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- 09/01/2021 00:00
El 9 de Enero de 1964 en la memoria colectiva de la nación (A 57 años de la gesta heroica)
Los hechos acaecidos a partir del 9 Enero de 1964 fueron el resultado de una serie de acontecimientos históricos que fortalecieron la conciencia nacional. Los mismos tienen su origen desde el siglo XIX, cuando la Nueva Granada firmó con los Estados Unidos el Tratado Mallarino- Bidlack en 1846, permitiendo el libre tránsito de estadounidense a través del Istmo. En contraprestación, la nación del norte le garantizaba la soberanía del territorio frente a sublevaciones e injerencias extranjeras.
Desde aquel entonces inició un calvario para los panameños donde cada vez que surgía una trifulca, como la suscitada con la Tajada de Sandía (1856) o una rebelión popular similar a la de Pedro Prestán (1885), los Estados Unidos intervenían a solicitud de Colombia, o bien, de forma autónoma.
Este intervencionismo se agudizó a comienzos del siglo XX, con la firma del Tratado de Wisconsin en 1902 que puso fin a la Guerra de los Mil Días. Esta era vista como un obstáculo por los Estados Unidos para la continuación de los trabajos del futuro Canal. La pacificación le costó la vida al héroe Victoriano Lorenzo, quien por su espíritu de lucha fue fusilado por las élites gobernantes.
Este escenario entreguista tuvo su máxima expresión con la firma del Tratado Hay - Bunau-Varilla el 18 de noviembre de 1903, y su consecuente aprobación por la Junta de Gobierno el 2 de diciembre, pocas semanas después del Acto Separatista, sin que mediara ningún tipo de consulta popular.
El doctor César de León, miembro del Buró Político del Partido del Pueblo, en una conferencia dictada en febrero de 1964, en la Casa del Periodista, catalogó este Tratado como: “uno de los documentos más extraños, absurdos y bochornosos que hayan firmado alguna vez dos países. Las condiciones en que fue redactado, la forma en que fue firmado y más tarde aprobado por ambas partes constituirá por mucho tiempo un tema estupendo para novelas de aventuras y piratas”.
En importante precisar al respecto que el interés de los panameños destinado a la reanudación de los trabajos del Canal abandonados por los franceses, no estaba supeditado a la entrega de la soberanía del territorio a los Estados Unidos, como hizo de manera apresurada la Junta de Gobierno en 1903. Ello consta en los alegatos parlamentarios llevados a cabo por los senadores panameños Oscar Terán y Juan Bautista Pérez y Soto, durante la discusión del Tratado Herrán-Hay, cuyos argumentos fueron borrados de los textos oficiales para dar paso a una visión romántica de la historia.
La Gesta del 9 de Enero de 1964, que hoy conmemoramos, fue el resultado de seis décadas de lucha frontal en contra del ignominioso Tratado de 1903, que trajo luto y dolor al país, a la vez que creó un enclave colonial que lesionaba el concepto de Soberanía.
Esta memorable acción patriótica, liderada por estudiantes del Instituto Nacional y el pueblo panameño, que le costó la vida a una veintena de compatriotas y lesionó a centenares de manifestantes nos hacen recordar las palabras de Eusebio A. Morales, cuando al reflexionar, en 1916, sobre el sentimiento de nacionalidad expresaba: “Este no nace ni se desarrolla, sino al calor de dolores y de infortunios comunes, de luchas largas y sangrientas del sacrificio de preciosas vidas y del martirio de algunos seres predestinados que vienen a ser finalmente los creadores de la nacionalidad, porque ellos han encarnado, condensado y revelado en sus obras, en sus vidas y aún en su martirio, los pensamientos incoherentes y las aspiraciones intuitivas de todo un pueblo”.
La gesta del 9 de Enero de 1964 no puede ser olvidada por ninguna generación, en especial, hoy, cuando persisten intenciones neocoloniales de instalar bases estadounidenses en el continente, incluyendo Panamá, y que buscan frenar los movimientos contrahegemónicos que se desarrollan en América Latina, que se oponen a las políticas neoliberales e intervencionistas lideradas por las élites oligárquicas antinacionales.
El 9 de Enero debe ser siempre un ejemplo de valentía y patriotismo ante la historia, porque demostró a la faz del mundo que los panameños no tenemos vocación de ser colonia, y que ante las grandes vicisitudes que plantea el desarrollo histórico, ha imperado la unidad del pueblo frente a las injusticias sociales y las posturas de carácter entreguista que pretenden vulnerar la soberanía territorial.