como guste. Décadas de no hacer alcantarillados y drenajes pluviales que hoy se pagan con los desbordamientos e inundaciones que vemos. Décadas de no hacer caminos y carreteras con un diseño idóneo, colocando drenajes y cunetas donde se necesiten, y respetando calidades de materiales y pendientes para rodaduras, y que hoy sufrimos al ver obras cuyas vidas útiles se resumen en días, no en años. Escuché a un miembro de una comunidad afectada crónicamente por un río decir que saben cuál es la solución para el problema desde hace más de 40 años, pero que han pasado 4 décadas hablando con gobernantes, pero nunca hubo el interés o la voluntad de resolver el asunto. Mientras tanto, ellos siguen pagando.
La población crece. Los asentamientos humanos se expanden. Pero el país no es solamente la capital. El país somos todos. Mientras en la capital gozan de las mejoras del desarrollo, con avenidas y Metro, el resto del país sigue teniendo caminos de tierra, que hoy son lodazales. Pero, todos pagamos impuestos. Entonces, ¿por qué no todos vemos los beneficios por igual?
Y volvemos al inicio. Malas decisiones electorales producen malos gobernantes. Y a los malos gobernantes lo último que les importa es el país y su gente. Mientras acá es prioridad negociar laptops para estudiantes, las escuelas a las que estos estudiantes asisten no tienen agua potable ni electricidad, mucho menos cable o internet. Y las casas donde residen estos estudiantes tampoco cuentan con agua potable o alcantarillados, y tienen que caminar descalzos porque los caminos de tierra son ahora ríos de lodo, o si tuvieron la suerte de poder trasladarse a un área pavimentada, arriesgan la vida porque no hay aceras. Acá “de todas maneras la calavera es ñata”.
Los milímetros de agua seguirán acumulándose en cada metro cuadrado de nuestro suelo nacional hasta saturarlo en las temporadas de lluvia, generando escorrentías que afectarán el suelo y las estructuras con las que se encuentren a su paso que, por gravedad, los enrumba a los puntos más bajos. Eso no va a cambiar a menos que se planifiquen estrategias y obras civiles para facilitar el flujo de todo el exceso de precipitación, sacándolo de las áreas urbanas y guiándolo al cuerpo de agua más cercano, previo tratamiento para evitar contaminar el agua que nosotros mismos bebemos. De paso, se puede también aprovechar el excedente de la precipitación, generando reservas para la época seca, y ¿por qué no?, aprovechando las energías cinéticas y potenciales de las corrientes generadas para producir energía hidráulica.
Pero esto no lo puede hacer un burócrata. No lo hacen los políticos tampoco. Eso lo hacen los profesionales idóneos que aún mantengan sus prioridades claras. Y es que, para criticar el pelo en el ojo ajeno, tenemos que ver la viga en el propio. Muchos profesionales idóneos pierden el norte una vez los nombran en el sector público. Y hablo con conocimiento de causa. Muchos pomposos profesionales que han estado en las oficinas donde se deben tomar las decisiones para construir un país, pero construirlo bien, y en vez de hacer aquello que por obligación deberían, son seducidos por el néctar del poder y terminan doblegándose ante políticos, dejando su responsabilidad para con la ciudadanía fuera de sus prioridades. Vergüenza y ética son dos cosas que no poseen esos colegas. Y vengan como quieran. Mientras las autoridades sigan delegando en funcionarios y burócratas las responsabilidades que sólo se pueden atender con idóneos comprobados, recibirán un pliego mal hecho en vez de un anteproyecto. Recibirán un acuerdo a la medida para una empresa corrupta, pero amiga, en vez de un proyecto. Y recibirán presupuestos para planilla, en vez de presupuestos para inversión. Del otro lado, cuando las autoridades delegan las obras más importantes y necesarias para la población en manos de políticos e incompetentes, en vez de en manos capaces, el pueblo recibe excusas y más impuestos. El pueblo recibe los mensajes de “hay que apretarse el cinturón”, o “tengan paciencia mientras les entregamos el estadio, o el intercambiador” con años de atraso. El ciudadano capaz debe involucrarse para aportar lo bueno que tiene. No más botellas ni compadrazgos para malograr proyectos. Buenos profesionales y buenas empresas, no morosos ni corruptos para avanzar. ¡Dios nos guíe!