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- 24/07/2024 23:00
Tamaño del Estado de Panamá y la reforma
El Estado, nos enseña César Quintero, es “una numerosa sociedad humana jurídicamente independiente de cualquiera otra, que ocupa de manera estable un territorio definido, dentro del cual mantiene un gobierno”.
Es decir, sus elementos son: Población, territorio, gobierno y soberanía, a lo que le podríamos añadir que tiene el monopolio legítimo de la fuerza.
El presidente de Panamá manifestó que tiene las intenciones de analizar el tamaño del Estado panameño. Para esto, debemos ver algunas de sus aristas.
Panamá tiene un régimen presidencial con separación de poderes, cuyo presidente, es electo por cinco años. Todo presidente ha durado el periodo establecido, entregando el poder al designado vencedor, que ha venido de la oposición política, desde la restauración de la democracia en 1990. Me parece interesante lo manifestado por Mulino, ya que en mi opinión el sistema político está desfasado. Solo hay que comprobar que nuestra Carta Magna, o Ley Fundamental, data de 52 años, es decir, nuestra Constitución Política es de 1972. En dicha época, el Canal de Panamá era administrado por Estados Unidos de América, existía la Zona del Canal, regida bajo las leyes de Luisiana. Panamá vivía en dictadura, ya que no existían elecciones, ni libertad de expresión, y los partidos políticos estaban proscritos. Los medios de comunicación eran cerrados o limitados, y existía una dualidad de funciones con presidente de gobierno (Omar Torrijos, llamado constitucionalmente líder de la revolución) y un presidente de Estado. Todo esto producto del golpe de Estado realizado al presidente Arnulfo Arias en 1968. Es decir, en 1972 Panamá vivía muy lejos de lo que es un Estado democrático y de derecho.
Por supuesto, ha habido reformas a la Constitución, la más importante la de 1983, pero no de forma integral, por lo tanto, Panamá debe entrar en el debate de modernización estatal para convertirse en un país desarrollado o de primer mundo.
Panamá tiene grandes posibilidades de pasar del tercer mundo, al primer mundo. Entre los cambios que requiere Panamá es precisamente su cambio de estructura política. La economía panameña continúa desempeñándose como una de las más prósperas de la región, apalancada sobre un sistema dolarizado, un robusto sector financiero, y su estratégica posición geográfica donde brinda servicios y la convierte en el hub de las Américas, y su mayor activo, el Canal de Panamá, ahora ampliado, piedra angular del crecimiento del país.
Las principales barreras que impiden a Panamá, a pesar del crecimiento económico, llegar al desarrollo son: 1. Un Estado de tercer mundo. 2 Una educación pobre. 3. Una economía que crece sin equidad. 4. Una familia desintegrada y disfuncional. 5. Un sistema de salud y de seguridad social. 6. Una gran deuda con los pueblos originarios.
Fernando García de Cortázar nos relata que el siglo XX pasará a la historia con el título poco glorioso de creador del tercer mundo. El término “tercer mundo” fue acuñado por el economista francés Alfred Sauvy, en 1952, para referirse a los países periféricos subdesarrollados o en vías de desarrollo, a diferencia de los países desarrollados de primer mundo, o del bloque soviético, cuyo concepto ya fue disuelto, de los países de segundo mundo.
La expresión primer mundo actualmente hace referencia a aquellos países que han logrado un muy alto grado de desarrollo humano (IDH), disfrutan de los más altos estándares de vida posibles, gracias a una buena distribución de la riqueza, sanidad, esperanza de vida y calidad de los servicios. Existe una gran correlación entre países con este tipo de estatus y el hecho de que posean instituciones democráticas robustas.
Los países de primer mundo, salvo Estados Unidos, tienen sistema parlamentario, es decir, el Ejecutivo depende de la confianza del Legislativo o del Parlamento.
¿Esto quiere decir que debemos cambiar la Constitución Política? Mi opinión es que sí, ya que la democracia panameña no está funcionando con pesos y contrapesos. Las instituciones deben ser renovadas, actualizadas y modernizadas con los tiempos de Blockchain, la inteligencia artificial, y los gobiernos digitales, como en Estonia.
Además, podemos aprovechar para introducir nuevas instituciones de garantía, cambiar la forma que elegimos a nuestros diputados y magistrados, entre otros temas cuyo debate se dará en su momento.
¿Debemos ir al parlamentarismo? Puede ser, pero una vez tengamos una sociedad cívica, con amor de país, educada, donde la competencia sea de ideas, no de clientelismo, o la llamada política de “la chequera”, donde se elijan para representarnos a las personas correctas, con mayor preparación en las ciencias políticas y hayan demostrado honestidad, estando en la función pública por las razones adecuadas.
Panamá nació, en 1904, con cuatro ministerios, teniendo alrededor de 300 mil habitantes. Ahora, contamos con diecisiete, o más, y un aumento descomunal en funcionarios públicos, burocracia excesiva. Nuestro parlamento, ahora con 4 millones de habitantes, elige 71 diputados. Definitivamente el Estado panameño es demasiado grande, y debiese aplicar el principio de subsidiaridad que creemos los demócratas cristianos: “Tanto mercado sea posible, tanto Estado sea necesario”. En conclusión, Panamá no tiene como necesario un Estado tan enorme como lo tenemos.
Por estas razones creo que el Estado debe funcionar bajo el sistema de la Economía Social de Mercado, con el principio de subsidiaridad ya mencionado, donde el Estado solo intervenga en los casos de comisión de delitos, monopolios, oligopolios, o para enderezar actos irracionales e injustos. A mi criterio, esto es mejor que el estado mínimo que pregonan algunos, o los estados interventores, que abusan de su tamaño, y a veces de la colección de impuestos para realizar su labor. En conclusión, un Estado, repito, que funcione con lo necesario, pero que sea fuerte. ¿Y usted, qué opina?