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Comarcas indígenas incursionan en el negocio del café como modo de subsistencia
- 14/01/2023 00:00
- 14/01/2023 00:00
La caficultura se robustece en las comunidades comarcales de Panamá. Productores de las comarcas Ngäbe, Guna, Emberá y Wounaan están fortaleciendo sus capacidades para el mejoramiento de los sistemas de producción de café, con un modelo innovador de negocio.
Lo hacen a través del programa “Apoyo a la recuperación económica poscovid para productores indígenas de café”, que comenzó entre abril y mayo de 2022, tras dos años de la pandemia.
Ciertamente el proyecto es bastante nuevo, pero Linelia Bacorizo ya ve a grandes luces las oportunidades que le ofrece el proyecto para comercializar el café que cultivan en los campos comarcales de Arimae, en la provincia de Darién, y aunque por ahora lo venden a nivel nacional, guarda la esperanza de algún día poder exportarlo a otros mercados.
Linelia es presidenta de la Sociedad Unida de Productoras y Artesanas Emberá. Mueve la cabeza y con tono firme dice: “¡sí!, si se diera la oportunidad de poder vender a otros países, sí se podría, por eso tenemos la idea de ir recogiendo más productores para que se unan y seguir cultivando café”. Su meta es llegar al mercado internacional.
“Apoyo a la recuperación económica poscovid” es una iniciativa conjunta entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Café Durán y el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Mida), cuyo objetivo es incrementar los ingresos de los productores indígenas mediante el fortalecimiento de la producción, procesamiento, calidad y venta de café proveniente de sistemas agroforestales sostenibles, alineados con los usos culturales del territorio de cada pueblo indígena,
Recientemente, unos 150 productores y productoras de las comarcas Ngäbe Buglé, en Hato Ratón; Guna de Madugandí en Ibedí y en Tierras Colectivas Emberá-Wounaan, en Ipetí; y Arimae, en el este del país, finalizaron la capacitación, la cual incluyó la implementación de prácticas agroecológicas sostenibles y resilientes al clima.
La idea es capacitar a aproximadamente 10.000 agricultores en los próximos cinco años. En Hato Ratón producen café arábiga, y en el resto de las comunidades tienen café robusta.
Su foco de cobertura son las áreas de pobreza rural. “Es un proyecto de mediano plazo que tiene las posibilidades de cubrir todo el país, teniendo como base la inclusión social”, afirmó el representante de la FAO en Panamá, Adoniram Sanches Peraci.
Al mismo tiempo destacó el mar de oportunidades que ofrece la iniciativa a los productores de las comarcas indígenas, incluso para comercalizar el producto en otros nichos de mercado.
Sin embargo, el interés mayor en estos momentos es potencializar el cultivo y cosecha de café como “una actividad económica”, sobre todo en la provincia de Darién, donde han visto que gran parte de las familias de la comarca es beneficiada del programa de oportunidad, para entonces hablar del comercio a nivel internacional.
Recordó que Panamá es un país de renta alta, considerado por la clasificación del Banco Mundial (BM), por lo que todo el esfuerzo de la FAO como ente de las Naciones Unidas va dirigido a ayudar al gobierno, en este caso al Mida, a buscar poner las oportunidades –esa ventana de crecimiento económico– al mayor número posible de personas.
“El café es un producto generoso que puede apalancar a mucha gente a soñar con esa inclusión social”, pero también es “generoso porque tiene un tremendo precio en el mercado internacional”, aseveró el regional de la FAO.
La FAO también está implementando la Iniciativa Global sobre el Desarrollo de Productos Agrícolas Especiales: Un país, un producto prioritario (OCOP, por sus siglas en inglés), para contribuir en la construcción de planes estratégicos entre gobiernos, productores, investigadores, sociedad civil y sector privado. En Panamá este producto es el café.
Linelia explicó que el proyecto, en la comunidad de Arimae, en Darién, consiste en el manejo y cultivo de café robusta mejorado, cuyo crecimiento es fácil y es muy resistente.
La productora dijo que en Arimae comenzaron el proyecto con 19 productores y, recientemente, a finales de 2022 se sumaron otros 12 y en estos momentos hay unos 22 nuevos interesados en participar.
Para Linelia, el programa ha sido “bastante favorable” para las mujeres artesanas y ya les está dando frutos. En su comunidad por lo menos se benefician unas 1.100 familias, la comunidad entera.
Y lo que les genera la comercialización del café que producen en sus campos contribuye para el sustento diario de las familias. Los ayuda a tener el pasaje de los niños para ir a la escuela, para comprar útiles y para comprar los alimentos del hogar.
“Las caficultoras y los caficultores, particularmente de los territorios indígenas, representan una población clave para contribuir a enfrentar los efectos de la situación alimentaria actual, al generar con ellos un modelo efectivo que reconstruye un sistema agroalimentario resiliente y sostenible a la nueva realidad”, aseveró el regional de la FAO.
