Exclusiva: Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas: ‘México, Colombia y Brasil están a tiempo de remediar su postura’

Antonio Ledezma (San Juan de los Morros, 63 años), que fue alcalde metropolitano de Caracas hasta 2015, aseguró ayer en Panamá que Edmundo González Urrutia tomará posesión en tres días: “No tenemos como opción rendirnos”, expresó.

Ayer, 6 de enero de 2025, alrededor de la 1:30 p.m., el líder opositor tuvo un encuentro con el actual alcalde de Panamá, Mayer Mizrachi. La reunión tenía una misión: “invitar a Mizrachi a la precesión que el pueblo panameño le dará al presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, quien está cumpliendo la gira ‘Camino por la Libertad’ que se inició en Buenos Aires [4 de enero] y vendrá a Panamá para seguir su ruta a la recuperación definitiva de la libertad de Venezuela”, explicó.

Ledezma vestía un traje negro, camisa azul y corbata morada con puntos blancos, pero hubo otro aspecto en su atuendo que habló más de su presentación: en el cuello izquierdo de su saco colgaba una bandera tricolor, la de Venezuela. Quizá aquel broche le recuerda a su infancia, a su carrera política o a la tierra que tuvo que abandonar. Le recuerda que su lucha por recuperar la democracia “es inclaudicable”.

En una entrevista exclusiva con La Estrella de Panamá, habla de su visita y los pasos que pretende dar la oposición. Pide apoyo a México, Colombia y Brasil, naciones que enviarán representantes a Caracas para la toma de posesión que organiza el régimen de Nicolás Maduro.

Lo que puedo decirle medularmente es que viene el presidente electo de Venezuela, quien será recibido por el presidente Mulino y sostendrá un encuentro con el canciller y otras personalidades. Nosotros somos simplemente visitantes. He venido a hacer una pregira y he querido sostener este encuentro con mi colega alcalde, a quien le hemos extendido una invitación para que nos acompañe en uno de los actos que está previsto para escuchar la palabra del presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia.

Esperamos la presencia de un pueblo, no solamente en las calles de Venezuela, sino en todo el mundo. Lo que nosotros estamos abordando para este 9 de enero es una procesión de fe en cada uno de los pueblos de Venezuela que reivindique el clamoroso y contundente resultado que se produjo el pasado 28 de julio.

Luchar como lo venimos haciendo sin claudicar. Siempre sacamos fuerzas del alma para sobreponernos en todas estas coyunturas en las que tropezamos con obstáculos, sobre todo con esa represión que ha desarrollado el régimen de Nicolás Maduro. A Maduro lo que le queda es el garrote, la brutalidad del hostigamiento con el que apresa a menores de edad. Es la conducta sanguinaria de alguien que ni siquiera disimula las órdenes para torturar a ciudadanos que son privados de su libertad simplemente porque diserten de él. Se trata del 90 % de los venezolanos que están reclamando un cambio profundo.

Nosotros no tenemos una visión abismal. En el pasado reciente eran muchas personas que pronosticaban desenlaces fatales, como cuando decían que el pueblo de Venezuela iba a rendirse. Los venezolanos despertaron como un tornado que se puso en evidencia el pasado 28 de julio cuando cerca de ocho millones de personas votaron por Edmundo González.
Los fatalistas creyeron que Maduro iba a impedir que se realizaran las elecciones primarias el pasado 22 de octubre de 2023 y, aun así, se hicieron. María Corina Machado obtuvo más del 93 % de los votos [...] La gente se movilizó en medio del caos, porque en Venezuela la gente sobrelleva una tragedia humana [...] Este es un pueblo que desafía las amenazas de Maduro y que vence al miedo o lo convierte en un sentimiento útil para luchar.

Es totalmente absurdo que Maduro esté dictando orden de arresto. Es como si el Chapo Guzmán ordenara arrestar al policía que descubrió su cartel. Maduro tiene que entender que perdió, que es repudiado y que tiene la oportunidad de aprovechar lo que más le conviene: un plan de transición ordenada que siguen proponiendo Edmundo González y María Corina Machado.

No tenemos como opción rendirnos.

El que ha venido cumpliendo el presidente José Raúl Mulino, no solo para Venezuela, sino para América Latina. El mandatario panameño revalida el contenido de la carta democrática. No es que esté con la oposición, y lo ha dicho muy claro, él que está con los valores y principios de la democracia en cualquier lugar del mundo. Eso se lo agradecemos los venezolanos.

Porque son fenómenos políticos de distinta naturaleza. Cuando Guaidó asumió la presidencia interinamente, lo hizo con base en el artículo 233 que indica que al haber un vacío de poder, el presidente de la Asamblea Nacional está llamado a llenar o cubrir esa vacante. Eso fue lo que ocurrió en enero de 2019, porque Maduro no tenía legitimidad de origen y había sido responsable de un gigantesco fraude cometido en mayo de 2018. Por eso, Guaidó se apoyó en un centenar de diputados que lo designaron como presidente interino con base en la Constitución Nacional.
A diferencia de Maduro, Edmundo González tiene legitimidad de origen porque fue designado presidente en las elecciones del pasado 28 de julio y se apoya en las actas. El artículo quinto de nuestra carta magna indica que la soberanía reside en el pueblo que la pone de manifiesto mediante el sufragio. Lo que hicieron los venezolanos el pasado 28 de julio fue votar a favor de Edmundo González y esa es la gran diferencia de estas dos circunstancias.

Es una contradicción y están a tiempo de remediar. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva conoce muy bien cuál es la caracterización del régimen de Venezuela, porque el régimen llegó a decir que Lula era agente de la CIA y que incluso había simulado un accidente casero para evitar el ingreso de Venezuela a los Brics. Si eso lo hacen con quien supuestamente es amigo, imagínese que le espera a cualquiera de los que somos disidentes de ese régimen.

Desde hace cinco meses los presidentes Gustavo Petro y Lula han pedido que se presenten las actas y esto no se ha realizado porque Maduro sabe que aquellos documentos contienen su defunción electoral. Maduro no perdió por uno o dos puntos, sino una paliza que le dio Edmundo González.

Es más, en todos los centros de votación instalados en los cuarteles donde votan los militares, ganó el presidente electo. A Maduro lo que le queda es la élite militar, y aunque estos países envíen al personal de menor rango, al respaldarlo están propiciando un golpe de Estado.

Los presidentes Lula y Petro saben que al enquistarse Maduro en el poder, así sea por unos meses, agudizará la crisis migratoria y serán más personas las que traten de huir de Venezuela hacia Brasil, Colombia y al infierno de la selva de Darién.

Aquí no habrá frustración, sino ratificación de una voluntad de Dios. La intención de asumir el mandato que dio el pueblo a Edmundo González va a estar vigente hoy, mañana y siempre.

No se negocia la voluntad soberana de los venezolanos, porque ya eso es un dictamen que hay que hacer valer y respetar. Lo que sí está planteado es una transición ordenada que le evite más desgracias a los venezolanos.

Hacer valer la verdad. Hay una noche oscura y pronto saldrá la luz del sol. Muy pronto Venezuela va a colgar un sol resplandeciente en las ventanas de todos sus hogares.