La falta de acceso a agua potable constante y de calidad es un problema que el país arrastra por décadas. No hay justificación para esta desatención sobre un derecho vital y universal para la población. Aún peor, cuando el propio presidente de la República reconoció irregularidades en la distribución de agua con camiones cisterna, un viejo mal vinculado al uso politiquero del agua. Es vergonzoso e intolerable que, en país con las riquezas de Panamá, todavía se tengan que abrir pozos por el fracaso del Estado para ofrecer acueductos dignos. ¿Cuál es la estrategia nacional para garantizar el acceso al agua? Sobre todo ante los efectos del cambio climático y la reducción de las fuentes hídricas. Si queremos evitar más protestas y descontento social, hay que sanear el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales, eliminar la dualidad de funciones con otras entidades y establecer una política nacional de agua con resultados verificables.

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