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- 10/05/2020 00:00
Reflexiones sobre la lectura
Con el conocimiento de la lengua materna nos llegan destrezas orales y cognitivas y con ello toda suerte de imaginarios que nos permiten incorporarnos a la comunidad.
Aprendemos a hablar y escuchar desde que nacemos, por contagio o emulación en tanto que siempre hemos estado rodeados de palabras en algún idioma. El mundo entero se comunica ya sea oralmente, a través de gestos, lenguajes en señas y códigos establecidos que no son más que palabras que se van juntando hasta formar eso que llamamos vocabulario.
La palabra escrita y hablada nos acrecienta la memoria y nos permite potenciar de manera increíble la capacidad de recordar y con ello acumular experiencias a lo largo de nuestra vida. El oído representa el receptor de recuerdos de historias contadas y la lectura nos permite adecentar lo aprendido.
Aprender a leer y escribir no es lo mismo que aprender a hablar. De allí que es vital el rol de los maestros en la etapa de la alfabetización. Más vital aun, la formación de lectores y no de personas que recuerden hechos que luego olvidan como tarea obligada.
Esto no ocurre en tanto que la educación básica está diseñada para alfabetizar a los estudiantes y no para formarlos como lectores. Cito a Emilia Ferreiro cuando plantea que tenemos tres tipos de alfabetizados: Los básicos que solo saben deletrear las palabras, los intermedios que estudiaron y se prepararon para la vida y nunca se esforzaron en ahondar en escrutinios rigurosos que les exige más estudio, más lectura y los completos, que son aquellos que además de prepararse académicamente abrazan el placer de leer y muchas veces el de escribir.
Estos últimos, alfabetizados letrados y autónomos, forman una minoría en el mundo y son los que hacen una diferencia en cualquier sociedad.
Cuando un individuo se hace un buen lector aprende a leer con todas sus capacidades, es decir, entiende todo lo que lee sin abrumarse. Así, cuando busca información no le es difícil encontrarla en cualquiera de los formatos, libros, periódicos, revistas y por medio de la tecnología digital.
Dicho esto, un niño o un adulto no podrá ver las bellezas del mundo si no ha percibido la palabra escrita, recordando que cada libro va en busca de un lector cualquiera que este sea. Año tras año trabajan muchos escritores, en una gran diversidad de temas, pues al nuevo lector se le debe guiar por todas las facetas de la escritura, debe aprender a leer el mundo, poesías, ensayos, mapas, pinturas, fotografías y textos complejos que exijan concentración. Solo así adquiriremos la destreza y el placer de leer y que este hábito se convierta en algo natural como comer o dormir.
Recuerdo haber escuchado a una maestra decir a un niño “leamos con los ojos abiertos”, es decir, interrogar al escritor, cuestionarlo o aplaudirlo, rayar cada párrafo que nos llame la atención, detenernos, regresar y avanzar hasta entender con propiedad este dialogo generado por la lectura.
Para que este fenómeno se convierta en un hábito a lo largo de toda la vida, el niño debe estar rodeado de libros desde muy corta edad, con un compromiso del maestro básicamente y de los padres y que no sea como hoy, con maestros y padres que no les leen a sus hijos, pero sí les permiten de manera amplia jugar con sus consolas, entre muchos otros entretenimientos que van en detrimento de la formación lectora.
Por lo tanto para convertirnos en un alfabetizado del tercer grupo se debe entrenar la mente y el tiempo de ocio en búsqueda de ese compromiso que es leer un libro de manera autónoma, con lectura creativa, voluntaria que es la única que nos lleva a este gozo que es parecido al de ver una serie de televisión que nos atrapó. Para encontrar este placer hay que dedicar una hora como mínimo para entrenar el cerebro y que este acepte como bueno este nuevo placer.
¿Que leer? Es siempre la pregunta obligada de alguien que no sabe por dónde iniciar. Leer, simplemente leer. ¿Por qué?, porque el que no lee no podrá sumarse al mercado de trabajo y la economía del país, no será parte del progreso y de este mundo cambiante. Las personas que leen lo básico serán básicos en su desempeño y su vocabulario será sin duda inferior al de un lector avezado. Y para terminar, solo debo añadir que “se aprende a leer leyendo”.