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Los manglares, la salvación de la biodiversidad istmeña
- 22/07/2020 00:00
- 22/07/2020 00:00
El istmo de Panamá es un puente que conecta ambas Américas; entre fauna y flora nuestro país goza de una amplia colección de especies que se alimentan, viven y se reproducen en los ecosistemas marinos y terrestres presentes en el territorio. Con el pasar de los años la lucha contra la tala, la quema y demás prácticas insostenibles para el medio ambiente se ha incrementado, dando voz de alerta desde organizaciones medioambientalistas y de protección patrimonial.
Entre estas destaca el Patronato de Panamá Viejo, que celebra el Día Internacional de la Protección del Ecosistema de Manglar –establecido el 26 de julio de 2015 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)– llevando a cabo la exposición digital “El manglar, un espacio para todos” con la colaboración del Instituto de Investigación Tropical Smithsonian, la Sociedad Audubon de Panamá y el Centro Regional Ramsar. La exposición, que inició en la cuenta de Instagram del patronato (@sitioarqueologicopanamaviejo), el pasado 18 de julio, se mantendrá activa hasta el 26 de julio como parte del mes de los manglares.
Esta actividad, que surge en medio del confinamiento por el coronavirus, busca dar mayor visibilidad a los manglares que rodean las costas de Panamá Viejo, “con el objetivo de promover un mensaje de esperanza, vida, ciencia y conservación de nuestro entorno manglar”. “La exposición digital nos dará la oportunidad de conocer cómo podemos ser parte del cambio que necesitamos, aunque estemos viviendo una situación tan extrema como una pandemia mundial”, expresó el patronato.
En Panamá están presentes diversas especies de mangles como el mangle negro, característico por crecer en Panamá Viejo, conocido también como “maringolo”, cuyas raíces son verticales y crecen hacia arriba, da flores y fruto todo el año y actúa como un recolector del exceso de sal en el agua que luego es expulsada por sus hojas. El mangle rojo, originario de las provincias de Veraguas y Darién; sus raíces tiene forma de arco y presentan ramificaciones en los extremos, además de poseer una corteza de color marrón por fuera y rojizo por dentro, como informa el Centro Regional Ramsar.
Los manglares constituyen humedales únicos, necesarios y vulnerables en nuestro país, siendo hogar para cientos de mamíferos, reptiles, insectos, aves y anfibios en peligro de extinción que encuentran refugio entre sus raíces y cúmulos de arena. Entre sus bondades –y razones para mantenerlos vivos–, los manglares regulan la calidad del agua en las costas, utilizan sus mecanismos naturales de almacenamiento de carbono atmosférico conocidos como “sumideros de carbono azul”, y ayudan en la mitigación de los efectos del cambio climático y los gases de invernadero.
Para Panamá la presencia de los manglares es una protección climática, ya que actúan como muros frente a amenazas de tsunamis, inundaciones, tormentas, erosión de litorales por el viento, sol y corrientes de agua, siendo actores clave en el suministro de actividad alimentaria y el mantenimiento de la pesquería en sectores que lo necesitan como producto prioritario.
“Tenemos que hacer mucho más, y para ello se necesita una ciencia más fuerte. Este Día Internacional de Conservación del Ecosistema de Manglares es el momento para que todos redoblemos nuestro compromiso con la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. El mensaje de la Unesco hoy es claro: debemos invertir la tendencia de la degradación y proteger los manglares que son fundamentales para la salud del planeta”, expuso en un comunicado la directora general de la Unesco, Irina Bokova (2017), lo que resuena en nuestro presente.
Según estudios de la Unesco, hasta 2017 el 67% de los manglares alrededor del mundo había desaparecido, dejando un espacio de 100 años hasta que perezcan todos los manglares no protegidos. “En Panamá es difícil saber exactamente cuánto ha sido el impacto contra los manglares en los últimos años, debido a la falta de estudios científicos que se requieren sobre los manglares panameños”, explicó a La Estrella de Panamá el científico del Instituto de Investigación Tropical del Smithsonian, Steven Paton.
“Especialmente estudios a largo plazo para una línea base sobre dinámica de los manglares. Hay evidencia que indica que los manglares ya están muy cerca a su límite climático –es decir la duración y la intensidad de las sequías y el aumento de las temperaturas–”, aclaró, “pero debido a la falta de una línea base de información, no es posible llegar a conclusiones. Además, debido a la falta de estudios actuales, hay muy poca información de eventos inusuales, como ocurrió en 2015/6 en la bahía de Panamá cuando decenas de miles de árboles de mangle murieron. La falta de un programa nacional de monitoreo significa que podría haber otros eventos que han sucedido sin reportar”.
Los manglares son parte del patrimonio cultural y natural de Panamá Viejo, por lo que actúan como albergue para las diversas especies de animales que allí llegan. Si la contaminación, la tala y los efectos del cambio climático aumentan de manera desmesurada, la vida de este refugio puede desaparecer, causando que muchas especies marinas que pasan todo o parte de sus ciclos de vida entre los manglares no puedan sobrevivir sin los manglares. Entre esas especies hay varios con importancia económica como peces y camarones, como indicó el Patronato de Panamá Viejo.
“Los manglares son una barrera importante contra la erosión causada por las olas. Ya hay sitios en Panamá (como en Chame) donde se puede ver la erosión que ha resultado después de la eliminación de los manglares. En un mundo que padece los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, los manglares estarán en la primera fila contra los efectos de ese aumento”, anotó el patronato, “hay evidencia de que –por lo menos en la bahía de Panamá– los manglares ya empezaron a perder la batalla y hay muchos kilómetros de la costa en la bahía donde la caída de los manglares por las olas es evidente. Los manglares son excelentes para secuestrar carbono en el suelo, mucho mejor que los bosques terrestres, por lo que eliminando los manglares se liberaría el carbón ya secuestrado y eliminaría un importante componente de la absorción del CO2 en la atmósfera”.
Actualmente el territorio abarcado por manglares en Panamá Viejo comprende 14 hectáreas, que deben ser protegidas para el disfrute de las nuevas generaciones. Para el patronato y el Smithsonian lo más importante es: aplicar las leyes ambientalistas existentes, aumentar las denuncias ciudadanas contra la contaminación y otras prácticas insostenibles, mejorar la educación sobre la importancia de los manglares, incrementar la recolección de basura en las urbanizaciones en las cuencas arriba de los manglares (por ejm. Juan Díaz, San Miguelito, Tocumen, etc.).
Más allá de cada 26 de julio, debe considerarse un día para los manglares, siendo de gran importancia para el mantenimiento de la biodiversidad que abraza el istmo. “Los mensajes deben ser constantes”, insistió el equipo de científicos, “si no se repiten los mensajes sobre los manglares con frecuencia, el público se olvida”.
Con pesar se ve que el mundo ha despreciado los manglares, pero con ayuda de científicos, voluntarios y la ciudadanía, estas barreras naturales pueden volver a crecer para crear ecosistemas marinos más fuertes que mejoren la calidad de vida animal, y la humana.