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- 25/07/2024 00:00
- 24/07/2024 19:56
Ayer se dio inicio en los Juegos Olímpicos al fútbol con una jornada apasionante que nos invita a esperar alta tensión y emotividad, dejando sobre la mesa una apertura arbitralmente polémica. Francia ha vuelto a acoger este deporte en versión olímpica, cien años después de cuando- en 1924- posicionó en el podio al fútbol suramericano lo cual sirvió, como punto de encuentro diplomático, para el posterior lanzamiento de la Copa Mundo en 1930.
Veremos que nos deja de legado París 2024, cuando se dispute la final por el oro en el Parque de los Príncipes, el 9 de agosto. En el arranque se percibe como objetivo, el cortar la supremacía de las selecciones americanas quienes se han impuesto en las últimas cinco olimpiadas: Argentina en 2004-2008, México en 2012 y Brasil 2016-2020.
Uno de los notorios ausentes es la Selección de Brasil que no clasificó, privándose de defender el bicampeonato en tierras galas; aunque no menos significativa es también la ausencia de Uruguay que hace cien años obtuvo el oro en París 1924 dando pie a que se le considerase como sede para el primer mundial. Entonces al oro olímpico se le valoraba como título mundial de selecciones, al no haber una competición de mayor jerarquía.
Los charrúas se quedaron sin poder intentar emular aquella gesta tras una pobre presentación en el Preolímpico Suramericano Sub-23; ni la reciente Copa América les posibilitó ofrecer un título en conmemoración. No por ello han dejado de rememorar el centenario por lo que significó para el país y para el posterior devenir del fútbol mundial.
Aspectos interesantes de cómo se dio el triunfo uruguayo en aquella olimpiada y de cómo se convirtió en un disparador para darle forma y materialización al mundial, se consignan en el libro Olímpicos de Ramón Márquez, una obra periodística que narra amenamente hechos reales de los juegos que parecieran sucesos de novela de ficción.
El fútbol apareció en los juegos de Atenas 1896 como deporte de exhibición; a partir de Londres 1908 adquiere el estatus de competición de selecciones. Uruguay llegará a la cita francesa de 1924 -en la que no había restricciones con el profesionalismo-, como campeón de la Copa América de 1917,1920,1923 (ésta les concede el derecho a asistir a los juegos) y de ese 1924. Es potencia futbolística en el continente, aunque los europeos lo ignoran o lo desentienden. Participan 22 naciones.
Debutan derrotando a Yugoslavia 7-0 en la fase preliminar, luego vencen a los Estados Unidos 3-0 en octavos de final. Se encontrarán con Francia en cuartos con una gran expectación, calculándose que asisten al estadio Colombés más de 45.000 aficionados, se impondrán 2-1. Trago amargo para los franceses. En semifinales harán lo propio con un 2-1 sobre Holanda y, en la final, dejan en blanco a Suiza con un 3-0.
Eufórica, la selección celeste le dará la vuelta a la cancha al pie de las tribunas, se le llamará desde entonces a ese recorrido de los ganadores “la vuelta olímpica”. En París se conocen Jules Rimet, presidente de la FIFA, y Enrique Buero, ministro uruguayo.
Se reencuentran casualmente en Ginebra en 1925, en el café Reinassance. Intercambian comentarios sobre el fútbol. El Comité Olímpico Internacional (COI) y la FIFA están en una fase de desencuentros, el COI avala el amateurismo de los jugadores y acusa a la FIFA de respaldar el profesionalismo.
Conversan sobre el propósito de la FIFA de realizar independientemente un mundial, Rimet le menciona como uno de los principales problemas el económico; el país sede tendría que acarrear con los gastos en infraestructura y logística. A Buero la idea le ilusiona pensando que 1930 será el año del centenario de la independencia uruguaya. Se reunirá con el presidente Juan Campístegui, le comenta, el interés de ambos es mutuo y coinciden que ganar también en Ámsterdam 1928 será clave: encontrarán apoyo y poca resistencia ante el fervor popular.
