Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Siento que deberíamos reconocerlo: la vida es dura. El aumento vertiginoso de los costos de vida, el cambio climático y los impactos sociales y económicos nos presentan desafíos y retos cotidianos que enfrentamos casi que a diario. Pero si bien es fácil culpar de nuestros problemas a aquello que está fuera de nuestro control, esto no es útil a largo plazo. Propongo que, en medio de las dificultades, tengamos una perspectiva que brinde la confianza para encontrar optimismo y paz y, en última instancia, soluciones. Y esto es posible si lo hacemos en estas tres dimensiones: aceptación, felicidad y descanso.
En Panamá, por suerte, no hemos tenido terremotos, huracanes, erupciones volcánicas o desgracias naturales como en otros países. Miren lo que Japón ha aprendido de siglos de desastres naturales. Primero, en lugar de ser pesimistas con estos desastres, los japoneses aprendieron a desarrollar una perspectiva única de aceptar la verdad de que todo no es culpa de ellos. Los problemas no son culpa suyos, pero sí la de responsabilidad de luchar. Esta perspectiva de aceptación significa dejar que la situación sea como es y relajarse en esa paz.
De esta aceptación surge una lección dura, pero importante: ser responsables de abordar nuestros problemas, incluso si no son culpa nuestra. En otras palabras: un terremoto no es culpa mía, pero aún así debo arreglar los techos rotos, las paredes caídas y la vajilla quebrada.
Es reconfortante saber que, pase lo que pase, hay algo que podemos hacer. Puede que perder el trabajo no sea culpa suya, pero aun así puede encontrar otro. Puede que enfermarse no sea culpa suya, pero aun así puede tomar medidas para mejorar su salud. Puede que un pinchazo en la llanta no sea culpa suya, pero aun así puede volver a la carretera.
Aprender a reconocer la aleatoriedad de la mala suerte, pero aun así decidir asumir la responsabilidad de los problemas, es inherentemente un acto de optimismo. No necesitamos negarnos la capacidad de sentirnos frustrados, enojados, asustados o inseguros, pero la aceptación y la responsabilidad significan que no dejaremos que eso nos consuma.
Igual sucede con la felicidad. Buscar la felicidad es un proceso aparentemente simple, pero que a menudo parece una tarea compleja. Tomamos cientos, si no miles, de decisiones todos los días en la búsqueda de la felicidad, desde lo que elegimos vestir y comer hasta estudiar en la escuela para garantizar una vida más fácil en el futuro. Muchas personas suelen sentir que están haciendo mucho para ser felices. Y a pesar de todo, parece tan difícil de lograr.
La actitud hacia la felicidad puede guiarnos a un lugar que nos parezca mejor. No es un sitio ni tampoco un nivel de placer, sino algo que tiene connotaciones de satisfacción, contentamiento y paz. Es un sentimiento contemplativo, uno que no sólo se siente, sino que a menudo se observa a uno mismo.
Para experimentar la felicidad debemos sentir gratitud por alguien o algo más; es sentirse agradecido. Si siente que su búsqueda de la felicidad se ha sentido menos como un viaje y más como correr en círculos infructuosos, tal vez tenga sentido reducir la velocidad por un momento. En lugar de mirar hacia el futuro o añorar el pasado, intenta identificar lo que puedes hacer ahora para sentirte conectado con alguien o algo más. Tal vez sea llamar a un miembro de la familia, hacer planes para ver a un amigo, cuidar su jardín o simplemente contar las cosas por las que está agradecido. Sentimos paz cuando nos sentimos conectados.
Y finalmente, saber cuándo es tiempo para descansar, porque el descanso es un arte que todos tenemos que aprender. Los humanos no somos máquinas, a pesar de que muchas veces no paramos. Incluso cuando vamos de vacaciones a la playa o a la montaña no descansamos y volvemos más cansados que antes. Tenemos que aprender a descansar.
Tomarse un tiempo para descansar es importante no sólo para el cuerpo sino también para la mente. El descanso, en cualquier forma, es un arte que puede ayudar a restaurar la energía, agudizar nuestra percepción y aportar un mayor nivel de equilibrio a nuestras vidas. El descanso nos ayuda a recargar pilas para que podamos aprovechar al máximo nuestra vida. Detenerse, calmarse y descansar son condiciones previas para la salud.
Por tanto, al culminar este año, es oportuno reflexionar sobre lo duro y difícil que ha sido. Muchos retos, mucho trabajo y muchas preocupaciones. Pero también hay que ser optimistas y aceptar que, a pesar de los desastres naturales y demás vicisitudes de la vida, la felicidad siempre se puede encontrar si se sabe buscar.