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- 01/12/2021 00:00
Robots en suelo nacional
Son seres inanimados capaces de adquirir la autonomía para realizar acciones de diferente perfil. Si bien se han desarrollado notablemente, durante el siglo XX, su historia data de la antigüedad: cuando en leyendas, historias remotas y literatura religiosa se habló de estos entes que podían adquirir movimiento, involucrarse en la guerra para atemorizar a los enemigos y cumplir tareas diversas.
Los robots han estado en la imaginación de diferentes culturas y estas siempre guardan la percepción de buscar elementos que puedan substituir al hombre en el desarrollo de quehaceres de todo tipo. Su nombre proviene de la novelística; “robota” es una palabra checa que significa servidumbre o trabajo forzado, y el escritor Karel Capek tomó de ella el concepto para su obra R.U.R. / Robots Universales Rossum, en 1920.
Al Jazari, un inventor musulmán que vivió en el siglo XII, se cree que fue el primero en construir máquinas que se movían por medio del agua y ejecutaban labores de cocina. También se dedicó, hacia el final de su vida, a darles formas humanas. El propósito fue construir herramientas similares, que pudieran apoyar a las comunidades, trabajadores y en el hogar con variadas actividades y facilitaran el trabajo a los humanos.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y hacia 1948, se establece la noción de robótica para considerarla como una ciencia de producción y programación de estos implementos mecánicos. A partir de ese momento, hubo interés creciente por crear sofisticados aparatos que pudieran ejecutar acciones, según órdenes previamente establecidas. La industria se interesó en contar con estos sistemas para substituir obreros y acelerar la fabricación.
Lógicamente que la electrónica se convirtió en la base propia para estos procesos y, países más avanzados, buscaron un salto tecnológico. En Panamá no hubo tal transformación en sus actividades industriales, solo algunos esfuerzos por modernizar ciertas prácticas específicas y sin una notable reformulación de procesos de transformación. Por esa razón, resultan singulares cuando se presentan casos concretos con inventos de esa naturaleza.
Hace algunos años, una estudiante veragüense ganó un concurso internacional por elaborar un robot en forma de perro, que realizaba acciones ordenadas por un sistema predeterminado. El can escondía un aparato electrónico que podía ejecutar movimientos y operaciones independientes. Su inventora, Valeria Hernández, tenía once años y cursaba el sexto grado. Junto a su compañero habían concebido este ingenio autómata en sus actividades académicas.
Este simpático robot canino permitió, a su joven autora, asistir a un encuentro internacional en Japón para ganar un reconocimiento. Otros estudiantes han seguido tal ejemplo y logrado, por esfuerzo personal, crear ingeniosos modelos y con ellos participar en ferias y congresos que han dado como consecuencia que Panamá haya sido escogida para un encuentro internacional que, el próximo año, concentrará a jóvenes entusiastas.
Cabe aquí preguntarse si la robótica en Panamá solo será el esfuerzo solitario y la demostración de las potencialidades estudiantiles, que no tendrán un destino en el campo profesional. Esto hace suponer que deben surgir iniciativas estimuladas por los gremios industriales para alcanzar logros y nuevas rutas de actuación en este campo, donde se desenvuelven adolescentes llenos de imaginación y buenas ideas.
Resulta que, ante un desolado escenario en la industria, los futuros inventores locales deben buscar un destino foráneo, en lugar de consolidar el resultado de sus esfuerzos y dedicación a alguna empresa o emprendimiento corporativo que impulse la robótica a escala nacional. En la actualidad, algunos panameños se desenvuelven en otros escenarios por falta de opciones en el mercado interno.
Hay que pensar seriamente en las posibilidades de crear condiciones en las compañías, para lograr la presencia y actividad de estos auxiliares automatizados, y que se puedan crear marcas que brinden un nuevo prestigio a Panamá a escala global. El encuentro, que se realizará el próximo año, puede brindar estas expectativas.