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- 30/01/2024 00:00
Izquierdismos derechistas o derechismos izquierdistas
Comúnmente, se usan los términos “izquierdistas” y “derechistas” para hacer referencia a individuos y agrupaciones que dicen serlo o bien, que se les adjudican los rasgos que supuestamente los caracterizan. En casi todos los casos, estos calificativos muy poco tienen que ver con la identificación científica de los comportamientos de tales agrupaciones o individuos y más bien se trata de confusiones originadas por la ausencia de pensamiento crítico sobre la práctica y teoría políticas, vinculadas a corrientes ideológicas falseadoras de la realidad.
Esta confusión ha adquirido cada vez mayor peso, a partir de 1989, esto es, cuando se escenifica el llamado fracaso del “Socialismo real” simbólicamente en el suceso de la “caída del muro de Berlín”. Pero no solamente este es el hito que condiciona tal confusión en la población, ya que, al decir de Joaquín Estefanía en su prólogo a la obra de Norberto Bobbio (1994), los efectos de esa “caída” no son unilaterales, sino que “el muro cayó hacia los dos lados”, con efectos hacia el Socialismo o como se representa, que tienen como su fecha límite 1989 y los efectos hacia el capitalismo o como se manifiesta, a partir de sus crisis mundiales iniciadas en 2007 (Estefanía, 2014).
La díada “izquierdismo VS derechismo” aparece en la literatura política no científica cuando en tiempos de la revolución francesa se calificaba a los del parlamento francés de izquierda —al sentarse a la izquierda— a los que pulsaban por el cambio del régimen monárquico vigente y derecha, a los que defendían ese orden de opresión. En el tiempo, se le ha denominado izquierdistas a los que pretenden un régimen sociopolítico, cultural y económico distinto al capitalista. Es decir, son agentes de su superación histórica. Mientras que los derechistas han venido a ser aquellos que defienden el mantenimiento histórico de dicho sistema económico social, basado en relaciones sociales capitalistas.
La cuestión es que muchos de los que se autodenominan izquierdistas, hacen todo lo necesario y suficiente para que este sistema prevalezca y se sostenga en el tiempo, o bien, reproducen los mecanismos de dominación predominantes en el capitalismo, convencidos de que son agentes de la transformación social, que supera las relaciones de dominación y explotación, pero científicamente son agentes de la llamada derecha.
Aparece, además, el calificativo de “centros” para referirse a los que buscan transformar (“centro-izquierda”) o, por el contrario, mantener el sistema (“centro-derecha”) sin violencia, a través de las mascaradas electorales. Por su parte, los adjetivos de extrema o ultra, (“extrema o ultraizquierda” y “extrema o ultraderecha”) hacen referencia a cambiar las relaciones sociales de explotación y dominación o, por lo contrario, mantenerlas, usando la violencia. Finalmente, existe un adefesio, los (auto) llamados “centristas” es decir, que dicen no ser ni de izquierdas ni de derechas, sino del “centro”. Por lógica formal y concreta, es improbable favorecer el orden establecido (en tal caso derechista) y a la vez, pretender transformarlo (en tal caso izquierdista). Empíricamente o se transforma o se mantiene igual la realidad.
En Panamá, desde 1904, la alternancia de la administración del Estado, solamente se ha dado entre unas y otras derechas. Pero cuando agrupaciones políticas que se autoproclaman aún de “centro-izquierda” han gobernado, las políticas públicas no son las que corresponden a ninguna versión de la izquierda, por cuanto no vienen a transformar en beneficio del bien común, sino a profundizar las relaciones de dominación y explotación, ya sea a través de las leyes que han destruido la industria y el agro panameño —ya pocas de las grandes quedan en manos criollas— reducido el derecho a la atención de salud y a una protección social decorosa o ampliando el poder de los oligopolios económicos.
En este sentido, resulta histórica y empíricamente correcto el señalamiento que la candidata presidencial Maribel Gordón hizo en un foro de candidatos presidenciales la semana pasada, al decir que toda la historia republicana, todos sus males y crisis generadas, son hechura de actores de la llamada derecha, nunca de agentes del izquierdismo, dado que estos nunca han gobernado el país.
La frase de Estefanía —“el muro cayó hacia los dos lados”— en el fondo nos conduce a reconocer que los calificativos de “izquierdas” y “derechas” no sirven para comprender la sociedad que vivimos y menos para hacer la mejor escogencia en la parodia electoral que se avecina.