El 10 de junio de 1928 en Ámsterdam la celeste está presente en el Estadio Olímpico para disputar la final; ¿al frente?, su archirrival Argentina. Empatarán 1-1 y para resolver jugaran un segundo partido el 13 de junio; los uruguayos ganarán 2-1 el desempate. Dos oros olímpicos consecutivos les impulsarán para obtener la sede del primer mundial y consecuentes con su propósito, lo ganarán. Uruguay se convierte en leyenda para el fútbol.
La ruptura entre el Comité Olímpico Internacional y la FIFA será un hecho en Los Ángeles 1932: el fútbol no estará presente. Reaparecerá en Berlín 1936, con el condicionante de que solo se permitirá incluir a los mejores jugadores si son amateurs o si los jugadores profesionales son patrocinados por el Estado. Las restricciones le harán perder nivel y atractivo al fútbol olímpico hasta que, en Barcelona 1992, se decide que las selecciones sean sub-23 independientemente de si son jugadores profesionales y se incluirá la opción de optar por tres jugadores mayores de esa edad, como está contemplado hoy.
Han pasado 40 años desde que Francia alcanzara por primera y única vez el oro en Los Ángeles 1984 y la última nación europea que lo logró fue España, en Barcelona 1992. Desde entonces para Europa el tope es la medalla de plata. Para Francia, que siente que ha hecho un invaluable aporte histórico al deporte, con dos de sus hijos de dirigentes pioneros- Pierre Fredy de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos y Jules Rimet, ex presidente de la FIFA y creador de la Copa Mundial de Fútbol- la oportunidad de obtener el oro se les presenta inmejorable, por disputarse en casa y por su presente futbolístico; es uno de los países que más jugadores exporta a las ligas europeas.
Emmanuel Macron, el presidente de Francia, entendió el momento, de allí que pusiera un ingente empeño en que Kylian Mbappé, la figura más mediática y valorada de los deportistas franceses, hiciera parte de la selección olímpica.
La apuesta abría la caja para obtener réditos políticos y ofrecía motivación popular en un país en el que se señala a sus habitantes, especialmente a los de la capital, de ser muy críticos. “París y los parisinos son como son, y aquí es una obligación ver la botella medio vacía” apuntaba recientemente el periodista Marc Bassets, corresponsal de El País, en un reportaje sobre el estado de ánimo francés hacia los juegos. Con la Eurocopa en la agenda y los juegos como opción Mbappé tenía que escoger uno, se decantó por la Eurocopa.
La selección se encomendó a los jugadores que convocó Thierry Henry, en los que no incluyó a ningún nombre relumbrante, aunque si llevó a Lacazette, un jugador de experiencia, a Olise y Badé, quienes ayer contribuyeron con sus goles a la victoria 3-0 sobre los Estados Unidos, un paso en firme hacia la clasificación.
España es la otra selección europea, que se perfila como candidata al oro. Fue plata en Tokio 2020 perdiendo la final contra Brasil 2-1 y va por la revancha. Dirigidos por Santi Denia, tienen como todo el fútbol español una actualidad envidiable con una cantera rica y fecunda. En el fútbol femenino llegan también en la cima. Han arrancado con un triunfo apretado 2-1 sobre Uzbekistán, una victoria al inicio que les debe quitar presión en esta fase.
Al abanico de tres candidatas al oro masculino, se le sumaba Argentina, dirigida por Javier Mascherano, el primer lugar es regularmente la expectativa argentina. Sin embargo, en su primer partido ante Marruecos, encuentro que dejó parámetros inéditos y bochornosos al conceder 15 minutos adicionales, dejar en suspenso su finalización y alterar después de casi dos horas el resultado, cayeron 1-2, pero no será fácil apearlos del camino.
¿Qué selección puede dar la sorpresa?, ¿Marruecos? Puede ser, mostró argumentos. Regularmente se atisba con algunos signos de acierto, al arribar a la tercera jornada del torneo. Si bien el fútbol olímpico se ha relegado ante los torneos profesionales de mayor envergadura, el oro olímpico tiene un prestigio y un sabor peculiar que la hacen una conquista única entre todas las competiciones.