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- 25/04/2014 02:00
Hacia un Estado de Derecho efectivo
El próximo domingo, 4 de mayo de 2014, se llevará a efecto la quinta elección nacional —después de restaurada la democracia en Panamá— para escoger al presidente y vicepresidente de la República, los diputados a la Asamblea Nacional, los alcaldes municipales y los representantes de corregimiento en toda la geografía nacional, convocada y organizada por el Tribunal Electoral.
En la primera elección nacional, mayo de 1994, resultó elegido presidente de la República el Dr. Ernesto Pérez Balladares, para el periodo constitucional (1994-1999); en la segunda elección, mayo de 1999, fue elegida la Sra. Mireya Moscoso, primera mujer presidenta de Panamá (1999-2004); en la tercera elección, mayo de 2004, le correspondió al Licdo. Martín Torrijos alzarse con la victoria como presidente (2004-2009); y en la cuarta elección, mayo de 2009, Ricardo Martinelli Berrocal, fue elegido presidente (2009-2014).
El tema del Estado de Derecho ha sido motivo de debates y de amplia discusión en las universidades que funcionan en el país y, sobre todo, en el Foro Nacional y en el seno de organizaciones profesionales, cívicas, culturales y sociales. Se trata, pues, de la organización política del país, con personalidad jurídica independiente en el plano internacional, cuyos límites territoriales vienen determinados por los límites de su soberanía.
Además, en un Estado de Derecho, la única opción válida como sistema de Gobierno es la democracia, por estar basada en la libertad y en la dignidad del hombre, y porque sin democracia no podrá haber desarrollo económico y social en nuestros pueblos, o sea, que ella es vital y esencial para lograrlo. La democratización real y efectiva del país es algo, pues, que tenemos que lograr a breve plazo para que este pueda avanzar por la senda del progreso.
Entre las condiciones generales de estabilidad de un Estado de Derecho se cuentan las siguientes: El Estado de Derecho tiene que luchar permanentemente por su autoridad. La efectividad es una tarea constante. El Estado tiene que estar en condiciones de oponerse ofensivamente con medios espirituales a la puesta en peligro y destrucción del Estado de Derecho. Tiene que defender sus posiciones y no darse por vencido. El Estado de Derecho adquiere autoridad, sobre todo, cumpliendo su tarea de aseguramiento de la paz.
El Estado de Derecho tiene que lograr motivar a todos sus ciudadanos para la disciplina, la energía y la laboriosidad. Para ello es necesaria una autopresentación convincente, una eficaz educación e ilustración ciudadana en el sentido de que la libertad de opinión y la pluralidad no significan anarquía. Los presupuestos del ethos del Estado de Derecho, pueden y tienen que ser creados a través de la enseñanza y la educación. Pero ello no puede lograrse a breve plazo. En última instancia, la disposición y la capacidad de una convicción propia del Estado de Derecho tienen que estar enraizadas en la cultura del pueblo.
A propósito, cultura significa tradición, idioma, historia. Ellas representan el ‘nosotros’ de un pueblo. Tolerancia, libertad de conciencia y religión, respecto de los derechos de los demás, son presupuestos esenciales de la idea de la dignidad del hombre, de la libertad y la igualdad, vale decir, son los núcleos de los derechos fundamentales y con ello el Estado de Derecho.
La enseñanza y la educación pueden servir para el adoctrinamiento de las personas, pero también para la ilustración y autoconciencia crítica, aunque no por ello desleal de los ciudadanos. La política educativa tiene que aspirar, pues a la emancipación —en el verdadero sentido de la palabra— y no debe ser solo política de formación en el sentido de ocultar las necesidades de la sociedad.
El Estado de Derecho requiere un sistema escolar desarrollado, que pueda transmitir conocimientos y capacidad de juicio. El analfabetismo es un enemigo del Estado de Derecho. Por lo tanto, la creación de un sistema escolar de formación general, gratuito, y abierto a todos, tiene importancia vital para el Estado de Derecho.
PEDAGOGO