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- 07/01/2017 01:01
Recobremos nuestro espíritu rebelde
En la víspera de Año Nuevo, quise recibir el año 2017 lejos de los bombos y platillos que suelen anunciar su llegada. Pensé ir primero al ‘Causeway', contemplar la belleza de nuestra bahía y, si fuera afortunado, relajarme observando el romance entre la luna y el mar. En realidad no estaba seguro de si la luna saldría a bailar con las olas y así desplegar su esplendor echando al tinaco del olvido las penurias del año muerto o, como un bebé, temiendo los nuevos sonidos extraños, permanecería escondida en los brazos de la Madre Naturaleza. No obstante, como en años de mi juventud, deseaba yo la tranquilidad de estar cerca del mar y disfrutar de la majestuosidad del Creador. Luego le daría gracias por un año más de vida y solicitaría bendiciones para mis seres queridos, colegas, amistades. A la vez, para mis detractores.
Finalmente, levantando mis ojos húmedos a los cielos, fijándolos en el horizonte, emitiría una silenciosa y pequeña plegaria para la trasformación política, económica, cultural y social de nuestra nación; ya que, para mí, si seguimos nuestra presente trayectoria -persecución predatorial de lo material, desprecio a las clases pobres y medias, abuso de nuestras razas y etnias, el ambiente y la concentración del poder económico y político en las manos de las familias adineradas y sus aliados extranjeros; peor aún, la corrupción repugnante que hoy ha logrado penetrar los tejidos del país- nuestro querido Panamá caerá en ruinas o en una revolución. ¡Ampárenos Dios!
En la última mañana del 2016 esa fue mi intención. Lamentablemente, no resultó. Al comunicar mis deseos a mi conductor -ambulo en silla de ruedas- este me respondió: ‘¡Ya no conduzco en la noche! Especialmente en esta temporada'.
Asombrado por su respuesta, solicité una aclaración. ‘Muchos atracos, ladrones y delincuentes, no tenemos protección'.
‘Es indudable que tenemos ladrones pa' rato', respondí, y la criminalidad ha crecido; ‘¡Pero, dejar que eso nos mantenga en casa es absurdo!'. Añadí que habíamos convertido nuestras residencias en cárceles, que los que más devengaban lucro eran los soldadores y herreros. ¡Fue en vano! ¡Cuánto detesto aquella actitud sumisa y servil! -tal vez producto de un reesclavizaje emocional por parte de aquellos quienes desean que perdamos nuestro espíritu de rebeldes, convirtiéndonos en un pueblo sumiso que espera que todo se haga por él.
No me refiero únicamente al hecho de que existen atracadores y ladrones, pues los estudios indican que su existencia es, en parte, resultado de un sistema gubernamental que no considera ni valora las necesidades básicas de TODOS sus ciudadanos. Sociedades carentes de un sistema relativamente equitativo en la distribución de tierra, techo y trabajo, son terrenos fértiles para germinar a los alegados ‘antisociales'. Un ‘antisocial', casi siempre, es el producto -si no es sumiso- de una sociedad injusta e intolerante. ¡Transformemos nuestra sociedad y es probable que los reduzcamos! (Noruega, Suecia y Dinamarca). ¡Barriga llena, corazón contento!
Lo trágico es que pareciera que no deseamos luchar para lograr lo que decimos que queremos y que preferimos gritar desde las barreras y esperar que nos caiga como ‘Maná del Cielo'. Dos ejemplos: 1) Si en realidad deseamos una ‘Constituyente', demandémoslo y, si es necesario, salgamos sin violencia -pero masivamente- a las calles, manteniendo en que es nuestro ‘sine-qua-non' de apoyo en los próximos comicios. ¡Martinelli empezó un proceso y luego lo ignoró!
2) La Estrella de Panamá, conocido en mi juventud como ‘The Star and Herald' -en español e inglés-, un verdadero ícono periodístico panameño que hoy, sin derecho alguno, está bajo asalto por el Gobierno norteamericano y podrá desaparecer: ¿¡Qué pasa Panamá!? Históricamente nuestro pueblo siempre se ha puesto de pie enfrentándonos al coloso norteño –‘Siembra de banderas'; ‘el 9 de enero'; ‘Rompimiento de relaciones'; ‘la larga lucha para recuperar nuestra soberanía total' –¿por qué no ahora, cuando una de nuestras insignes instituciones está siendo avasallada por un Gobierno que siempre nos ha codiciado? Palabras de Theodore Roosevelt: ‘Me tomé a Panamá y dejé que el Congreso me debatiera'; lo de Ronald Reagan hablando del Canal: ‘Lo construimos, pagamos por él, y lo mantendremos para siempre'. Desafortunadamente son pocas las voces que escucho oponiéndose al nuevo intento de silenciar nuestras voces y pregunto: ¿por qué, si nunca hemos sido un pueblo sumiso?
Opino, si deseamos como país, como pueblo, como politólogos y académicos, los cambios que decimos añorar, no los conseguiremos solo con palabras sino conjuntamente con lo que hagamos.
¡En el 2017 pa'lante mis compatriotas… De rodillas nunca!
ESCRITOR, CATEDRÁTICO Y POLITÓLOGO.