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- 27/11/2018 01:00
Comunicación, ‘fake news' y política
¿Tal vez usted recuerde, mi querido lector, la dramática imagen de rescatistas mexicanos buscando a la niña ‘Frida', nombre emblemático para dicho país, sobreviviente del terremoto del año pasado, y que después desmienten corroborando que la noticia era falsa?
Sucede que cada día aumenta el peligro de las noticias falsas que amenazan con destruir y lacerar la imagen y reputación de las personas y organizaciones. El riesgo consiste en que si no se controla o pone fin a esta práctica, en los próximos años la mayoría de noticias que circulen en los medios de comunicación y las redes sociales, serán falsas. Una tragedia para la credibilidad y confianza de la sociedad en su conjunto.
En alguna medida hemos sido víctima de ellas, y las hemos creído, desde imágenes de desastres naturales, agresiones y ataques, farándula y elecciones en donde candidatos las han utilizado para derrotar a sus adversarios.
El objetivo es la desinformación deliberada o el engaño y están vinculadas a la cultura de la posverdad, que sintetizamos como ‘toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público'.
El 2017 fue declarado al año de las noticias falsas, hubo una proliferación de estas y las personas cayeron en su juego por la viralización a través de nuestras muy utilizadas redes sociales. Según un estudio sobre el Impacto de las ‘Fake News', realizado por la empresa de investigación social y estudios de mercado Simple Lógica, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, solo un 14 % de los ciudadanos es capaz de distinguir una ‘fake news', aunque un 59,5 % piense que puede hacerlo. Una estadística muy preocupante.
El 2018 no ha sido la excepción. Esta circunstancia plantea un reto para el profesional de la comunicación y de muchas ramas, en particular el relacionista público, cuya tarea es precisamente cuidar la imagen y la reputación de las organizaciones. Por otro lado, algunos expertos consideran que ni el mejor gabinete de relaciones públicas podrá revertir los efectos negativos y daños que este tipo de noticia pueda ocasionar en las organizaciones y en sus marcas, así de difícil está la situación si no se revierte. Existen posibilidades de transformar y actuar con anticipación y rapidez ante la irrupción de estas informaciones que violentan la credibilidad de los afectados.
Ni qué decir de la política, en donde cada vez se las utiliza para esparcir rumores o comportamientos de candidatas/os, partidos e instituciones, ejemplos sobran, casos como en EE.UU. en la campaña de Trump, quien mintió deliberadamente, también en las elecciones de El Salvador y últimamente en Brasil, entre otros, que pueden ser imitados con facilidad. En materia de comunicación las ‘fakes news' son un flujo de desinformación, todo lo contrario a la leit motiv de un profesional de la comunicación, cuya noble tarea consiste en informar a sus públicos y por ende esa desinformación hay que combatirla de raíz.
Afortunadamente en junio de este año, el Tribunal Electoral, previendo este fenómeno, lanzó el pacto ético digital, con el propósito de garantizar una fiesta electoral sana entre adversarios políticos con debate de ideas y no con descalificaciones. Este mes se firmó el sexto pacto ético electoral y, solo nos queda hacer un llamado a candidatas/os y sus equipos y a la sociedad civil en particular, para que sea garante y mantenga la vigilancia con el debido respeto a lo pactado y, así tener una campaña limpia y enriquecedora.
DOCENTE UNIVERSITARIA.