El 10 de noviembre es orgullo nacional, es futuro, es un clamor con bríos. Es el día que Panamá celebra el Primer Grito de Independencia, dado en 1821, en la hermosa Villa de Los Santos, un lugar que se convirtió en el escenario de un movimiento de insurrección contra la corona española. Desde aquel entonces, el panameño no ha parado de alzar su voz, tristemente muchas veces por frustración, enojo y rabia. Y es que cómo no gritar en un país donde vemos a diario que la injusticia impera, que la corrupción triunfa y que la desigualdad aumenta. Cómo no gritar cuando muchos de los tomadores de decisiones se han enriquecido con recursos del Estado y el popular “¿qué hay pa’ mí?” ha penetrado en la sociedad. Sin embargo, es propicio reconocer -en este día- a todos aquellos compatriotas que dan su máximo esfuerzo para alcanzar el bienestar del país, aquellos que con coraje, determinación y honestidad demuestran que hacen lo que les corresponde sin excusas. Que la emoción, el patriotismo y los gritos de alegría de estos días de noviembre sean el motor para seguir construyendo. Que los hitos y hazañas de la historia nos recuerden que sí podemos. Que lo conquistado en el pasado siga siendo el cimiento de un Panamá próspero, equitativo y libre.

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