• 11/06/2024 07:07

La valentía de una relación sólida con Israel

Es indiscutible que el Estado de Israel no ha tenido una existencia fácil desde que fue fundado el 14 de Mayo de 1948

No me cabe la menor duda que, en el seno de la comunidad internacional, se está desplegando una agenda, mayormente mediática y propagandística, contra el Estado de Israel que tiene, cada vez más, todos los elementos del antisemitismo vivido en la Europa de la primera mitad del siglo XX. Es indiscutible que el Estado de Israel no ha tenido una existencia fácil desde que fue fundado el 14 de Mayo de 1948. Desde entonces, el conflicto árabe-israelí, el no reconocimiento y, en algunos casos, la negación de su propia existencia, han sido la realidad de Israel a lo largo de más de 70 años. Es difícil de creer que, aún hoy día, haya Estados, como Irán, o grupos terroristas, como Hamás o Hezbolá que, incluso, cuestionan la legitimidad misma de Israel abogando por su exterminación, negando la irrefutable realidad del holocausto judío, o demonizando cada acto que el pueblo y gobierno israelí hagan en defensa de sus legítimos intereses. Tal es el caso luego de la masacre del 7 de octubre de 2023 perpetrada por el grupo terrorista palestino Hamás contra más de mil trescientos ciudadanos israelíes, -con el abierto apoyo y financiamiento de Irán y otros Estados y organizaciones árabes-, que pareciera la comunidad internacional ha relegado a un segundo plano frente a las acciones defensivas que ha venido tomando Israel en respuesta a Hamás, -escondido este tras escudos de civiles palestinos en la Franja de Gaza-, y que algunos actores internacionales están calificando, de forma absolutamente irresponsable, como “genocidio” incluso ante la Corte Internacional de Justicia.

Ante todo esto, son las naciones que creen en la convivencia pacífica entre los pueblos, como Panamá, - uno de los primeros países que reconoció el Estado de Israel, en 1949-, las que deben coadyuvar para que las presentes, y más importante aún, las futuras generaciones conozcan, entiendan y nunca olviden, los horrores del Holocausto del pueblo judío, antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y la verdadera historia de la creación del Estado de Israel, a la par de un Estado de Palestina que, no olvidemos, fue rechazado, de plano, por la propia comunidad palestina y la Liga Árabe desde el primer momento.

Panamá debe demostrar y desplegar, con valentía, una relación sólida con Israel. Israel es uno de los más importantes socios de nuestro país y esto pasa porque nuestra política exterior lo refleje de forma clara, consistente y sin movimientos erráticos. Ese valor especial que Panamá debería desplegar hacia Israel, debe ser fiel reflejo de los valiosos aportes que, desde el nacimiento mismo de la república, ha brindado la comunidad judía al país. Una comunidad que, junto a otras comunidades venidas igualmente de otras tierras, ha contribuido a forjar la forma de ser del Panamá de hoy: abierto, tolerante, cultural, étnica y religiosamente diverso, como pocos países en el mundo.

La relación bilateral con Israel debe ser atendida con ese norte en mente, teniendo presente principios importantes para Israel como son la defensa de su existencia, su integridad territorial y su soberanía, siempre, como es lógico pensar, desde principios tan importantes para Panamá como son el de neutralidad, respeto a los Estados, defensa de las libertades y de los derechos de la persona, o la solución pacífica de los conflictos, entre otros.

Para Panamá, apoyar a Israel ha de suponer, en todo momento, el reconocer su derecho a existir y vivir en paz con sus vecinos y demás miembros de la comunidad internacional aunque, en ocasiones, le cueste recibir críticas y rechazos dentro y fuera de sus fronteras. Israel merece una política exterior por parte de Panamá que sea firme y consistente con esa relación estratégica y preferencial. En ese sentido, y como una primera acción, la próxima administración de Panamá debería designar un embajador ante Israel que conozca, profundamente, la historia y la realidad de esa nación y la región, para que, junto al próximo presidente y al canciller de la república, elaboren una agenda bilateral amplia y realista que contribuya a consolidar y ampliar la relación.

