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Los Kroenke encabezan el pulso con la FIFA, por los escenarios del mundial 2026
- 27/09/2023 00:00
- 27/09/2023 00:00
Las eliminatorias para la Copa Mundo 2026 comenzaron pujantes en Sudamérica, este mes, para una versión (la vigésima tercera) en tierras norteamericanas, de la que se tienen ya enormes expectativas deportivas y económicas.
Muy diferente a aquella Copa Mundo USA 1994, que se presentaba como una gran incógnita y una apuesta al aire, en la búsqueda por sembrar el fútbol (en un segundo intento, después del fracaso de la NASL), en un país al que se calificaba de árido hacia un deporte del que no entendían su popularidad y trascendencia planetaria. Se adjudicó la sede el 4 de julio de 1988 saltándose el requisito sine qua non de que se requería contar con una liga profesional de fútbol en actividad (la MLS se inició en 1996). El fútbol no motivaba a la masiva legión de estadounidenses que hacían de otros deportes, como el fútbol americano, el baloncesto, el béisbol, el boxeo, el hockey, el golf, etc. un suculento mercado para la televisión y la pauta publicitaria.
Pero no fue un torneo anodino, dejó huella, más allá de que el partido de apertura entre Alemania y Bolivia no hubiese interesado al no transmitirse por una cadena nacional. Hoy su liga profesional, la MLS (Mayor League Soccer) es la principal de la Concacaf. Tiene notorios índices de crecimiento adentro y en el exterior, y es respaldada en su cobertura televisiva por empresas como Apple, Fox Sports y Televisa Univisión. 27 años después del comienzo de la liga profesional, el considerado mejor jugador del mundo, Lionel Messi, se desempeña brillando en uno de sus equipos, el Inter Miami CF. El fútbol está asentado en el menú del televidente y las plataformas digitales.
La Copa Mundo USA 1994 dejó entro otros, algunos cambios en el fútbol. Al arbitraje, acostumbrado a lucir uniformes de un rígido negro clásico, impuesto desde sus raíces inglesas para la máxima autoridad en el campo de juego, se le otorgó colores más vivos e informales.
La FIFA oficializó, a partir de allí, la suma de tres puntos por partido ganado en lugar de los tradicionales dos que regían entonces, dándole con ello más incentivo al juego ofensivo y peso a la victoria. Es la versión más exitosa en asistencia de público. Pioneros y curtidos maestros del mercadeo deportivo ubicaron partidos dando prioridad a ciudades sede con el atractivo de que contaban con preponderancia o identificación migratoria.
Sin embargo, a pesar del espectacular lleno en el Rose Bowl, Los Ángeles, con 94.194 espectadores, fue una de las finales más desaliñadas de la historia. El aburrido empate 0-0 entre Brasil e Italia después de 120 minutos, dejó en el recuerdo la primera final de la historia definida desde la tanda de los penales con la consabida victoria brasileña 3-2 sobre la escuadra Azzurra.
En Los Ángeles, concretamente en el Rose Bowl, se jugaron siete partidos en 1994, cuatro de fase de grupo, uno de octavos de final, uno de semifinales y la final. Y es en Los Ángeles donde se está dando el primer pulso entre los empresarios dueños de los estadios, las ciudades sede y la FIFA, en lo que pareciera puede derivar en un nuevo orden de acuerdos en el gran negocio que representa el mundial.
La Copa Mundo México/Estados Unidos/Canadá 2026 será por primera vez un megaevento de 48 selecciones nacionales con 16 ciudades involucradas, en las que hay prevalencia numérica estadounidense al incluir 11 sedes: Atlanta, Boston, Dallas, Filadelfia, Houston, Los Ángeles, San Francisco, Seattle, Miami, Nueva York/Nueva Jersey, Kansas City. En México serán Guadalajara, ciudad de México y Monterrey. De Canadá se suman Toronto y Vancouver.
Para el país del dólar, el fútbol ya no es una novedad ni una ventana para solo mostrar el país. Los Ángeles ha sido una ciudad clave para el fútbol y el deporte en Estados Unidos. Allí se fundó la MLS en 1993 (aunque comenzó a disputarse a partir de 1996), pero también se disputó la final de la Copa Mundo Femenina 1999, en el mismo Rose Bowl con otro espectacular lleno, esa vez con 90.185 aficionados, para ver coronarse a la Selección Femenina de Estados Unidos campeona del mundo ante China. Se repitió el 0-0 en 120 minutos y las estadounidenses ganaron en la tanda de penales 5-4. Fue igualmente la primera final femenina que se definía por la tanda de penales y el segundo título mundial para Estados Unidos, que abrazaba al fútbol femenino convirtiéndole en una de sus fortalezas deportivas.
