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- 09/12/2024 13:50
Debate CSS: Afloran las confrontaciones coloniales modernas
La semana pasada estuvo colmada de fricciones políticas motivadas por las propuestas acerca de cuál salida darle a los déficits financieros en materia de las pensiones de vejez, invalidez y muerte de la CSS. Lo llamativo fue que, cuando el presidente Mulino y sus colaboradores, descalificaban los rechazos al proyecto tildándolos de izquierdistas, resultó que la bancada de diputados del propio partido gubernamental y sus aliados emergieron adversando el aumento de la edad de retiro para pensionarse y además, lo picantoso de esto, planteando un gravamen para algunos tipos de transacciones que llevan a cabo las entidades bancarias que operan en y desde el país, particularmente, aquellos préstamos overnights entre instituciones financieras donde ganan cientos de millones de dólares en cuestión de meses que no declaran impuestos. Es decir, los dueños de capitales financieros se alzaron desde los medios a su servicio, no contra “izquierdistas” sino contra “fuego amigo”.
¿Cómo ha sido posible esta confrontación entre supuestos aliados gubernamentales? La versión que más rápidamente se difundió en los medios de (in)comunicación al servicio de los sectores del capital financiero, fue la de que un personaje, un actor llamado Martinelli, movió maquiavélicamente todo el circo, dada su ansiedad para que el presidente efectúe gestiones en firme para su salida formal del exilio dentro de la embajada nicaragüense en Panamá. Para quienes todo lo ven con el prisma del razonamiento individualista, esta es una explicación aceptable. Para la ciencia del comportamiento en sociedades como la nuestra, esto es una hipótesis invalidada.
Pues bien, para que un grupo de diputados (que poseen una cuota de poder político) coincidan en promover una serie de medidas que tocan las ganancias de los dueños del sector financiero, tienen que darse al menos dos condiciones: una, que reconozcan que su propio poder como grupo está en juego si no ofrecen alguna satisfacción significativa a las clases trabajadoras que reclaman no aplicar medidas como el aumento de la edad de retiro para pensionarse o jubilarse y dos, que ninguno de tales diputados tenga sus principales intereses económicos en las transacciones bancarias a las que apuntan gravar. Por principio -decía mi abuela- nadie se ahorca con su propia soga.
Así, por más instigación personal que se le impute al expresidente Martinelli para que las bancadas del partido oficialista (RM) y la de su alianza melcocha coincidan en hacer lo que hicieron, si no se dan las dos condiciones antes mencionadas como mínimo, es improbable que la acción de la propuesta publicitada por las bancadas mencionadas culminen exitosamente, si responden al impulso de un actor único, aunque fuese “mitómano”, como acusó el ministro Chapman al señor Martinelli en el tinglado puesto por algunos medios de prensa televisivos. En la sociedad nada es resultado de la acción de un agente o individuo; aunque a la vista parezca que es así.
Desgranando un poco más, lo que sale a relucir con la manifestación pública de las bancadas “oficialista y aliada”, es que están gobernando, desde el ejecutivo, los que representan los intereses del capital financiero que, por cierto, no han fomentado el fortalecimiento del mercado interior para desarrollar un verdadero capitalismo autónomo y auto centrado nacional. Contradictoriamente, teniendo cierta cuota del poder, irrumpen los representantes de intereses de capitales agrarios, mínimamente industriales y sobre todo comerciales, que operan desde el órgano legislativo. Estos son los verdaderos actores de la pugna que ha sobresalido entre Asamblea versus Ejecutivo, o sea, intereses no coincidentes que se están enfrentando, al menos momentáneamente.
Ciertamente, el resultado puede ser una negociación donde estas bancadas del capital “no financiero” logren que no se aumente la edad de retiro y se modere la ejecución del aumento de la cuota patronal, en la esperanza de que los votantes de clase trabajadora no los vean como enemigos al momento electoral, a cambio de que el espíritu de la ley se mantenga: la entrega de los fondos de las pensiones a los dueños del capital financiero vía cuentas individuales. La cuestión es que, sin resolver este dilema fundamental en la aprobación de la ley, desde una ética no individualista y no propia del esquema colonialista moderno que propone el proyecto 163, tales bancadas representantes del capital no financiero en la asamblea igual saldrán deslegitimados. El desenlace dirá de qué están amasados cada sector de clase para resolverlo en su favor.