Para la representante del Grupo BID en Panamá, Rocío Medina Bolívar, el empoderamiento económico de los pueblos indígenas es central para el avance de su bienestar y el desarrollo con identidad. “Procuramos financiar intervenciones innovadoras como estas, en las cuales se fortalece la producción, procesamiento y comercialización de cafeteros indígenas, desde una asesoría técnica que reconoce, respeta y pone en valor los conocimientos tradicionales y prácticas de producción de cada pueblo indígena”, dijo Medina.
Y es que la iniciativa contempla, además, el fortalecimiento de acciones entre los pueblos indígenas y el sector privado, para generar un modelo innovador de empresariado indígena en el sector café.
Para ello, la empresa panameña Café Durán ha participado como un socio clave que garantiza un mercado seguro al producto ofrecido por los agricultores.
“Guiados por nuestro propósito corporativo “Alimentar con pasión”, la responsabilidad social de Epa y Café Durán está enfocada en apoyar la seguridad alimentaria y nutricional, sumando al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Panamá”, comentó el director de Proveeduría Café Durán, Ricardo Tovar.
Para la empresa cafetalera la política de apoyo al productor local de café es un pilar fundamental, por lo cual están comprometidos a contribuir con que muchas familias de pequeños caficultores puedan continuar en la actividad cafetalera, al asegurar un negocio sostenible y rentable para crecer.
Tovar aseguró que las negociaciones se hacen directamente en las comunidades productoras Ngäbe, Guna, Emberá y Wounaan. Para ello han abierto centros de acopio en áreas rurales “para estar más cerca del productor comprándoles directamente para asegurar que reciban el mejor precio posible”.
Esto además, expresó Tovar, les ha permitido aumentar las compras de café en los últimos años. En 2019 el volumen total de compras de café era de 5.800 quintales y pasó a 11.500 quintales en 2022, generando ingresos para las cuatro comunidades que participan de esta cooperación técnica, por un valor de $4,8 millones solo en la venta de café .
“Estamos acercándonos directamente a los productores para de cierta forma eliminar los intermediarios y asegurar que ellos reciban los mejores ingresos por la venta de su café”, recalcó Tovar.
El directivo destacó que en parte de Darién (Arimae) están produciendo “muy buen café” y la intención es “lograr un producto de “mejor calidad”.
Una libra de café producido en estos territorios indígenas (de la marca Comarca) cuesta alrededor de $7,00 en el mercado nacional y, según Sanches Peraci, lo que se está tratando es de mejorar el precio, a partir del proceso de selección y la cosecha del grano.
“El camino más difícil. Diría que Panamá ya logró un reconocimiento internacional (con su café geisha) y ahora nosotros estamos abriendo el camino para poner sobre esa plataforma de mejores precios, a aproximadamente 10.000 agricultores en los próximos cinco años, y con una clarísima alianza sobre todo con Café Durán, que tiene el mercado nacional, lo que facilita mucho todo esfuerzo de comercialización internacional”, aseveró Sanches Peraci.
Tovar añadió que actualmente el café robusta de Panamá no se está exportando, pero está seguro de que una vez que se pueda incrementar la producción, después de satisfacer la demanda nacional, podrán buscar oportunidades para llevarlo a otros destinos.
El inventario de las cantidades cosechadas con el proyecto aún no se tienen porque todavía están en plena cosecha (periodo 2022-2023).
En 2020, Panamá exportó $25,4 millones en café, convirtiéndolo en el exportador número 55 de café en el mundo, según datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC World)
En el mismo año, café fue el producto número 21 más exportado en Panamá. Los principales destinos de exportación de café de Panamá son: Estados Unidos ($7,26 millones), China Taipéi ($4,15 millones), China ($2,38 millones), Corea del sur ($2,38 millones), y Japón ($1,78 millón).
Los mercados de exportación de más rápido crecimiento para café de Panamá Entre 2019 y 2020 fueron China ($1,04 millón), Arabia Saudita ($778.000), y Corea del sur ($607.000).
En 2020, Panamá importó $9,94 millones en café, convirtiéndose en el importador número 88 del renglón en el mundo. En el mismo año, café fue el producto número 221 más importado en Panamá. Panamá importa café principalmente de: Colombia ($3,76 millones), Nicaragua ($2,11 millones), Estados Unidos ($1,96 millón), Italia ($626.000), y Suiza ($498.000).
Los mercados de importación de más rápido crecimiento en café para Panamá entre 2019 y 2020 fueron Colombia ($1,22 millón), Estados Unidos ($810.000), y Nicaragua ($517.000).
Según datos del Mida, el parque cafetalero de Panamá es de 21 mil hectáreas, aproximadamente, de las cuales unas 12.400 son de arábiga y el resto de robusta.
El consumo per cápita de café en Panamá anda por los 5,9 kg, un consumo alto si se compara con otros países como Brasil, donde es de 5,4 kg, o Estados Unidos, estimado en 3,7 kg.