• 16/11/2019 00:00

Una constitución para el bien común

“Los problemas sociales y de todo orden que afectan a la sociedad panameña tienen sus raíces en la corrupción y el abandono del concepto del bien común”

No solo los políticos, en Gobierno y fuera del mismo, sino el pueblo, los ciudadanos, organizados o no, de a pie o de a carro, deben entender claramente el significado del bien común (BC). Deben hablar el mismo lenguaje, aunque existan diferencias aceptables en opiniones. Así es la democracia que caracteriza a nuestra cultura.

La siguiente definición del BC es una síntesis de fuentes católica, que recoge, en pocas palabras explicaciones que, sobre el tema, ofrece el pontífice Juan XXIII en su famosa Encíclica “Pacem in Terris” (“Paz en la Tierra” / 11 de abril, 1963), entendida la paz como base y meta del bien común internacional.

Varios papas y líderes religiosos y laicos ofrecen una variada gama de definiciones en distintos documentos.

El sabio pontífice explica, primero, los componentes del bien común en las naciones, cuyos respectivos Gobiernos han de propiciar la paz social.

El bien común es definido genialmente así. Es el fin específico del Estado. Pero, entendido con los valores cristianos:

“Abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección”.

Nos recuerda, también, el pontífice, los “fundamentos de la convivencia humana: verdad, justicia, amor y libertad”, valores sobre los cuales podemos decir que favorecen la construcción de la familia natural, en matrimonio por un hombre y mujer, para la procreación, que es la finalidad natural del matrimonio.

“Pacem in Terris” tuvo una acogida favorable, por su contenido y su oportuna aparición, en un mundo al borde de una guerra nuclear de alcance mundial. Y, el mundo necesitaba un líder en quien creer, con un mensaje de esperanzas. Y el pontífice Juan XXIII y la Encíclica jugaron ese papel definitivo.

Juan XXIII expuso y desarrolló las condiciones necesarias para la paz en una política hacia el bien común internacional. Un bien común, este, construido sobre la verdad y valores tradicionales cristianos, por cierto.

La Encíclica fue el documento pontificio más comentado y elogiado por líderes políticos y religiosos, así como por la prensa internacional.

El líder comunista y primer ministro de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, por ejemplo, dijo en una entrevista, a propósito de la aparición de la Encíclica: “No podemos menos que tomar muy en cuenta la postura del papa Juan XXIII, posición realista sobre una serie de cuestiones entre las más acuciantes de nuestra época”; y añadió: “Nosotros los comunistas no aceptamos ninguna concepción religiosa. Pero al mismo tiempo somos de los que creen que es necesario que se unan todas las fuerzas para salvaguardar la paz”.

También, U Thant, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (cuando la ONU era organización seria), afirmó, sobre la Encíclica:

“La he leído con un profundo sentido de satisfacción […] La encíclica está completamente de acuerdo con las concepciones y los objetivos de las Naciones Unidas”.

El Gobierno de los Estados Unidos, por su parte, presidido por John F. Kennedy, a través de su Departamento de Estado, expresó: “Acogemos con afecto el mensaje conmovedor del papa Juan XXIII. La “Pacem in Terris” es una encíclica histórica de importancia mundial...”. Dijo, también, que “ningún país podría ser más receptivo a su profundo llamado que los Estados Unidos”.

Los problemas sociales y de todo orden que afectan a la sociedad panameña tienen sus raíces en la corrupción y el abandono del concepto del bien común. Pequeños grupos e individuos desorientados buscan descaradamente, bienes y beneficios particulares para ellos, por supuestas discriminaciones que no existen, porque no corresponden a la verdad, como el reclamado “matrimonio igualitario”, con efectos destructivos para la sociedad, como se puede demostrar.

Y, puede afirmarse que todo el alboroto que han formado con grupos y personas de buena fe, es porque la Asamblea defiende el matrimonio “únicamente entre un hombre y una mujer”.

Docente universitario.
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