El sábado 5 de abril de 2025 entraron en vigor los aranceles globales del 10% (con algunas excepciones o aumentos a varios países) después de tres días de su anuncio oficial por parte del presidente de Estados unidos, Donald Trump, creando un ambiente de zozobra, inestabilidad en los mercados internacionales y en la bolsa de valores o bursátiles con pronósticos inciertos. Se dibuja el fantasma de la recesión en el horizonte y posiblemente se agudice la guerra comercial.
Esta fecha nos recuerda la alegoría del Día D, cuando el 6 de junio de 1944 la historia registra esta fecha en que se inició la operación Overlord y el desembarco de los aliados en Normandía y el comienzo del fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, el día de la aplicación de los aranceles, el presidente Trump le llama el día A o de la Liberación, porque los socios y amigos han abusado de Estados Unidos. ¡Que ironía del destino y las encrucijadas de la humanidad!
Quizás es muy prematuro ver los alcances y la convulsión de ejecutar estos aranceles por parte del Gobierno de Estados Unidos o jugar a la suerte como si fuera un evento de azar, la lotería: 10 %, 12 % y 34 % según una tabla mágica (tablero) que se aplicara a diferentes países del mundo, ciertas islas deshabitadas, supuestamente con criterios desconocidos y sin ningún rigor científico o económico. Además no hay consistencia ni seriedad en los anuncios, porque expone una información, la cancela o la pospone, variando la posición inicial. Pero se habla ya de aranceles recíprocos,
Sin embargo, a juicio de varios analistas, “la calavera no es tan ñata como la pintan” de acuerdo con el adagio popular, pues es una estrategia publicitaria de decir y no decir, con implicaciones emocionales, aparentemente contradictorias, pero tiene muy claro el objetivo final. El tiempo aclarará muchas dudas.
Además, son temas muy profundos y complejos por su alta especialización técnica, aparte del ajedrez mundial que se está jugando en materia comercial y la lucha de supremacía entre ejes hegemónicos de poder y el control mundial —Estados Unidos, Rusia, China— con la pretensión de redefinir la recomposición planetaria. Dicen los expertos que “el nuevo juego no es global, sino geopolítico”. Dicha temática no es muy accesible o comprensible y con el lenguaje poco común y que sea abordable a la mayoría de los mortales. Es probable que se masifique su contenido al alcance de todos, semejante a la problemática de la Caja de Seguro Social, cuyo lenguaje también tenía mucho tecnicismo.
Para muestra un botón: haciendo referencia a una noticia del Financial Times, con título de la realpolitik de los aranceles de Trump, donde manifiesta: “La política comercial del presidente gira en torno al poder y la política, no con la economía”. Utiliza un lenguaje no apto para legos y desconocedores de la semántica, como dijera Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos de Trump en un reciente informe: “Guía del usuario para reestructurar el sistema de comercio mundial”, el resultado de estos aranceles fue que “el dólar subió casi en la misma proporción que la tasa arancelaria efectiva, anulando gran parte del impacto macroeconómico, pero traduciéndose en ingresos significativos. Dado que el poder adquisitivo de los consumidores chinos disminuyó con el debilitamiento de su moneda, China pagó a todos los efectos los ingresos arancelarios”. Juzguen los apreciados lectores este apotegma sentencioso, muy poco digerible al común de los terrícolas.
Trump, los halcones, el Pentágono, la Casa Blanca, los Jeff Bezos, Elon Musk, todo el stablishment de Washington, los cercanos a Mar-a-lago, definieron y establecieron la tabla proporcional distributiva de valores dirigiendo los aranceles: China (34 % para el 8/4/25 hasta 104 %), Unión Europea (20 %), Japón (24 %) Corea del Sur (26 %) e India (27 %). Se exceptúan por el momento México y Canadá, razones obvias. Se impuso al resto de los países de América Latina el 10 %.
Si nos ubicamos en el terreno interno, para el caso específico de nuestro país, especialmente el sector agropecuario, existe un Tratado de Promoción Comercial (TPC), en donde se estipula una desgravación arancelaria gradual y progresiva hasta su liberación total, dirigidos a productos agrícolas y pecuarios sensibles, así como de otra índole, y hay que ver cómo va evolucionando esta nueva situación frente a los recientes acontecimientos y la relación estrecha que debe existir con los acuerdos ya pactados.
Algunos sectores empresariales productivos han elevado su voz y se han pronunciado al respecto, caso de Bianca Morán, presidenta de la Asociación Panameña de Exportadores (APEX), cuando expresa que es necesario garantizar la seguridad jurídica del cumplimiento de los tratados —aunque existen medidas de salvaguarda y fitosanitarias— y “hay que trabajar en una hoja de ruta y más que preocuparnos debemos ocuparnos” y no estar sujetos o depender de un solo mercado, explorar otras alternativas y que los gobiernos deben apoyar en los procesos.
Por su parte, en medio de los conflictos sociales y políticos nacionales, entre otros, Río Indio, la mina, anuncio de huelga indefinida de educadores, es importante indicar que en el plano nacional por la urgencia e importancia del tema, han iniciado algunas acciones, el Gobierno nacional, autoridades vinculadas a estos asuntos, como el Ministerio de Comercio señalan que se debe realizar una reunión entre empresarios, exportadores y la Oficina Comercial de la Embajada de Estados Unidos en Panamá.
Igualmente, nos hacemos eco al recurrir a un reportaje orientador publicado recientemente en el periódico La Estrella de Panamá titulado: Los retos y oportunidades de Panamá ante la imposición arancelaria del 10 %, suscrito por la Lic. Mileika Lasso, aparecido en la edición del viernes 4 de abril, donde hace valiosos señalamientos y observaciones acerca de los aranceles impuestos a nuestro país, así como posibles alternativas, que ya están comenzando a surgir entre autoridades nacionales, empresa privada, gremios profesionales, técnicos.
Nos encontramos entonces en “La hora de los hornos”, tratar de unificar criterios, analizar minuciosamente ventajas y desventajas, evaluar nuestra posición geográfica como hub logístico de transbordo de mercancías y la conversión o transferencia de valor agregado o de origen de las materias primas, ya transformada. Ver costos de oportunidad, diversificar mercados, aunque toma tiempo al igual que transferencia de tecnología.
Observaremos detenidamente el desarrollo de los eventos, las maniobras, capacidad de las negociaciones, el pulseo político, como llamamos popularmente en Panamá “el matraqueo”, y a nivel mundial las grandes jugadas magistrales de los enormes intereses económicos y políticos.
Así se escribe la historia...