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Rosalía Abadía, la primera fondista de clase del atletismo nacional
- 07/11/2022 00:00
- 07/11/2022 00:00
'Chalía' Abadía se puso su mejor atuendo y junto a Donaldo Arza se presentó en la Presidencia, donde fueron citados junto a otro grupo de atletas que, exitosamente, habían participado en los Centroamericanos y del Caribe de Panamá en 1970.
El presidente Basilio Lakas tenía fama de dadivoso con el dinero del Estado y, era posible que, en esta oportunidad, les hiciera entrega de algún estímulo económico.
Pero, no fue así. Apenas un vaso de soda les fue ofrecido a cada uno de los invitados, bebidas que ella y Arza dejaron en una mesa, porque no eran dados a tomar refrescos azucarados.
Abadía se fue algo decepcionada, principalmente, porque no pudo reponer los cuarenta centavos que le costó el pasaje de su casa en Pedregal hasta el Casco Antiguo de la ciudad, donde se ubica el Palacio de las Garzas.
Sin embargo, estaba contenta por el hecho de reencontrarse con decenas de colegas que, como ella, lo habían dado todo por ubicar a Panamá en lo más alto del podio, aunque como recompensa apenas recibieran unas palmaditas en la espalda.
Eran otros tiempos.
Rosalía Abadía, quien retó el primer día de clases a toda la selección atlética del Liceo de Señoritas, es una de las más consagradas del atletismo istmeño en toda su historia, sobresaliendo principalmente, en los años 70.
En este artículo, algo de su historia.
Rosalía reconoce el esfuerzo y empeño que pusieron entrenadores, como Eduardo Berbey, Antonio Belizario, Jenning Blackett y Eugenio Knight, para pulir su talento, pero no deja de recordar a su primera instructora, su madre María de los Reyes Herrera.
“En realidad mi primera entrenadora fue mi madre, ya que en mi casa me decían Chalía, pero si mi mamá estaba enojada y me llamaba por mi nombre, sabía que venía una cuera (paliza), así es que cuando eso pasaba, me veías corriendo adelante y ella atrás”, recordó.
Abadía pasó de las duras pistas de tierra del corregimiento de Pedregal al del Liceo de Señoritas y luego a la del estadio Juan Demóstenes Arosemena, que en esa época era lo mejorcito que había en instalaciones deportivas.
“Estudié en el Liceo de Señoritas (colegio José Remón Cantera), aunque comencé a correr en la escuela Narciso Garay, pero como ganaba todas las pruebas y nunca me entregaban los premios, dejé de hacerlo”, explicó.
“En el Liceo conocí al profesor Eduardo Berbey, quien atendía a unas niñas cuando me le acerqué y le dije que les ganaba a todas. Me puso a correr con todo y uniforme y les gané, luego me mostró a un grupo de muchachas y me preguntó qué si les ganaba, y le contesté que sí”, añadió.
Podría decirse que así comenzó su fulgurante carrera en el atletismo, codeándose en el colegio con miembros de la selección nacional, como Sherley Guerrero, Patricia Morgan y las hermanas Yolanda y Celia Knight.
El profesor Berbey observó el potencial de su nueva pupila y la envió al Estadio Olímpico, donde entrenaban Belizario, Knight y Blackett, no sin antes proveerla casi que a diario de alimento y del pasaje en autobús.
“Estoy muy agradecida con el profesor Berbey, quien fue la primera persona que me apoyó, y se encargó de darnos almuerzo y el pasaje para ir al estadio, porque en mi casa los recursos eran escasos”, sostuvo Abadía.
El instructor principal fue Belizario, ya que los otros estaban encargados de los atletas de velocidad, mientras ella entrenaba para las pruebas de semifondo y fondo.
“En mi primer nacional vencí a la campeona de los 400 metros con un tiempo de 59 segundos, que fue la primera vez que alguien corría la distancia por debajo del minuto”, precisó.
Rosalía contaba con 18 años y en su línea de competencia no había mucha oposición, ya que las atletas colonenses eran rápidas, pero en distancias cortas, donde prevalecía la velocidad.
“Las chicas de Colón eran buenas en velocidad, pero desde que entré a los 400 ninguna me pudo ganar, y luego comenzaron a prepararme para correr los 800 y 1.500 metros y hasta en maratón”, dijo.
Después llegó su primer viaje al Memorial Barrientos de Cuba en 1969, donde midió sus posibilidades para los Centroamericanos y del Caribe de Panamá del año siguiente, al medirse a las casi imbatibles corredoras cubanas.
“Las cubanas eran muy buenas en el atletismo y ese torneo me sirvió para los juegos del 70, donde la cubana Aurelia Pentón me dijo que no iba a ganar ninguna medalla, a lo que le contesté que la mía no se la llevaba”, contó.
Pentón había obtenido un día antes la presea de plata en los 400 metros lisos, escoltando a su compatriota Carmen Trustée, mientras que Marcela Chibás, también de Cuba, cobraba la de bronce.
“Corrimos los 800 metros planos y me llevé el tercer lugar, que fue la única medalla que conseguimos en el atletismo femenino. La de oro fue para la cubana Trustée y la de plata para la mexicana Lucía Quiroz”, apuntó.
Sin embargo, antes de los juegos en Panamá y al poco tiempo de cumplir con el Memorial Barrientos cubano, Abadía acompañó al relevo istmeño que obtuvo la presea de plata en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de Atletismo en Kingston.
La cuarteta la completaron las capitalinas Yolanda Knight y Nivia Trejos y la colonense Margarita Martínez.
Después llegaron los Bolivarianos de Panamá en 1973 y la consagración de Rosalía con preseas doradas en 400 y 800 metros planos, y una más en los relevos 4x100 con Martínez, Diva Bishop y Clotilde Morales.
Su última aparición se registró en 1976, tras algunos años de ausencia debido a sus compromisos como esposa, madre y trabajadora.
A pesar de que no recibió grandes recompensas durante su carrera, Rosalía tuvo algunas satisfacciones, como fue el graduarse de educadora física y recibir el título de entrenador 1 de atletismo en Santa Fe, Argentina.
Ese título le permitió trabajar como instructora y armar un grupo de niños, pero las cosas no caminaron con la Federación y optó por alejarse de las pistas.
Actualmente participa en un grupo de ex atletas, al que también pertenecen, entre otros, Sherley Guerrero, Omar Díaz, Rodolfo Méndez y Roberto Vaca, quienes buscan colaborar con la actividad atlética en general.
Rosalía Abadía de Bernal, hoy de 75 años, se siente satisfecha de haber cumplido con su patria, pero sobre todo de entregarle a sus hijos y nietos un legado de disciplina y trabajo, cualidades que la llevaron a alcanzar el éxito.