• 20/02/2025 00:00

Unidad nacional, la única alternativa

Analicemos un concepto trillado y archiconocido: la Unidad Nacional. Por encima de las diferencias, esta es el reflejo de la pluralidad política y la diversidad cultural. Es la manera de mantener una identidad común y garantizar la cohesión entre los ciudadanos de nuestro país.

Habiendo planteado un marco definitorio de la Unidad Nacional, veamos cómo podemos alcanzarla, toda vez que, en estos últimos días, todos hablan de ello, sin embargo, seguimos tratando de ejercer presión para lograr la unidad, pero en torno a la visión personal y no a la colectiva, a la visión de país.

Podemos apreciar, incluso, que algunas figuras de la prensa y/o de las redes sociales, en vez de unificar criterios que nos lleven a la Unidad Nacional por la vía del diálogo interno, de la búsqueda de consensos, se dedican a generar noticias o comentarios mediante preguntas conflictivas que poco ayudan a armonizar.

En este momento es propicio encontrar una vertiente común para canalizar lo referente a la crisis que se ha generado, no por responsabilidad de nuestro país o de nuestro gobierno, sino por la visión imperial de un individuo que, a través de su estilo disruptivo, busca arrinconar mediante falsedades, conceptos errados y maquinaciones malévolas, a un país que se debate, es cierto, en la búsqueda de justicia, paz y prosperidad, en ese mismo orden. Pero, ese, señores, es nuestro problema y nuestra responsabilidad, no de nuestro policía o protector, como pretenden llamarse.

Es conocido que ahora todo el mundo se arroga ser manejador de la verdad, de la diplomacia y de la mejor manera de resolver la situación, sin embargo, es potestativo del presidente de la República definir y dirigir la política exterior que, además debe ser quien estructure la estrategia, -la que estamos seguros ya ha planificado- asumo que con la participación de comunicadores estratégicos, a fin de no caer en el juego de las emociones, juego en el cual nuestro interlocutor es experto para lograr sus objetivos. No está de más recordarle que la gestión de los tratados Torrijos-Carter se logró gracias a “viajar acompañados”. Integrar muchas personas que tienen una gran trayectoria en la diplomacia, estamos seguros, sería de gran ayuda.

En cada día que transcurre nos vamos a percatar de que el malévolo juego del “aprendiz de emperador” le hará expresar mentiras y medias verdades, ya desmentidas por muchos de sus compatriotas, sean o no de su partido. Elementos estos que deben ser de suma utilidad al hacerlos de dominio internacional, a través del servicio exterior, que debería pasar la prueba de fuego después del mal sabor de boca que nos dejó en la comunidad.

Entretanto, los panameños, unidos en torno a un liderazgo común, comprendamos la situación por la que atraviesa el presidente. Si actúa impulsivamente, lo van a criticar por no ser mesurado, si no lo hace y es tolerante, le dirán que es blandengue. Seamos empáticos con esa posición de ser el mandatario de un país que está bajo fuego, adentro y afuera, y hagamos lo propio por nuestro Panamá.

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