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- 15/05/2024 15:28
El costo económico y ambiental de la paralización abrupta y anticipado de Cobre Panamá
Cuando se tiene un solo proyecto minero de renombre en el país, que había trazado un plan meticuloso para el cierre progresivo de sus operaciones, con el objetivo de garantizar una transición sin contratiempos para mitigar los posibles impactos negativos tanto en términos económicos como ambientales, en medio de debates recientes, surge una pregunta crucial: ¿Qué implicaciones podrían surgir al interrumpirse prematuramente su plan de cierre?
Durante el tiempo que se llevó la actividad, la empresa del proyecto minero se había comprometido a financiar gradualmente la rehabilitación de las áreas afectadas, utilizando los ingresos generados por la extracción de cobre. Este enfoque no solo aseguraba una gestión sostenible de los recursos, sino que también protegía los intereses económicos a largo plazo. No obstante, poner fin abruptamente a una operación de tal envergadura equivale a tratar de detener un avión en pleno vuelo: una tarea prácticamente imposible.
En la actualidad, se asignan por medio de la empresa cerca de 20 millones de dólares mensuales exclusivamente para los trabajos de preservación en el sitio, dinero que no entra a las arcas del Estado, sino que se utilizan para manejar un plan que no es de cierre porque no se le puede llamar así, pero si para preservar la seguridad y la gestión segura de la mina, y de esta forma evitar un desastre ambiental, que antes ni siquiera se podía imaginar y hoy esta a las puertas del horno y se nos puede quemar.
Es por esto que, “un cierre no planificado” puede duplicar esta cifra, generando un costo económico exorbitante para Panamá, y llevaría más de 10 años, lo que representaría un costo, de acuerdo a los expertos, de más de 5 mil millones de dólares para Panamá. La pregunta crucial que se plantea es: ¿Quién asumirá la responsabilidad de cubrir estos gastos?
Más allá del impacto económico, es vital considerar las consecuencias ambientales devastadoras que podrían surgir de un cierre precipitado. La falta de planificación adecuada podría resultar en la contaminación del suelo, agua y aire, con consecuencias a largo plazo para la salud humana y el ecosistema circundante. Estos problemas ambientales no solo representan una amenaza para la biodiversidad local, sino que también podrían exponer a Panamá a costosos litigios internacionales, con un riesgo legal estimado en más de 50 mil millones en arbitrajes.
Es fundamental reconocer la complejidad técnica y el conocimiento requerido para llevar a cabo el cierre de manera efectiva. Solo las grandes empresas mineras a nivel mundial poseen la experiencia y los recursos necesarios para abordar esta tarea de manera integral. Es poco probable que estas empresas intervengan para ayudar a Panamá, simplemente para cerrar un sitio, que no fue respaldado con la Seguridad Jurídica que una inversión extranjera espera de cualquier Estado responsable. Es por eso que hay que tomar en cuenta que la empresa actual ya cuenta con un conocimiento detallado del área, lo que resalta la importancia de abordar estos temas de manera responsable y oportuna.
En resumen, el cierre anticipado de Cobre Panamá plantea desafíos significativos que van más allá de los aspectos económicos. Los impactos ambientales y legales podrían ser igualmente graves si no se manejan adecuadamente. Es esencial que todas las partes interesadas colaboren para garantizar una transición ordenada y responsable que proteja tanto los intereses financieros como ambientales a largo plazo de Panamá. La planificación cuidadosa y la acción concertada son imperativas para evitar consecuencias perjudiciales y asegurar un futuro sostenible para todos.
En medio de estos desafíos, debemos recordar que cada obstáculo presenta una oportunidad para el cambio positivo. A través de la colaboración entre el gobierno, la industria y la sociedad civil, podemos encontrar soluciones innovadoras que no solo mitiguen los riesgos asociados con las actividades llamémosla como mejor nos viene de Cobre Panamá, sino que también sienten las bases para un desarrollo sostenible y equitativo en el futuro. Con un compromiso firme y una visión compartida, podemos transformar estos desafíos en oportunidades para construir un Panamá, mejor para la inversión privada y las generaciones venideras.
El autor es especialista en Gestión y Planificación Ambiental