• 24/04/2025 23:00

Reflexiones para recordar a Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa (1936-2025), gran escritor universal nacido en Arequipa, Perú, falleció el domingo 13 de abril del presente año en Lima, a los 89 años. Premio Nobel de Literatura 2010, habría de convertirse así en el undécimo autor en lengua española y sexto latinoamericano en obtener tan prestigioso reconocimiento. Fue premiado no sólo por la universalidad y variedad de su obra toda, sino por la excelencia de su novelística.

Miembro prominente y el más joven del llamado boom de la literatura hispanoamericana, junto con el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el mexicano Carlos Fuentes, habría de decir, tras la muerte de Fuentes, que sólo él quedaba como “el último de los mohicanos”. Otros premios importantes que mereció por el conjunto de su obra fueron: el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (1967); el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986) y el Premio Cervantes (1994). En 1994 ingresa a la Real Academia Española de la Lengua y posteriormente a la Academia Francesa, único latinoamericano en merecer tal honor.

Vargas Llosa empieza su vida de escritor con la publicación de su único libro de cuentos Los jefes (1959), por el que mereció el Premio Leopoldo Alas. Alcanza la fama en la década de los sesenta del siglo pasado con novelas de gran calidad como La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) y Conversación en La Catedral (1969). Continúa cultivando prolíficamente varios géneros literarios, además de la novela, tales como el ensayo, el artículo de opinión y el teatro, hasta dos años antes de su muerte. Su última novela, Le dedico mi silencio, se publica en 2023.

Importa anotar que Vargas Llosa fue un acérrimo socialista en su juventud, quien defendió a la Revolución cubana. Pero al estallar el célebre “Caso Padilla” en 1971, rompe con la Revolución (cabe recordar que aunque el poeta Heberto Padilla inicialmente apoyó la revolución, se le encarcela porque en su obra premiada en Cuba Fuera del juego ejerció fuerte crítica al régimen y en la cárcel es obligado a retractarse). Después de su obligada autocrítica, intelectuales prominentes como Vargas Llosa, Cortázar, Susan Sontag, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Octavio Paz y Juan Rulfo se pronunciaron contra el régimen de Castro, y no sería hasta en 1980 cuando a Padilla se le permite salir de su país. De ahí en adelante, Vargas Llosa, al igual que múltiples intelectuales internacionales, habría de condenar la falta de libertades cívicas en Cuba y la represión propia de los regímenes despóticos de cualquier naturaleza, convirtiéndose gradualmente en un intelectual liberal.

Lo conocí al visitarlo en su casa en Barcelona en la década de los setenta para obsequiarle mi recién publicado libro de cuentos Duplicaciones, que en México acababa de publicarse en 1973 en la Editorial Joaquín Mortiz (escrita en once meses durante la duración de una beca internacional del Centro Mexicano de Escritores en 1971, bajo la tutela crítica de dos grandes escritores mexicanos: Juan Rulfo y Salvador Elizondo). Su simpatía y cordialidad me causó gran admiración. Y pasando el tiempo, nos volvimos a saludar en un Congreso Internacional de Escritores en Cali. La última vez que conversamos brevemente fue muchos años más tarde, siempre muy amable y servicial, en Panamá, en la antesala de la Presidencia de la República, poco antes de pasar él a conversar con el entonces presidente Aristides Royo, donde también yo esperaba turno.

Sus novelas Conversación en la catedral (1969); La guerra del fin del mundo (1981) y La fiesta del chivo (2000) son, de entre sus muchísimas obras, mis favoritas por sus punzantes contenidos sociopolíticos enormemente bien tramados, en los que oscila la emoción con la acción y diversos mensajes subliminales, además de por su enorme maestría formal en la escritura misma, entre tantísimas novelas que escribió con gran maestría. Pero también fue un gran ensayista y buena parte de su vida ejerció como articulista en periódicos del Perú y de España, textos que se reproducían en periódicos de muchas partes del mundo.

Como ensayista sobresale, en primerísimo lugar, su libro García Márquez: historia de un deicidio (que había sido su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid en 1971), quizá el análisis más profundo, variado y extenso de todos los que se han escrito sobre la obra del célebre autor colombiano. En varios otros libros de ensayo ejerce también la crítica literaria con profundo conocimiento y singular capacidad de análisis, sobre todo al desmenuzar la obra del gran escritor francés Gustave Flaubert en La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975) y al escudriñar la del uruguayo Juan Carlos Onetti, en El viaje a la ficción: El mundo de Juan Carlos Onetti (2008), por el que mereció el Premio Internacional de Ensayo “Caballero Bonald” de ese mismo año. Asimismo, fue autor de varias obras de teatro.

El conjunto de su obra literaria es un ejemplo a seguir de erudición, tenacidad, disciplina e ingenio creativo sin tacha. El mundo culto que lo sobrevive así lo reconoce. ¡Paz a su tumba!

*El autor es escritor, profesor jubilado, promotor cultural y editor
Lo Nuevo