• 31/12/2025 13:49

Nuevas incertidumbres en el año que se inicia

La nueva administración panameña tiene como reto analizar y crear condiciones efectivas para enfrentar la eventualidad del cumplimiento de las amenazas contenidas en este panorama estratégico anunciado por el futuro presidente electo [Donald Trump]...

La agenda del 2024 se cerró con múltiples circunstancias que parecen tener un destino incierto. La guerra sigue llenando de luto diferentes escenarios, tanto visibles y escandalosos, como lugares remotos que no aparecen en los noticieros. Muchos tableros políticos han modificado la relación de sus fichas, creando nuevas opciones y modelos del quehacer en las esferas del poder y también han aparecido jugadas sorprendentes de último momento.

Una de ellas tiene que ver con el futuro del país, que se debate en varias discusiones que han de modificar los tradicionales enfoques del desarrollo y la economía de la sociedad panameña. En los últimos días y antes de terminar el año que acabó ayer, el nuevo presidente de Estados Unidos, quien debe tomar posesión el 20 de enero, se refirió a Panamá y al principal activo: el Canal de Panamá y las directrices que deberían tomarse en torno a la vía.

Según el nuevo mandatario de esa nación del norte, las tarifas por el paso de las embarcaciones son muy altas y afectan el tránsito de la flota comercial y militar de su país; además, cuestionó la aparente política de los últimos gobiernos de conceder el poder de dominio a China Popular sobre la administración de este complejo marítimo al permitir el establecimiento de puertos en ambos extremos del Canal, tanto en el Pacífico como en el Caribe.

El tono de los cuestionamientos del nuevo presidente estadounidense se ha hecho más crudo, al dejar abierta la posibilidad de utilizar procedimientos de fuerza para hacerse de la administración del Canal de Panamá y sembrar un clima de inquietud con el mensaje de que Estados Unidos puede, durante su mandato, obligar a Panamá a devolver a Estados Unidos el control de la vía, que fuera entregado al país mediante el Tratado Torrijos-Carter.

Las declaraciones de quien ocupará la Casa Blanca desde 2025 crean incertidumbre por el tono en que han sido expuestas y toman por sorpresa a la opinión pública mundial. Un balance sobre sus propuestas, demuestra que el formato de sus propuestas es semejante al de aquellas cuando fue escogido presidente por primera vez.

En tal ocasión, habló de México y la frontera que divide al país; sobre las migraciones; acerca de la invasión que se cernía sobre Estados Unidos por causa de una aparente entrada indiscriminada de individuos de toda clase y otras afirmaciones semejantes. Algunos consideran que se trata de una estrategia para desviar la atención o crear expectativas sobre su actuación política.

En el caso de Panamá, el nuevo presidente de Estados Unidos ha utilizado un discurso como suele acostumbrar: juicios sin una argumentación basada en enunciados lógicos y reales. Además, utiliza datos inciertos que se basan en mentiras, aunque parezcan verosímiles, como es el caso de la influencia china y sus cuestionamientos en cuanto a una mala administración de la ruta.

De todo esto, lo importante es determinar el peso que tendrá con dichos insensatos pronunciamientos lanzados al aire a través de plataformas virtuales y el ambiente que se creará con sus palabras. Por el momento, ya ha tomado decisiones iniciales, como la designación de uno de sus principales aliados de campaña para la posición de nuevo embajador de Estados Unidos en Panamá.

La nueva administración panameña tiene como reto analizar y crear condiciones efectivas para enfrentar la eventualidad del cumplimiento de las amenazas contenidas en este panorama estratégico anunciado por el presidente electo. Una certera política exterior panameña podrá hacer frente a cualquier situación compleja para los fundamentos de la soberanía que tanto costó a la sociedad del país.

De igual forma, es necesario alcanzar una conciencia y consensos nacionales sobre la gravedad de estas amenazas si se convierten en acciones reales. Es oportunidad para fortalecer ahora el espíritu nacionalista que caracterizó al común de los panameños en los siglos XIX y XX.

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