El ímpetu de Bayano

Actualizado
  • 10/03/2022 08:00
Creado
  • 10/03/2022 08:00
El ácido húmico, las piedras calizas y el espíritu del líder Bayano, abrieron paso a la cueva de Pueblo Nuevo
Amanecer en el Lago Bayano, ubicado en el distrito de Chepo.

La aurora abraza al puerto de Bayano. El desembarcadero está cubierto por botes pesqueros atiborrados de tilapias. Desde la proa de su barco, Elíseo Morales conversa con el guía turístico Dimas Núñez.

“Una parte del pescado es vendido para el consumo local, otra parte, al chino; otra, a una procesadora de un súpermercado”, explica Morales, quien vive en Pueblo Nuevo, una de las comunidades que vive de la industria pesquera desde hace 25 años.

Entrada a la cueva de Pueblo Nuevo.

Los efectos de la cuenca hidrográfica del lago Bayano, construida en 1976, permitieron la constitución de nuevos poblados como Pueblo Nuevo, cuyos 200 habitantes dependen de la pesca o el turismo, como Dimas Núñez, quien tiene una década realizando giras dentro de los atractivos del embalse.

El ímpetu de Bayano, líder negro –clave en la emancipación de su raza durante la época de la colonia española en Panamá– y por quien se bautizó el embalse, trasmutó en el Seco, cuya fuerza moldea las famosas cuevas del Bayano.

La piscina natural se encuentra al final de la cueva.

“El material orgánico del suelo de la montaña desprende un ácido húmico que, al caer, el agua se filtra al subsuelo, choca con la piedra caliza, que es sal, y disuelve la roca... al pasar el río dentro de la cueva lo va labrando más”, explica el biólogo Jorge Luis Pino a La Estrella de Panamá.

Dimas sale de su casa apostada en la periferia de las grutas con el equipo de seguridad obligatorio que se debe utilizar para explorarlas: casco con linterna, chaleco flotador y un palo de madera que sirve de apoyo para caminar dentro del terreno pedregoso.

Se puede beber el agua del 'Hoyo Milagroso'.

“El guía siempre debe ir adelante del turista para que así él sepa dónde debe pisar”, remarca Dimas, cuando sus zapatos son cubiertos por el agua a pocos metros de haber iniciado el trayecto dentro de la primera cueva bautizada como la cueva de Pueblo Nuevo.

Las piedras son conocidas por Dimas; él camina con soltura en medio de las rocas limosas, y a medida que avanza, el agua lo va cubriendo hasta antes de llegar a 'El Altar', una peña alta que se desprende de la pared interna de la caverna con el suficiente espacio para desarrollar algún rito religioso por una decena de peregrinos.

El guía turístico Dimas Núñez

Lo místico caló en las cuevas de Pueblo Nuevo, ya que 'El Altar', no es el único espacio con una terminología religiosa; el 'Hoyo Milagroso' calma la sed de los transeúntes con agua filtrada desde la montaña por medio de una estalactita y una estalagmita.

“Las estalactitas crecen colgando del techo, de arriba hacia abajo, mientras que las estalagmitas crecen en el suelo de abajo hacia arriba”, indicó Pino, quien también es docente de la Universidad Autónoma de Chiriquí.

El ímpetu de Bayano

El biólogo agregó que “en algunos casos simplemente si la lluvia arrastra componentes más ácidos, entonces no se forma el cono y se puede formar eso que usted ve allí, que es una tacita en donde la gota cae cuando se derrama”, haciendo referencia al bebedero de los turistas.

Pescadores cosechan tilapias en el puerto Bayano.

La translucidez de aquella fuente es idéntica a la de la piscina natural que aguarda al final de los dos kilómetros recorridos por la cueva de Pueblo Nuevo. Dimas Núnez se sienta al costado de aquel circuito acuático preñado de verde, poniendo fin al recorrido por las aguas que absorbieron el espíritu de Bayano.

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