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De la historia de nuestros pueblos: el origen del rey naso
- 24/01/2021 00:00
- 24/01/2021 00:00
Hace poco escuché que en el área del río Teribe los nasos denunciaron la invasión de sus tierras, las que actualmente están pendientes de una decisión por parte de la Corte Suprema de Justicia con el estatus de comarca. El presidente Varela se deshizo del problema de tomar una decisión histórica, engavetándola en la Corte Suprema de Justicia.
En medio de la pandemia, las invasiones de tierra se han convertido en una estrategia aprovechada por campesinos y otros grupos para disputarles tierras a los indígenas, como ocurre en la región guna de Madugandi (desde hace tiempo), y de Wargandi. En el caso naso, el denunciante fue el rey naso. Al escuchar esto, gente vinculada a las redes hizo mofa de los nasos, preguntándose, ¿quiénes son estos indios para pretender tener un rey?
Para la comunidad nacional, no indígena, la existencia de un rey y un reinado presupone un motivo de chiste, una charada que hace suponer de los nasos una condición rayana en la ridiculez. En apariencia cierto, la figura del rey entre los nasos debe ser explicada como un hecho histórico, al igual que otros aspectos de su historia.
La sorpresa de la gente deriva de la extrañeza o incongruencia de una figura en un contexto democrático que hace tiempo eliminó este vestigio del mundo europeo, donde todavía subsiste como elemento simbólico de la unidad del pasado con el presente. Hay que recordar que también hubo reyes en América, como en Brasil, cuando la familia reinante en Portugal ante la invasión napoleónica se trasladó a Brasil para continuar la existencia de la estructura de poder. O los intentos de Iturbide, en México, proclamado emperador, cuando, después de la independencia, intentó mantener los privilegios coloniales de su clase basado en la vieja estructura de poder europea.
El caso de los nasos es un ejemplo más modesto y diferente del uso del término rey. Sus antecedentes se encuentran en la región norte de Nicaragua, territorio miskito, grupo que para el siglo XVIII ya se había mestizado con negros escapados de un naufragio y que se convirtió en un instrumento de los ingleses para combatir a los españoles en Centroamérica.
Los ingleses introdujeron los títulos de capitanes y rey en la región en un grupo que tal vez no tenía una estructura política definida pero que, aprovechando su declarada enemistad hacia los españoles, era conveniente generar una estructura que fuera afín a su propio sistema de relaciones de poder. Igual hicieron los españoles entre los indígenas de Panamá. Pero entre los nasos, el tema requiere mayor análisis histórico.
Los miskitos atacaban los poblados del istmo de Panamá situados en el Pacífico, muchas veces apoyados por los ingleses. Es posible que su radio de acción llegara hasta la zona del río Indio, aunque en la historia oral guna se dice de incursiones miskitas derrotadas por ellos.
En el Caribe panameño se localiza el llamado golfo de los Mosquitos, con la famosa isla de Escudo de Veraguas, llamada Dego por los ngäbes. La denominación mosquito es equivocada. No alude a la presencia abrumadora de estos insectos, sino del grupo miskito que se establecía en la región en las temporadas de caza de tortugas, uno de sus principales productos de consumo e intercambio. Los miskitos se establecían en campamentos desde los cuales incursionaban hasta la vertiente del Pacífico, atacando pueblos como Alanje, Ola, Penonomé, etc. La historia oral de estas incursiones casi se ha perdido y solo contamos con lo que los historiadores autodidactas de antes de 1950 recogieron o leyeron en las crónicas coloniales.
En sus ataques, los miskitos tomaban prisioneros entre otros grupos indígenas para venderlos como esclavos a los ingleses de Jamaica. Esta depredación obligó a los ingleses a tratar de controlar la práctica porque les granjeaba más enemigos que amigos. Entre las víctimas estuvieron también los bribris, los nasos y los ngäbes, los dos primeros situados a ambos lados de la actual frontera Panamá-Costa Rica.
Orlando Roberts, comerciante inglés con base en Jamaica, quien recorría las costas entre San Blas y la moskitia nicaragüense, afirma que los miskitos impusieron entre los nasos y los bribris un estatus de tributarios. Su ruta comercial alrededor de 1815 lo llevó a estacionarse entre los gunas, los ngäbes en la cabecera del río Cricamola, entre los nasos y finalmente entre los miskitos, donde permaneció mucho más tiempo, pues todavía había una fuerte influencia inglesa en la zona.
Alrededor de 1780 los ingleses fueron obligados a abandonar la costa de Nicaragua mediante un acuerdo entre España e Inglaterra. Pero un grupo de familias inglesas se estableció en la isla de Colón, cuando el hijo de Enrique Hodgson, fundador de la factoría, reclamó derechos hispanos por ser hijo de una española.
No es claro cuándo se introducen los títulos de rey entre los nasos y los bribris, pueblos vecinos, pero también contendientes. Es probable que haya sido poco antes de la salida de los ingleses de Nicaragua, y reforzada con su arribo a la isla Colón. El título de rey era hereditario en familias de cada grupo. La familia Santana entre los nasos y la familia Saldaña entre los bribris.
La figura del rey entre los bribris desapareció en el siglo XX, pero subsistió entre los nasos, adquiriendo notoriedad después que la Dra. Reina Torres de Araúz hiciera su trabajo de rescate etnográfico en 1962, expedición en la que participé como estudiante. En Bocas del Toro la existencia de los nasos o teribes era conocida, pero no lo era para la etnografía panameña de entonces.
Los nasos tienen una larga historia de lucha contra el colonialismo español. En el siglo XVIII una parte de ellos fueron llevados por los españoles al área del río Térraba, en el sur de Costa Rica, territorio de los bruncas o borucas, grupo ya colonizado. El territorio ocupado por los nasos era mucho mayor del que poseen actualmente, incluyendo parte, sino toda, la zona ocupada por las plantaciones de banano de Changuinola, en el área del río San San Durui, de manera que sus reclamos de territorio, aun dentro del contexto del Estado nacional, es congruente con los derechos históricos. Y los reyes nasos han liderado ese proceso, el cual no ha sido necesariamente lineal.
El autor es antropólogo y docente universitario.
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