Este domingo 16 de febrero se efectuó en el boulevard Panamá Pacífico el XXV Festival de Cometas y Panderos, organizado por Aprochipa.
- 21/02/2025 00:00
No estamos solos en el universo
Tenía yo 26 años, había llegado a México en 1971 a los 24, becado por el Centro Mexicano de Escritores, donde escribiría, bajo tutela crítica de los escritores Juan Rulfo y Salvador Elizondo, los 40 cuentos de mi libro más reconocido: Duplicaciones.
Dos años más tarde lo publicaba la editorial Joaquín Mortiz. Cosas de la vida, el libro se da a conocer el mismo año y mes en que me fue dado ver un ovni. Así, realidad y ficción no sólo se me complementan en la escritura, sino antes, en la vida misma: dos caras de una misma moneda. Aquellas dos experiencias -estoy convencido- contribuyeron a hacer de mí un mejor escritor e investigador.
En el prefacio a Top Secret (Cuentos sobre Ovnis) de 2021, expongo buena parte de lo que hasta ese año sabía sobre este fascinante tema. En dicha colección de 18 cuentos, uno en particular recrea la experiencia vivida una madrugada de marzo de 1973 en la playa Mocambo del estado mexicano de Veracruz, sin duda el origen de mi interés por investigar más el asunto. Vi suspendido en el aire, a mediana distancia, una nave plateada sin alas; no emitía sonido alguno. Luego de varios minutos de levitación, súbitamente se mueve hacia la derecha como una exhalación vertiginosa para perderse en el espacio de aquella inolvidable noche... A menudo he dicho que no estaba ebrio, ni drogado, ni tampoco soñaba... Expongo a continuación, una vez más, lo que sé al respecto del tema ovni.
Hay compartimentos muy poco conocidos del Pentágono, la CIA e incluso la NASA, que esconden información sobre contactos extraterrestres de muy larga data. Esto se sabe porque numerosos testimonios han ido saliendo a la luz.
A lo largo de la historia, la presencia de seres provenientes de otros mundos ha sido una constante, fenómeno que forma parte de la vida de no pocos pueblos aborígenes... Pero ha existido siempre resquemor en los militares; acaso miedo a desencadenar el pánico, pese a que miles de personas no sólo han visto ovnis de diverso tipo realizando maniobras asombrosas, y a que otras declaran haber sido “abducidas” por tripulantes no-humanos y objeto de experimentación. Revelaciones estas que afloran bajo posterior hipnosis. Pero igual son intimidadas cuando finalmente revelan lo ocurrido, tildándoseles de paranoicas y sujetas posteriormente a amenazas.
Más que ser uno de los grandes temas consentidos de la ciencia-ficción, a menudo llevada al cine con gran éxito, la existencia de Objetos Voladores No Identificados (ovnis), es un singular fenómeno que aún no ha sido explicado de forma convincente por los principales organismos afines al fenómeno, aunque sean cada vez más numerosos los científicos e investigadores que aseveran que desde hace décadas existe un deliberado ocultamiento.
Sucedió en el célebre incidente de Roswell, en Nuevo México (1947), cuando varios ovnis se estrellaron dejando cuerpos de alienígenas muertos, pero también al menos uno vivo. Tras publicarse la noticia del accidente en un periódico local, el ejército cambió su versión inicial y explicó que se trataba de globos aerostáticos. Pero existen fotos de una curiosa autopsia realizándosele a un cuerpo: pequeño, gris, cabezón, cuatro dedos en cada mano... Años después, una enfermera presente durante la autopsia reveló su autenticidad. Y se confirmó lo ocurrido por testimonio del físico Bob Lazar, contratado por el ejército en 1988 para aplicarle a las naves caídas procesos de ingeniería-reversa, a fin de tratar de copiar sus extraordinarias habilidades de movilidad en la construcción de novedosos aviones; labor realizada en un sitio militar secreto denominado S-4, del Área 51. En entrevista con el periodista George Knapp, Lazar confesaría haber visto 9 naves y participado en reuniones en que se describía la presencia de extraterrestres (grises) en la Tierra desde hace 10.000 años, y que provenían “del sistema binario de estrellas Zeta Reticuli.”
En ese sentido, recomiendo ver en Netflix el documental Bob Lazar: Area 51 & Flying Saucers (2018), dirigido por Jeremy Corbell. Todo parece indicar, según recientes testimonios ante el Congreso, que dichos procedimientos siguen realizándose con éxito con nuevas naves caídas. Al respecto se ha creado una comisión especial en donde sólo declaran personas calificadas: exempleados de confianza del Pentágono, la NASA y la CIA y algunos investigadores independientes.
Me remito también a especialistas como Luis Elizondo, exjefe del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales del Pentágono, en su reciente libro: Imminent: Inside the Pentagon´s Hunt for UFOs (2024). También al Dr. Steven M. Greer, médico traumatólogo norteamericano, fundador de las organizaciones ufológicas: “Centro para el Estudio de inteligencia Extraterrestre” y del ya célebre “The Disclosure Project”, que busca revelar información extraterrestre presuntamente suprimida. En 2017 estrenó su documental Unacknowledged, que muestra cómo el secretismo ha sido implacablemente impuesto. Luego estrenó Close Encounters of the Fifth Kind: Contact has Begun...
Otro investigador es el destacado periodista australiano Ross Coulhart, cuyo libro In Plain Sight: An Investigation into UFOs and Impossible science (2021), me resulta fascinante. Recomiendo sin reserva la lectura de ambos.