Miles de feligreses celebraron este lunes el Día de los Reyes Magos en Bolivia con la costumbre religiosa de llevar las imágenes del Niño Jesús a los templos...
Canciones para despedir el año que termina hay varias y muy buenas. También las hay para recibir el año que nos llegará, como todos los años, a la medianoche del 31 de diciembre. Y así será aunque al presidente electo de Estados Unidos se le ocurra, así como anda de desmandado y delirante, que esa fecha solo debe ser celebrada en los Estados Unidos del Donald. Por si acaso, debe saber que así como el Canal de Panamá es y seguirá siendo nuestro, celebraremos la llegada del 2025 con la esperanza de que será mejor que el 2024. Dijo Federico García Lorca, ese gigante de la poesía española, que “El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida”. En minúsculo brinco de una fracción de tiempo habremos dejado atrás el desgastado y atribulado 2024. Tendremos ante nosotros un nuevo viaje de 12 meses y aunque nada cambiará en ese brevísimo suspiro del tiempo que recibimos con tanta algazara, y el porvenir es siempre incierto, nos aferramos a la esperanza de mejores días para nosotros en particular y para nuestro Panamá. El año 2024 no fue buen año para la paz en el mundo; airada la naturaleza, se subleva contra el depredador humano; la fórmula letal, política-fanatismo religioso, masacra sin contemplaciones; el desmedido amor por el dinero y el poder corroe el alma de los hombres; con tecnología se perfeccionan las máquinas para matar.
Para nuestro Panamá, el 2024 se aleja dejando pendiente el prometido “chen chen” . Por otra parte, “la encuesta del Instituto Nacional de Estadística informa que 54.107 empleos formales no agrícolas se perdieron entre agosto 2023 y octubre 2024”. También advierten economistas de que Panamá está al borde de una crisis por el aumento del desempleo” (La Estrella de Panamá 18/12/2024). El sabio refranero, recurso tan ilustrativo, dice que “Una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín”, algo que suele olvidarse en tiempo de elecciones, cuando captar votos es la meta; son días de euforia en que los candidatos se sienten optimistas, capaces de enderezar entuertos, casi, casi de hacer milagros; otros, ya lo hemos visto, se afanan para seguir pegados a la ubre del Estado. Y es lo que está sucediendo con el gobierno actual; además de heredar los desbarajustes que le dejó el gobierno anterior y también otros de los que puedo decir, si miro más atrás, “revuelvo la mirada y a veces siento espanto” como dice el poema Patria de Ricardo Miró. No dudo de las buenas intenciones de nuestro presidente pero, como lo hemos visto una y otra vez, enderezar la nave del Estado es tarea imposible; las viejas mañas persisten; el “que hay pa’mí” en el cambalache de votos en la Asamblea es poderoso; tuerce conciencias casi con patente registrada. Me conformaría, por ahora, que nuestra nave se nivelara un poco más para que no escoremos. Que es lo que no han podido evitar el fraudulento Maduro de Venezuela, o Nicaragua con el despótico y esotérico gobierno de los Ortega (me pregunto si la “copresidenta” Rosario Murillo para dormir se quita la tanda de pulseras, anillos y otro tanto de collares, sus “resguardos”).
En artículo “Los buenos amigos” (La Estrella de Panamá 19/6/2024), dije que los buenos amigos “no pondrían al amigo con poder ante un dilema moral o ético”. A pesar de la reciente y afectuosa nota del expresidente alojado en instalación diplomática de Nicaragua en la que expresa su amistad con el presidente Mulino, su conducta no favorece la imagen del gobierno de su amigo, situación “clarita como el agua de la tinaja”. Por otra parte, es difícil entender la inacción de la hasta hace unos días embajadora de Nicaragua, ni el “dejar hacer” de nuestro gobierno.
Al finalizar el año, el simbólico anciano 2024 se marchó, pero nos dejó el motete de problemas que no pudo resolver. Y entre esos ¡qué megamotetes! El de la Caja de Seguro Social y el de la controversial mina, que auguro con días convulsos. También quedan pendientes feos asuntos, algunos deliberadamente retardados con cuanta argucia legal está a mano para darle tiempo al olvido, distrayendo con “sardinitas” y peces pequeños en el anzuelo de la justicia, mientras los peces gordos, los tiburones, siguen moviéndose a sus anchas en el vasto mar de la impunidad. En este país, cintura de América, rico en mares, ríos, selvas, situación geográfica privilegiada, ocupamos vergonzoso lugar en distribución de la riqueza; en rendimiento escolar estamos casi en la cola, estancados (y no lo resolverán las laptops). En índice de corrupción ¡ni se diga! Entre 180 países ocupamos deshonroso lugar 108 (dato de Transparencia Internacional). La criminalidad no da tregua. Desolador cuadro de fin de año. Al presidente Mulino deseo mano fuerte, pero sabia y serena en el timón de la Nación. Diciembre 2024 fue fecha propicia para el balance de nuestras acciones, sí, señor lector, de las nuestras. Todos los que aquí vivimos, preguntarnos ¿qué hice en 2024 por mi país? ¿Qué haré de bien para mi Panamá en el 2025?