No se confunda el lector porque no me estoy refiriendo a la repentina incidencia de una enfermedad, de esas pandémicas que nos han estado agobiando en los últimos tiempos; lo sanitario del encabezado se refiere a una crisis organizacional, la que también es causa de deterioros en la salud, pero las crisis de ese tipo no se resuelven con recetas sino con reorganización, por ello son resistidas por quienes medran de las fallas; entonces, cuando decimos alarma en realidad estamos diciendo “al arma” -así separada la frase-, entiéndase que son las armas de los conceptos y correctas argumentaciones.

Toda institución de seguridad social tiene una “regla de oro” y ella es: garantizar los servicios de atención directa y las pensiones de los retirados y además proteger los fondos asegurando su rentabilidad y retorno. Son las misiones implícitas detrás del farrago reglamentario pero que acuden a ofrecer la sostenibilidad necesaria y esta se consigue aumentando la satisfacción. Esta conducta incide sobre las pensiones y la atención directa de las personas.

Veamos el caso de las pensiones que expresan la misión de retiro: En ese sentido se accede a la satisfacción protegiendo la capacidad de las pensiones para mantener el acceso al mercado, el cual se verá beneficiado mediante la ampliación de los consumidores. La base conceptual de las pensiones es la confianza en que el retirado ha de mantener su forma particular de insertarse en el mercado de consumo. Lo anterior pretende que una vez llegada la hora del retiro el trabajador haya logrado pagar sus cuentas habitacionales y educativas de la progenie, y en consecuencia la fórmula usual de cálculo del retiro -que en un comienzo se estipulaba como el 60 % del salario- resuelve sus necesidades y se protege la concurrencia al mercado de consumo; no obstante, el planteo anterior se estrella contra una realidad en la cual los jóvenes no logran incorporarse al mercado de trabajo. Lo anterior obliga a ampliar y mejorar las formas de aseguramiento favoreciendo la cotización de trabajos temporales. Ofreceremos ejemplos en otra parte. Lo que si debemos rechazar es la disminución de la cuota de retiro a fórmulas degradantes de 30% ya que no cumpliría el papel de asegurar la concurrencia del pensionado al mercado de consumo y lo expone a la ocurrencia de padecimientos propios del pauperismo. En todo caso no son dádivas ocasionales las que protegerían al pensionado sino la indexación de su salario al costo de la vida.

Veamos ahora el caso de la atención que expresa la misión de salud: Con respecto a este tema es menester sustituir el orden de prioridades de la cobertura, cambiar su orientación mediante la inversión de la pirámide de servicios. Los déficits atencionales pueden ser causal del desarrollo en demasía de padecimientos, los que, encarados oportunamente, no deberían lastrar al sistema. Los servicios de atención se pueden mantener dentro de la esfera pública sin desmedro, por lo cual la tercerización no es solución. En ese aspecto se impone asegurar la cobertura oportuna y continua mediante la desconcentración y empoderamiento hacia las instalaciones periféricas de primer nivel que habrán de crearse; si se logra esto la atención será eficaz y eficiente. La actual pirámide de servicios está invertida para favorecer el mercado de la atención particular. En este aspecto es menester recordar cómo debe ser esa pirámide, la cual debe estar compuesta por: 1- una base extendida de médicos de atención primaria con calificación continua y con profundo conocimiento de su circunscripción territorial; 2-siguen los hospitales de segundo nivel, pequeños pero con capacidad de manejar lo que le llega del primer nivel; 3- más arriba siguen los grandes hospitales como el Complejo y 4- Los hospitales dirigidos a patologías específicas como oncológicos, cardiológicos, etc. Cada nivel actúa como retaguardia estratégica del precedente. El problema es que con la estructura actual en donde se accede a los servicios directamente por el tercero y el cuarto nivel la retaguardia que sigue es el camposanto. La fijación de los recursos humanos en los distintos niveles se ha de conseguir mediante escalafonamiento que incentive la fijación del recurso necesario en el nivel correspondiente.

Veamos ahora la misión de proteger los fondos públicos, su rentabilidad y retorno seguro, la cual podríamos sintetizar como misión de inversión: Ella explica el papel del seguro en la distribución de la riqueza. Toda reforma de la seguridad social afecta la superestructura de la sociedad y su distribución de la riqueza y por tanto podríamos ser polémicos por cuanto señalamos la necesidad de superar las ataduras legales para hacer lo propuesto: Que se constituya un banco de la seguridad social dirigido al fomento del desarrollo que genere nuevos cotizantes, esto fortalecería las reservas y disiparía las especulaciones agoreras sobre el futuro de la Caja. Las coinversiones de dicho banco serian obligantes por norma, ya sea que se pretendan construir ferrocarriles, ampliaciones, etc. El seguro podrá ser el pilar de la reconversión productiva nacional y superaría al canal como generador de finanzas.

He presentado líneas más arriba el porqué de la alarma sanitaria y aunque ya jubilado me encuentro a disposición del somatén movilizado para la defensa de la salud y seguridad social. Mis escritos son de quien los necesita y pueden reproducirse. Gracias a los lectores.

El autor es médico salubrista

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