Los Ángeles también fue la ciudad elegida por la FIFA, el 17 de mayo de este año, para el lanzamiento oficial del logo de la Copa Mundo 2026 y será una de las sedes del mundial, pero he aquí el quid del presente “asunto espinoso”: el Rose Bowl ya no es como décadas atrás su primer estadio, ni los intereses de la ciudad son los mismos. Parafraseando a Neruda “nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”.
Ahora es el Sofi Stadium, el estadio más costoso y moderno de Estados Unidos, con 70.240 asientos y la mayor tecnología que pueda ostentar un escenario deportivo. Fue inaugurado en 2020. En el Sofi Stadium se disputó el Super Bowl 2022 que ganaron Los Angeles Rams 23-20 a los Cincinnati Bengals y albergará las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos Los Ángeles 2028.
Dentro de la lógica, el Sofi Stadium no debería quedar por fuera de un evento como la Copa Mundo; el Sofi Stadium está incluido entre los escenarios principales del programa de la FIFA, aunque la familia Kroenke ha comenzado a perder certeza de ello y ha entrado... en el territorio de la duda.
Resulta que la familia Kroenke es la propietaria del Sofi Stadium bajo la marca Kroenke Sports & Entertainment (KSE) y dueña nada menos que del Arsenal de la Premier League inglesa, los Colorado Rapids de la MLS, los Denver Nuggets de la NBA, los LA Rams de la NFL y los Colorado Avalanche en la NHL.
El multimillonario emporio familiar conoce al dedillo el negocio deportivo y parece no sentirse satisfecho con el acuerdo que les está ofreciendo la FIFA sobre cómo se repartirán las ganancias por la utilización del estadio y las perspectivas de beneficios para la ciudad, en referencia a “patrocinios, venta de entradas, hospitalidad e ingresos el día del partido”, según se desprende del seguimiento a las crecientes tensiones entre ambos, que le ha venido dando el diario deportivo The Athletic, del cual es accionista mayoritario el periódico The New York Times.
En el ambiente perciben que la posición dura de Kroenke Sports & Entertainment (KSE) tiene dos lecturas. Una es que ha decidido retirarse de participar en la Copa Mundo, y la otra la atribuyen a una maniobra para presionar estratégicamente a la FIFA para lograr un mejor acuerdo. Tanto los Kroenke como la FIFA han sido evasivos para aclarar ante la prensa la situación actual de las discrepancias.
Lo cierto es que la FIFA se ha encontrado esta vez en Estados Unidos fuera de base versus la habitual posición negociadora de ventaja absoluta, acostumbrada regularmente a que el país anfitrión invierte fuertemente para promocionar e impulsar su imagen en el exterior, apoyándose también en las facilidades de las infraestructuras deportivas utilizadas. Los empresarios y las ciudades estadounidenses que manejan habitualmente eventos deportivos trascendentes sacando provecho de ello, tienen una posición diferente. La gestión económica de los estadios es enteramente privada, con poca injerencia estatal.
Se quejan además que todavía no se ha definido la fecha concreta del inicio de la Copa Mundo 2026 y las ciudades no saben cuántos juegos albergarán para reservar fechas. Gianni Infantino, presidente de la FIFA, estuvo recientemente en Estados Unidos y se le vio asistiendo a un partido de fútbol americano.
Se especula con que Infantino estuvo evaluando a qué ciudad y a cuál estadio le va a conceder la realización de la final de la Copa, el partido más importante; sobre esto deben pronunciarse en los próximos meses.
Las versiones apuntan a que estarían decidiendo entre el estadio MetLife en Nueva York/ Nueva Jersey o el estadio AT&T en Dallas, descartando al SoFI Stadium de Los Ángeles, aunque parece impensable que el SoFi Stadium no esté entre los escenarios del torneo.
Hacia donde se inclinen, todo parece indicar que la FIFA va a tener que soltar esta vez un pedazo más generoso de su preciado pastel, en comparación de lo que venía dando anteriormente; un cambio que podría regularizarse hasta en las futuras negociaciones, por ejemplo, para el planeado Mundial de Clubes de la FIFA 2025 en su nuevo formato, el cual se disputaría también en Estados Unidos.