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- 23/07/2016 02:03
¿Quién es el prójimo?
En la audiencia jubilar del pasado 14 de mayo, el papa Francisco criticó a los que exageran el interés hacia los animales y son indiferentes con el prójimo. Él dijo que en muchas ocasiones ‘vemos gente muy ligada a los gatos y perros y luego dejan solos ante el hambre al vecino o a la vecina '.
¿Quién es el prójimo? Según Francisco Fernández Carvajal en su obra Hablar con Dios , San Lucas recogió de Jesús de Nazareth una parábola que responde a esta pregunta. Allí se explica que un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que después de haberlo despojado, le cubrieron de heridas y se marcharon, dejándole medio muerto. Este es mi prójimo: un hombre, un hombre cualquiera, alguien que tiene necesidad de mí. No hace el Señor ninguna especificación de raza, amistad o parentesco. Nuestro prójimo es cualquiera que esté cerca de nosotros y tenga necesidad de ayuda.
Ese es el prójimo. Aquél que necesita ayuda, económica o espiritual. A ese hay que tenderle la mano. Es una enseñanza de nuestro Señor Jesucristo.
‘En el camino de nuestra vida —nos dice Fernández Carvajal en su obra— vamos a encontrar gente herida, despojada y medio muerta, del alma y del cuerpo '. Por ejemplo, una joven o un joven que no tiene cómo sustentarse ni sustentar a su familia, necesita conseguir un trabajo honrado, para lo cual debe prepararse intelectualmente y fortalecer su espíritu para no caer en manos de la delincuencia. Es el caso de los llamados ‘ninis ', es decir de los que ni estudian ni trabajan. Si nos consideramos cristianos, nos vamos a preocupar por esta gente y si es necesario, echaremos a un lado nuestra rutina, nuestro egoísmo y nuestra mezquindad, para hacer algo por ellos.
Hay personas e instituciones que son dignas de admiración, porque se dedican a eso, a darle la mano a los más pobres, tanto materialmente hablando como espiritualmente, pues de esta manera, tendiéndoles esta mano, podremos sacarlos de la pobreza material o espiritual, podremos ayudarlos a tener una mejor calidad de vida.
A los pobres, materialmente hablando, hay que enseñarles las matemáticas, la historia, la geografía, etc. Hay que prepararlos también en técnicas para construir viviendas, muebles, vestidos, comidas, etc. De esta manera se irán capacitando para vivir una vida llena de dichas y felicidad. En nuestros centros educativos e instituciones, la promoción o movilidad social está vinculada a la teoría de las clases sociales y a la teoría de la ‘meritocracia ' y consiste en los movimientos o desplazamientos que efectúan los individuos, las familias o los grupos dentro de un determinado sistema socioeconómico. Si el sistema se presenta excluyente, dejándole a una gran mayoría solo las migajas que caen de sus mesas de opulencia, entonces, debemos abocarnos a la construcción de un sistema de acciones públicas, para fomentar la llamada ‘movilidad social ', no solo de personas sino también de asociaciones o grupos que vayan saliendo de las condiciones precarias en las que una minoría privilegiada trata de mantenerlas.
Hay que luchar por el derecho a la salud, a la vivienda digna, a la ampliación de las oportunidades, de las realizaciones y el reconocimiento de las diversidades sociales y culturales mediante estrategias, planes, programas, proyectos públicos y privados dirigidos a personas, familias y comunidades empujadas a procesos de exclusión social. Ese es nuestro prójimo; a esos tenemos que tenderles nuestras manos.
EDUCADOR