• 24/07/2024 23:00

‘Piedreros’ y mendigos

El asunto de los habitantes de las calles siempre ha sido un problema social, sin embargo, los últimos gobiernos que hemos tenido han mostrado tal grado de indolencia porque sencillamente no les ha importado con el mal ajeno

Hace algunas décadas, el estereotipo de un mendigo en las grandes urbes del mundo era la de un hombre ciego sentado en una acera con un sombrero donde la gente depositaba algunas monedas para la subsistencia de aquel hombre. También podría haber sido la de un adulto mayor con la mano extendida solicitando una limosna afuera de algún templo o iglesia.

Con el pasar del tiempo, la figura del mendigo fue variando y tomando forma de niños y de mujeres. Todos estos casos estaban ligados a la extrema pobreza que se podía apreciar en las ciudades producto de la gran migración del campo a la ciudad.

Es indudable que la falta de empleo y la pobreza obliga a muchas personas a tener que pedir dinero en las calles para poder sobrevivir. No tener una familia con la que contar y tampoco amistades con gran sentido de solidaridad obliga a muchas personas a tener que vivir en parques o callejones, eso es indudable, sobre todo cuando se pierde el vínculo de pertenencia a un núcleo familiar.

El consumo de drogas y alcohol, por su parte ha puesto su grano de arena para que la presencia de “habitantes de la calle” como se suele llamar ahora, vaya cada vez más en aumento. Las familias tienen un nivel de tolerancia hasta cierto punto, pero cuando ya se vuelve insostenible la presencia de un familiar con problemas de drogas, el mismo es prácticamente echado a la calle si es una familia de escasos recursos.

Una gran cantidad de personas que viven en las calles de los sitios urbanos de Panamá tienen familia con lazos de consanguinidad, pero las mismas han renunciado a tenerlos en la casa por la cantidad de inconvenientes que esto representa.

Con el paso del tiempo nos hemos acostumbrado a ver tanta gente viviendo debajo de los puentes o durmiendo en las aceras que ya nos parece normal que existan personas en esta condición.

El asunto de los habitantes de las calles siempre ha sido un problema social, sin embargo, los últimos gobiernos que hemos tenido han mostrado tal grado de indolencia porque sencillamente no les ha importado con el mal ajeno. Tampoco ha existido una política seria de re inserción para estas personas con este tipo de problemática.

Cada vez que en Panamá había un evento de magnitud internacional, se hacía un operativo para recoger a los indigentes y llevarlos lejos de la ciudad. Solo esta acción por parte de las alcaldías demostraba un profundo acto de inhumanidad.

De forma reciente, el problema de los “habitantes de la calle” ha cobrado notoriedad en los medios de comunicación porque ya es alarmante hasta el punto que había personas viviendo en las faldas del cerro Ancón el cual es un símbolo de nuestra nacionalidad.

Espero que esta vez los operativos para “sacar a los habitantes de la calle” respondan a una voluntad más seria por erradicar este flagelo.

Los llamados despectivamente “piedreros” son personas narcos dependientes que solo viven del consumo de la droga conocida como “crack” o de cualquier otra sustancia psicotrópica, pero noten que los lugares donde viven en comunidad está relativamente cerca de edificios o casas donde se vende la droga al menudeo. Esto siempre lo han sabido las autoridades, pero nunca se ha hecho nada efectivo porque mucha gente que vende estas drogas son vecinos conocidos de los cuales mucha gente ni sospecharía que están en dicha actividad.

Si realmente se quiere frenar el aumento de los narcos dependientes hay que atacar el micro tráfico y si queremos erradicar a los habitantes de la calle hay que dejar la doble moral y poner la politiquería a un lado.

El autor es sociólogo y docente
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