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- 31/12/2025 00:00
Los mismos de siempre
No puede ser posible que, cada cierto tiempo, cuando se necesita tomar decisiones impopulares, pero necesarias para corregir los problemas estructurales de Panamá, ese 1 % del país recurra a las amenazas y al bloqueo para detener el avance.
Usan la propaganda y la narrativa para difundir discursos sin sustento alguno, diseñados únicamente para validar sus posiciones y sus ideas. Recurriendo a la mentira, el miedo y la intimidación, buscan manipular ciertos sectores de la sociedad y evitar así la implementación de cambios indispensables, aunque difíciles.
Estas reformas, necesarias pero incómodas, resultan particularmente inaceptables para ese 1 % que, ideológicamente, ve al Estado como un ente omnipotente que debe controlar todo, incluso la vida de los ciudadanos. Hoy los vemos resistiéndose a un tema clave para el futuro del país: la reforma de la Caja de Seguro Social. Alegan que cualquier cambio empeorará las condiciones de la población y beneficiará únicamente a los “ricos”, una narrativa desgastada y basada en una ideología fracasada que obstaculiza nuestro desarrollo como sociedad e individuos.
El verdadero temor de este grupo no radica en que la gente pierda sus pensiones. Su miedo real es que el Estado pierda la capacidad de intervenir en la vida de las personas, debilitando así su poder de control. Por ello, exigen que no se reforme el sistema o que, de hacerse, se ajuste únicamente a sus términos. Sin embargo, el modelo que proponen, basado en el reparto, ni es sostenible en el tiempo ni es solidario, ya que termina socializando las pérdidas a expensas de las futuras generaciones y obligando a las personas de menor salario a tener que subsidiar a los que tienen salarios más elevados.
Esta estrategia tiene un objetivo claro: permitir que el sistema colapse para luego justificar que el sistema se agotó o fracasó. ¿Le parece conocido ese discurso? Pero, no es casualidad que estos discursos aparezcan justamente en protestar que se tratan temas estructurales.
Hoy, esas mismas voces lanzan amenazas anticipadas y advierten al gobierno y a la ciudadanía que harán lo que sea necesario para evitar lo que llaman “privatización”. Pero ¿privatización de qué? La CSS ya tiene elementos privados: pertenece exclusivamente a los panameños que cotizan en ella, y las cuentas individuales establecidas por la ley actual son, en esencia, propiedad privada.
Aunque ningún sistema es perfecto, el camino que proponen los mismos de siempre nos llevará, a largo plazo, a redistribuir la pobreza, no la riqueza. Pasaremos de tener pensiones de “hambre” a la inexistencia de estas.
No podemos permitir que ese 1 % nos condene a la miseria y la servidumbre. Debemos construir una propuesta que permita a cada panameño elegir el sistema que desea y cómo quiere ser atendido, asumiendo la responsabilidad de sus decisiones.
El futuro no puede ser un sistema impuesto por una minoría cuyos sueños frustrados solo buscan multiplicar la pobreza. Panamá merece un modelo que permita a sus ciudadanos avanzar, crecer y decidir por sí mismos.