El fomento del comercio y la inversión bilateral con la implementación y optimización del Tratado de Libre Comercio entre ambos países debería ser otra importante acción a tomar. Panamá tiene mucho que ganar si sabe aprovechar correctamente esta herramienta comercial. En ese sentido, es pertinente destacar que Israel está entre las 40 economías más grandes del Mundo. Es un país autosuficiente en producción de alimentos gracias a su desarrollo intensivo agrícola y de su sector industrial, y es líder mundial en conservación del agua y la energía geotérmica. Israel está a la vanguardia en la industria del software, la comunicación, la medicina y la investigación, contando con 10 galardonados con el Premio Nobel en Ciencias. Es el país líder en la producción per cápita de publicaciones científicas y uno de los países con mayor número de patentes registradas en el mundo. En definitiva, Panamá no debe olvidar que contar con una relación comercial, política y cultural con Israel supone contar con un socio preferencial que es reconocido, por ejemplo, como el país más avanzado del sudoeste asiático, con el mayor índice de facilidad para hacer negocios en la región; uno de los países con mayor número de egresados universitarios per cápita del mundo; el segundo en el mundo en empresas start-ups; o el país con mayor número de empresas cotizadas en el mercado NASDAQ, fuera de América del Norte.

Otras acciones que las autoridades panameñas pudieran adoptar para fomentar y poner en valor esta relación estratégica, serían, por ejemplo, la apertura de un Consulado General y una Oficina Comercial en Jerusalén, para así poder trabajar, desde la Embajada de Panamá en Tel Aviv, de manera mucho más cercana e inmediata con las autoridades israelíes los asuntos consulares y la promoción e implementación de los logros alcanzados con el TLC. Otra acción a ejecutar podría ser el fomentar la cooperación y la transferencia de conocimiento tecnológico, científico, e innovador, así como en materia de seguridad. Considerando que Israel es miembro de la OCDE, desde el año 2007, sería bueno trabajar también en una acción diplomática que le permita a Panamá poder contar con un apoyo mucho más específico, concreto y proactivo de parte de Israel en dicho foro y, como contrapartida, Panamá brindar un apoyo más claro a Israel en los foros y organismos internacionales, en coordinación con otros Estados aliados, como los Estados Unidos, cuando se elaboren acciones inamistosas o que busquen menoscabar los intereses de Israel y del pueblo judío.

En línea con esta acción diplomática en el plano bilateral y multilateral, Panamá debería revisar sus relaciones diplomáticas con miras a corregir las acciones erráticas adoptadas por la pasada y la actual administración para evitar toda relación con países y organizaciones que no reconozcan a Israel, o que colaboren, de alguna forma, con grupos que persigan o aboguen por su destrucción. Como país que se enorgullece de su neutralidad, aboga por la paz, el respeto y la igualdad entre los Estados, Panamá no debe mantener relaciones oficiales con Estados, pretendidos Estados, u organizaciones con este tipo de agendas que en nada contribuyen a la paz internacional y, por descontado, a los intereses nacionales. En ese sentido, otra valiosa acción de Panamá podría ser el coadyuvar, de forma proactiva, con los esfuerzos internacionales que propicien, objetivamente, la búsqueda de una solución final para Israel y el pueblo palestino, aportando a la solución como un país pacífico y tolerante donde, por generaciones ya, diversas razas, comunidades, y confesiones religiosas han convivido en paz, siendo, así, un ejemplo para el mundo.

Para concluir, Panamá, como país que se enorgullece de su neutralidad, su defensa de la paz, el respeto y la armoniosa convivencia entre Estados, el multilateralismo basado en un derecho internacional sólido, debe reconocer en Israel un socio estratégico al que apoyar de forma clara y consistente y del que esperar un trato similar que redunde en la promoción y proyección de sus respectivos intereses en los foros internacionales.

El autor es excanciller de la república de Panamá
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