• 03/03/2025 12:35

Cuando el cobre mata al cacao, la colonialidad se profundiza

La zona agraria de los distritos de Donoso y Omar Torrijos [...] tienen características agroecológicas altamente acogedoras para el florecimiento del cacao fino, de la más alta calidad

El gobierno actual, en la vocería de su propio presidente, ha dado las pistas indiscutibles de caminar hacia la apertura de la actividad minera metálica en las áreas boscosas del occidente de la provincia de Colón y norte de Coclé.

En forma reiterada, el señor presidente se ha estado haciendo eco de la idea de que sin la minera de Donoso, morimos, con la minera, adquirimos vida, con lo cual se contrapone a lo que la realidad científica socio ambiental ha demostrado, esto es, que es al revés. En sus propias palabras, don José Raúl Mulino, afirmo días atrás que: “gran parte de lo que estamos sufriendo en Panamá es la ausencia de esa fuente de empleo y de esa generación de riqueza que proveía la mina” (Conferencia de prensa, 27/02/2025).

O sea... o sea que, a este equipo gubernamental, que ya marcó ser parte interesada de los empresarios promineros locales e internacionales, ¿no les da la cabeza para fomentar actividades de gruesa inversión, suficiente para enrumbar a esa región del Caribe en la ruta del desarrollo con equidad socioeconómica y sin destruir nuestra biodiversidad? A este encajonamiento del razonamiento, el gigante de la filosofía política latinoamericana, Enrique Dusell, le denominaba “la colonialidad del saber”.

La respuesta es, como diría el evangelio, donde está tu dinero, allí está tu corazón y agrego... y tu mente. Una vez posicionados en el interés de una actividad donde aspiran a extraer el máximo de ganancia posible, los grandes capitales corporativos, y migajas, los agentes promineros locales, no hay manera que admitan otra cosa, ni siquiera en aras del bien común. Es así como el ímpetu por el cobre de las autoridades del gobierno de Cortizo y del actual (¿de verdad que son diferentes?) han decapitado otras clases de acicates del desarrollo, como por ejemplo, el cacao fino de exportación para la elaboración de chocolates que muchos nos comemos.

La zona agraria de los distritos de Donoso y Omar Torrijos al occidente de la provincia de Colón tienen características agroecológicas altamente acogedoras para el florecimiento del cacao fino, de la más alta calidad. Pero a su vez, esta es la zona contigua reservada para la destrucción minera, que el presidente percibió como “impresionante” (Op.cit).

Dichos rasgos agroecológicos dieron como resultado la llegada a Panamá de una empresa con interés en compartir toda su experiencia tecnológica en el cultivo, procesamiento industrial y comercialización de esta especie originaria de la zona amazónica en nuestro continente. Surtidora de grandes firmas de elaboración de chocolates a nivel mundial como Hershey, pondría a laborar al menos 3.000 panameños que en la zona no se darían abasto. No solamente esto, también requerirían de un par de miles de proveedores de este fruto bajo tecnología orgánica agroforestal, que serían los propios campesinos de toda esa región y a los cuales se les adiestraría en el manejo de esta tecnología de punta.

Sin duda, este tipo de inversiones, se diferencia de proyectos que desplazan a los campesinos de las tierras que han cultivado por generaciones, con la promesa usualmente incumplida de mejores condiciones a las que poseen o como la minera que están revitalizando, cuyos más de 900 moradores que quedaron dentro del área concedida a esta corporación, fueron impedidos de explotar sus propios predios de los que dependían desde mucho tiempo atrás.

Esta realidad no la presentan los ilusionistas promineros, más bien, presentan a proveedores “devastados” por el cierre de la mina. Se soslaya, que quien hace negocios con un agente económico que opera ilegalmente, simplemente debe asumir las consecuencias cuando este agente o empresa es detenida en su actividad, como ocurrió con el fallo de la corte del 2023.

Así, las negativas con cientos de excusas de los personeros de las instituciones gubernamentales para que empresas como la de Cacao no se instalen en Panamá, asestándole un golpe mortal, solo reveló que el ímpetu del cobre es de muerte, al matar al cacao que fomentaba desarrollo con equidad. A su vez, esta política demuestra que el esquema de sometimiento colonial a las corporaciones depredadoras de nuestros bienes naturales se sigue profundizando por quienes nos han gobernado desde 1990.

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