• 14/02/2024 00:00

La magia existe

Hoy celebramos el día de San Valentín, mejor conocido como día del amor y la amistad. He tenido amistades duraderas y perecederas, frías y cálidas intensas y dejadas. Pero cada una de ellas han aportado grandes enseñanzas en este recorrido de más de medio siglo

Hoy celebramos el día de San Valentín, mejor conocido como día del amor y la amistad. La primera vez que alguien evocó este día fue en el año 1328, cuando un escritor inglés dedicó un poema a los enamorados.

Este día abre paso a la celebración del amor romántico y a la amistad entre quienes aprovechan la ocasión para darse muestras de cariño y afecto.

Los años 1328 y 2024 son bisiestos y como tales tienen un carácter mágico - especial y vale la ocasión para honrar la amistad de los amigos que llegaron a tu vida por una razón, por una ocasión o por la vida entera. También, por los que llegaron y se quedaron y por los que llegaron y se fueron, pero que su presencia fue importante, trascendente y reconfortante.

Particularmente, soy de aquellos que piensan que la verdadera amistad sobrepasa los espacios y tiempo. Lo he comprobado cuando dos personas interconectan sus vidas en niveles que solo ellos entienden, como mirarse y comprender el pensamiento o sentir del otro. No me refiero exclusivamente al plano sublime del enamoramiento pasajero y efímero, me refiero a la conexión de energías que no tiene que ser interpretada como pasional.

He tenido amistades duraderas y perecederas, frías y cálidas intensas y dejadas. Pero cada una de ellas han aportado grandes enseñanzas en este recorrido de más de medio siglo.

Así les cuento que una vez conocí a una persona de la que no sospeché pudiese convertirse en casi un guía espiritual, cuya sabiduría orientaba mis pasos en este conflictivo mundo y que sin invadir mi privacidad, decisiones o espacio personal con ni una sola pregunta inapropiada se metió en mi alma llenando espacios vacíos con su paciencia, luz y paz.

Una persona tan observadora como atinada en su andar. Practicaba una filosofía de vida de la que solo sabía lo que aprendí en la escuela. Una filosofía que otorga crecimiento espiritual al que la practica, pero que los que estamos inmersos en lo cotidiano no podemos comprender su magnitud y el impacto que produce llevar una vida buscando la perfección de tu ser a través de la virtud.

Sin duda era como mezclar dos mundos distantes, pero que simplemente se identifican desde sus diferencias. Nunca pensé encontrar un nicho de tranquilidad a través de consejos y pensamientos de los antiguos filósofos griegos. O encontrar sosiego a través de una sincera amistad.

Con esto pienso que la buena amistad descansa en el respeto que se le procure al otro. A sus ideas y sentir. No así, ni a su estatus social, económico, educativo, religioso o cultural, ni al mío. En sentido “platónico” siempre busqué amistades así.

Desde siempre supe que llegaría, le identifiqué desde que le vi. Su concepto de amistad estaba en todo lo que decía y hacía. Esperaba esta amistad, desde siempre, así como se aguarda a que las flores de tu jardín florezcan cada día, aunque sea un solo día.

Así comprendí que a veces aprendemos con imágenes o con las historias del otro, pero sin duda nunca aprenderemos tanto como cuando somos los protagonistas de una historia o nos identificamos con algún hecho en común.

Este ser con gran empatía social sugirió ver una serie de una plataforma audiovisual. No entró en detalles del desarrollo de la serie ni en el nombre de la misma, pero de la que recuerdo llamaba poderosamente la atención.

La historia narraba la vida de dos amigos, uno ciego y otro con discapacidad motora. Dos vidas diferentes entrelazadas por el destino. La película toca fibras sensibles para los que conocen qué es vivir en un mundo poco preparado, a veces por miedo, otras por ignorancia, a afrontar la forma diferente de vivir de alguien con discapacidad.

Esta historia combina mágicamente los lazos indisolubles de una verdadera amistad, el trabajo de equipo y la confianza ciega y absoluta de quien sabes, no dudaría en darlo todo por ti.

Eso mismo sentí con la amistad que encontré en esta persona, abocada a rendirle fidelidad a su pensamiento filosófico, tan disímil con mi incredulidad y escepticismo.

La amistad de los protagonistas de esta serie me dejó múltiples enseñanzas como esta “nuestra inusual amistad”. Su amistad era pura, noble, divertida, desinteresada, irrestrictamente incondicional, cada uno con una limitación física, que no impedía el cumplimiento de sus ilusiones. Entre ellos había complicidad, sarcasmo, vulnerabilidad, respeto y sueños en grande. No había leyes ni roles asignados.

Uno de los fragmentos del guion que me impactó fue cuando uno dijo al otro: “Si lo necesitaras dejaría mis muletas por ti”. Me pregunté ¿cuántos amigos encontraremos así? Y como dicen, “si lo encuentras, cuídalo”.

No es fantasía encontrar “amistad de la buena” y al encontrarla te darás cuenta de que la magia existe.

Donde quiera que andes, gracias por tu amistad.

La autora es abogada
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