• 14/02/2025 11:49

Trump y la guerra económica contra Panamá

En el pasado reciente hemos sido objeto de operaciones de guerra económica que, como siempre, no hemos sabido enfrentar. Se entiende por guerra económica la estrategia utilizada con el objetivo de debilitar o desestabilizar la economía de otros Estados, con fines de dominación o de crear dependencia. La característica de estas operaciones es el de ser silenciosa. Sus víctimas son cuantiosas: desempleados, empresas quebradas y pérdidas económicas.

En este tipo de conflictos, pueden participar las empresas o los Estados. Las maniobras utilizadas caracterizan la competencia desleal, con acciones alejadas de las buenas prácticas comerciales, con fines de desorganización del competidor, desviación de clientela y obtención de cuotas de mercado.

Por su naturaleza, estos conflictos comprenden toda clase de golpes, tales como la creación de listas discriminatorias o medidas de retorsión. Para el profesor Christian Harbulot, de la Escuela de Guerra Económica de París, la guerra económica es la mayor expresión de las relaciones de fuerza de carácter no militar que se materializa de manera indirecta. Este es el caso de la guerra de monedas, compra de deuda soberana, control de rutas comerciales, uso de la tecnología, sanciones económicas y bloqueos, el uso de la diplomacia con fines de desestabilización o de influencia, el desarrollo de redes de apoyo en la sociedad civil y lobbys, la presión psicológica, y el uso de la inteligencia económica, el conocimiento y la comunicación destinada a la creación de una narrativa utilitaria con fines de obtener influencia o control, entre otros mecanismos utilizables.

A estas acciones se les denomina también guerras de quinta generación o híbridas, donde el uso de la tecnología, la información y la comunicación juegan un rol privilegiado, cuyo principal objetivo es la gestión de la percepción, el desarrollo de las narrativas, el manejo de las asimetría y usos ambiguos de la persuasión.

Panamá no ha escapado a esta realidad. Los mal llamados “Panama Papers” o el caso Waked son el resultado de la ejecución meticulosa de operaciones de guerra económica desarrollada contra nuestro país. Con este método se destruyeron a las empresas, al mismo tiempo que sometían al país a un vasallaje, lo obligaban a modificaciones legislativas y destruían la industria de servicios internacionales.

Para lograrlo, incorporaron una narrativa contraria al interés nacional, descalificaron a las sociedades panameñas, se asociaron con actores de la sociedad civil, crearon el llamado Consorcio Internacional de Periodistas, infiltraron a la firma objeto del ataque, robaron su información, atacaron a los ejecutivos y a sus accionistas y divulgaron informaciones con fines dañinos.

Las recientes declaraciones del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reproducidas por el nuevo secretario de Estado, produciendo un eco importante a nivel global, parecieran enmarcarse en una estrategia de guerra económica. Debemos reconocer que hay un sector del pueblo y de los políticos de Estados Unidos que no se han resignado a la “pérdida” del Canal, pero esto por sí solo no explica la situación, ni la generación de una narrativa sobre el incumplimiento de los Tratados del Canal, el supuesto control chino, la victimización de la economía norteamericana por cobro injustificado, elevado y discriminado a sus buques y más recientemente la vinculación de la corrupción en el país con el Canal.

No queda claro cuáles son los objetivos buscados por tal ataque, pero lo cierto es que no podemos tomarlo a la ligera por estar dirigidos contra el principal activo nacional. La justificación geopolítica tampoco es suficiente, siendo el control chino del Canal una falacia, aunque se podría comprender que la presencia china en los puertos del Canal genere riesgos que desconozcamos. No obstante, la falta de transparencia en la prórroga de la concesión a la empresa Panama Ports no contribuye a eliminar las dudas.

En el marco de la guerra económica contra Panamá de 2016, nunca supimos defendernos. En esta ocasión la magnitud es mayor. En este tablero de operaciones, volvemos a jugar con las piezas negras. Eso no quiere decir que irremediablemente debamos perder. Esto significa que deberemos entender las causas del ataque y preparar adecuadamente la respuesta, moviendo adecuadamente nuestras piezas, a fin de defendernos contra este gambito del rey.

Este conflicto se desarrolla principalmente en el tablero de la opinión pública, de las relaciones políticas y diplomáticas. La respuesta ofrecida hasta ahora es positiva, pero insuficiente. Por lo tanto, es necesaria la creación de un think tank especializado, un lobby de alto nivel, la asociación con personajes influyentes en Estados Unidos y el mundo entero, la convocatoria de los embajadores latinoamericanos, la realización de un foro de presidentes latinoamericanos, la publicación en periódicos y medios alrededor del mundo y el desarrollo de una narrativa propia.

Al mismo tiempo, la defensa del interés nacional debe consolidarse con un proceso de legitimación a través de la reestructuración de la política nacional, el combate a la corrupción y la solución de los urgentes problemas del país que pueden generar un clima propicio para operaciones de desestabilización.

*Abogado

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