




- 13/04/2025 01:00
Helena Baruch es la cuarta de cinco hermanos. Cada chico llega al mundo con un talento. El don de esta costarricense era ser la payasa de la casa, la que siempre tenía un chiste debajo de la manga, la que imitaba a cualquiera que se le pusiera por delante y la que disfrutaba un montón el ofrecer alegría a su familia.
Apenas tuvo oportunidad ingresó al club de teatro de su secundaria y en la universidad, si bien estudió para ser ingeniera agrónoma, se matriculó en un taller de teatro como electiva cultural.
Esta productora, directora y actriz llegará a Panamá con la obra La Elección. Este monólogo se presentará del 22 al 26 de abril en el Teatro La Plaza y se basa en el libro homónimo de Edith Eger, una sobreviviente del Holocausto, quien fue enviada al campo de concentración de Auschwitz cuando era una jovencita en 1944.
Le gustaría dedicarles las funciones en Panamá a Edith Eger, a sus suegros y a su padre que sobrevivieron a la barbarie, “a su familia que fue brutalmente asesinada durante la Segunda Guerra Mundial, a los secuestrados que están hoy en Gaza sufriendo condiciones similares a las que se vivieron en esa época por el simple hecho de ser judíos y a toda persona, sobre todo a los jóvenes que estén pasando por una difícil situación, no importa cuál sea”.
Como el planeta entero, Helena Baruch era presa del agobio por la pandemia de COVID-19. Su prima Lily, una psicóloga en Estados Unidos, le recomendó leer The Choice.
Sus páginas fueron como una tabla de salvación. “El mensaje de Edith es muy poderoso para cualquier persona que esté pasando por situaciones agobiantes. Realmente me ayudó a sobrellevar los momentos más duros de manera equilibrada”.
Califica como un regalo La Elección. “Una de esas raras historias que no quieres que acaben, que te enganchan y te acompañan. La vida de Edith Eger revela nuestra capacidad de trascender aún en las circunstancias más terribles, y utilizar ese sufrimiento en beneficio de otros. Ella logró alcanzar su verdadera libertad y perdón, y nos enseña cómo cada uno de nosotros puede lograrlo también”.
Para convertirlo en una pieza teatral buscó la ayuda de José Fernando Álvarez, uno de los mejores dramaturgos de Costa Rica (de hecho, mientras escribía este libreto fue galardonado con el Premio Nacional de Dramaturgia).
Acto seguido, había que obtener la autorización de la autora. Así que la contactó por todos los medios posibles. Pasaron varios meses, y como no recibía respuesta, se inscribió en una conferencia virtual con Edith Eger, que coordinó con su nieto Jordan.
Ahí mismo le escribió un mensaje y le respondió. “Estaba de acuerdo con la producción del monólogo y me solicitó que le enviara un borrador. José empezó a escribir el libreto, cada cierto tiempo nos reuníamos para revisar los avances, tomando en cuenta mis habilidades interpretativas y basado fielmente en la historia de Edith”.
Fue un proceso extenso y hermoso. “No es nada fácil poner en un libreto de una hora y cuarto un libro de más de 400 páginas, sin perder la esencia ni los momentos más relevantes de la historia. Una vez que estuvo listo, tradujimos el texto final al inglés y se lo enviamos a Jordan, nieto de Edith y quien maneja la fundación de Eger, Soul Search. Casi un año después de haber empezado recibimos la aprobación”.
La primera exigencia técnica era que La Elección es el primer monólogo que hace Helena Baruch. “Fue fascinante la construcción del personaje de Edith, a los 16 años, a los 20, a los 40 y como adulta mayor. Luego, construir a cada uno de los otros personajes que son parte importante de la historia. Requiere mucha capacidad de juego, disciplina, perseverancia y escucha”.
Tuvo el privilegio de ser dirigida por la directora Gladys Alzate y el involucramiento del dramaturgo José Fernando Álvarez estuvo presente en todas las etapas.
En su caso, ser hija de un sobreviviente del Holocausto le acercó mucho a Edith. “Visité Auschwitz con mi padre hace varios años y fuimos a algunos de los lugares donde él se escondió durante la Shoá”.
Como parte del proceso entrevistó a Magda Davidovich, residente en Costa Rica, húngara, igual que Edith, y sobreviviente de Auschwitz. “Nos contó cómo se vivía antes, durante y después de los horrores, lo que me dio muchos elementos para interpretar a Edith, a Magda y a sus padres. En cada función vivo el recorrido de Edith. Se requiere muchísima fuerza y energía”.
Exterminio, muerte hambre, pobreza, discriminación. Son palabras que tristemente son aún vigentes. “El antisemitismo ha sido recurrente a través de la historia, cada vez viene con distintos matices, se adormece por épocas y se vuelve virulento en otras. Nunca creí que me tocara vivir ese odio en carne propia”.
¿Cómo se recupera el deseo de ser feliz después de hechos tristes? “Como dice la misma Edith: ‘no importa lo difíciles y dolorosas que sean nuestras situaciones, siempre podemos elegir cómo reaccionamos ante ellas’. Si sabemos elegir en qué concentramos nuestras energías, podemos volver a ser felices. Las palabras de su madre en el tren camino a Auschwitz: ‘nadie puede quitarte lo que pones en tu mente’, se las repitió a sí misma muchas veces en su vida. Esa fue su fuente de inspiración para sobrevivir y reinventarse”.
Lamenta que la humanidad no termine de aprender las lecciones de la brutal Segunda Guerra Mundial. “Creímos que había aprendido mucho, se crearon otros organismos internacionales para fomentar la paz y la convivencia entre las naciones. Pero pareciera que todo fue una ilusión, porque la historia vuelve y se repite una y otra vez”.
Le gustaría que el público panameño que asista al Teatro La Plaza a ver el drama La Elección se lleve a casa un mensaje indispensable: “Que perdonar y perdonarnos a nosotros mismos nos puede dar la paz y la libertad que todo ser humano anhela”.