• 09/04/2022 00:00

Barriga llena, o cerro Patacón interno

“Los mamíferos herbívoros nos señalan una ruta saludable al extraer proteínas, azúcar y grasas de las células vegetales”

El señor Mon Dongo, alias “Chatarra”, acostumbraba comer hamburguesas jumbos con tocino, triple queso, mayonesa, kétchup, papas fritas y gaseosa. Lo cierto es, una dieta carente de nutrientes acelera la descomposición del sistema inmune. Luego, surgen enfermedades crónicas, citas hospitalarias y recetas para suprimir dolencias.

Se ha comprobado que las carnes procesadas -tocino, salchichas, salami y carnes rojas - son agentes carcinógenos [OMS 2015]. Es más, las comidas rápidas han aumentado el cáncer de colon en adultos jóvenes. Por lo tanto, deberíamos adoptar la siguiente regla: “come tu comida como si fuera tu medicina o terminarás tomando tu medicina como si fuera tu comida”.

Las primeras comidas instantáneas o mecanizadas giraban en torno a las campañas militares. En 1929 aparecen dibujos animados de “Popeye el Marinero”, fortalecido al tragar espinacas enlatadas. Existen evidencias sobre sabores artificiales, conservantes y colorantes en alimentos que podrían estar contribuyendo al deterioro de la memoria. Aún cuando el síntoma del mal de Alzheimer se identificó en 1906, todavía era desconocido durante los años 1940.

Por otro lado, la leche de fórmula infantil (13 % azúcar) degrada el valor de la lactancia materna. Según una investigación de la Universidad de Stanford, “el azúcar es ocho veces más adictivo que la cocaína”. Los paladares atraídos a las gaseosas, comidas azucaradas y bebidas alcohólicas se tornan susceptibles a riesgos de diabetes tipo 2, cardiopatías, hipertensión, obesidad y demencia.

Los mamíferos herbívoros nos señalan una ruta saludable al extraer proteínas, azúcar y grasas de las células vegetales. Los elefantes, caballos, jirafas, gorilas, etc. son fuertes y relativamente más pacíficos que los mamíferos depredadores (incluyendo los humanos). La industrialización de animales inicia con mataderos de cerdos, seguido por vacas, aves… y mañana, un sancocho de gallinazo no sorprendería; ni la exótica sopa de murciélagos (Wuhan, China).

Argentina tiene la segunda tasa de consumo de carne bovina más alta del mundo, mientras que en India las vacas todavía son sagradas. Mohammad Akhlaq, acusado de comer un suculento bistec picado, fue despertado por una turba de aldeanos hindúes; fue arrastrado de la cama a puños y patadas hasta morir. Akhlaq era musulmán. No comía puerco ni para salvar su vida. “Dime lo que comes y te diré lo que eres”, escribió Brillat-Savarin, autor de “La fisiología del gusto”.

La industria farmacéutica inicia en el siglo XIX. Actualmente, algunos escépticos están denunciando una “farmafia”. Airfinity, quien proporciona inteligencia y análisis de salud global, pronostica que las ventas de vacunas Pfizer alcanzarán los $54.5 billones en 2022, y las de Moderna llegarán a los $38.7 billones.

En dos años de coronavirus, la OMS no recomendó alternativas naturales (las hierbas son curación de las naciones) frente a la enfermedad infecciosa. El semanario de negocios Bloomberg declaró que las vacunas eran máquinas de ganancias para los fabricantes de medicamentos. Más aún, la prestigiosa revista de negocios Forbes (enero 21, 2022) tituló un estudio de la siguiente manera: “El compuesto de cannabis CBD podría potencialmente prevenir y combatir el COVID-19”.

¿Terminó la guerra en contra de lo que Celia Cruz llamó yerba santa?, ¿y contra aquellos que encendieron su espiritualidad con “Panama-Red”, en el Marañon, El Chorrillo y Bamboo Lane de Colón? Muchos sufrieron tras las rejas en la paradisiaca isla de Coiba, victimizados por políticas represivas importadas desde los EE. UU. Hace 25 años, Newt Gingrich, congresista y exmarihuanero, propuso una “Ley de Pena de Muerte” por posesión del cannabis.

A partir de 1930, Harry J. Anslinger y su Oficina Federal de Narcóticos incitaron el odio racial, criminalizaron el uso del cannabis, e instituyeron el complejo industrial carcelario. Muchos años antes, sir William Pitt nos advirtió que, “hay algo más grande tras el trono que el mismo rey”. Puesto que Anslinger estuvo bajo control del oligarca William Randolph Hearst, con el propósito de incendiar la opinión pública. El malvado Zar de las drogas sostenía que la “música satánica, jazz y swing son el resultado del consumo de marihuana”.

Con el cannabis declarado ilegal, Hearst garantizaba ganancias de su inversión en bosques para fábricas de papel, utilizadas en la cadena de periódicos más grande de los EE. UU. Oculta quedaría la verdad: el papel extraído de la pulpa de cáñamo era superior a la madera. Paul Stanford, director de la Fundación de Cáñamo y Cannabis, con razón confirma que el cannabis “produce más combustible, fibra, alimentos y medicinas que cualquier otra planta”.

El envenenamiento por dietilenglicol (Panamá 2006), tras el consumo de medicinas adulteradas, debió ser un reloj de alarma. Despierta, mi bien, despierta. Hoy es tarde. Frente a los “desabastecimientos críticos”, ¿por qué no priorizamos los estudios universitarios de ingeniería en medicamentos y alimentos orgánicos?

Ojo con las carreras obsoletas. En esta economía de servicios, muchos profesionales terminan “ganando” migajas del pan nuestro de cada día.

Filósofo y escritor.

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