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Minera Cobre Panamá: Mitos, Dominación Social y Subdesarrollo
- 14/01/2024 00:00
- 13/01/2024 13:03
Cada vez que las élites económicas y funcionarios gubernamentales tratan de vender un proyecto de inversión, tienen entre sus características sobresalientes, la ausencia de transparencia o si prefiere decirse, el ocultamiento de alguna verdad.
En el caso de quienes no actúan de manera transparente, por supuesto que encuentran sus intelectuales que alquilan sus experticias a este tipo de promotores. Pero hay quienes lo hacen convencidos de que lo falso es la verdad y hasta la fundamentan. Aquí, es frecuente encontrar la elaboración de mitos que vienen a cumplir con una misión, a saber, vender el vicio como si fuera virtud en un proyecto. A la postre, esto tiene un efecto en mantener una estructura de dominación social que impide superar el subdesarrollo de nuestros pueblos. En el caso de la megaminería, lo antes dicho ha sido un rasgo manifiesto.
Gente vinculada a la megaminería, como es el caso de funcionarios gubernamentales, profesionales liberales y ejecutivos y dueños de empresas mayoritariamente comerciales, siguen con argumentos apologistas acerca de las supuestas virtudes que se pierden, al impedir que Panamá sea un país megaminero y mantenga su vocación ambiental e histórica de ser un país “hídrico”, además de su altísima biodiversidad, ignorada por la mayor parte de nuestra población.
Este es un mito muy común entre economistas apologistas de la megaminería. Se dice que nuestra economía perderá un 5% del PIB, o sea, perderá riqueza generada con la terminación de la actividad extractivista de la transnacional First Quantum Minerals a través de su subsidiaria la empresa Cobre Panamá (en adelante MCP).
Lo que parecen ignorar, unos, u ocultar deliberadamente, otros, es que el análisis del PIB como base para afirmar que nuestro pueblo pierde esa magnitud de riquezas al dejar de operar la MCP no es más que un mito. Información de fuentes oficiales financieras en Canadá que circularon en las redes sociales en el año 2023, dan cuenta de que buena parte de la riqueza monetaria generada por esta actividad se esfuma fuera de nuestro país, por lo que es exagerado ese porcentaje de pérdida en la generación real del excedente económico nacional.
Algo parecido ocurrió con la última ampliación del Canal de Panamá, donde aproximadamente seis de cada diez dólares invertidos en esta obra no se quedaron en el país, por razones de tecnología no disponible en Panamá, de personal extranjero temporal, por las razones que fueran, válidas o no, no se quedaron en el país. Pero a diferencia del mito mencionado anteriormente, esta realidad no se ocultó y de alguna manera la inversión es recuperada en el tiempo por la ACP, lo que no cabe ocurrir en una actividad extractivista sobre todo cuando posee un carácter colonial como MCP.
Las cuentas del empleo en el propio censo nacional reciente, no dan para llegar a esa conclusión harto repetida por los panegiristas de la MCP. Como hemos argumentado en otro momento: “Ni siquiera para efectos de los seis distritos del área de influencia social de la mina en Colón y Coclé, esta cifra es relevante. Esta oscila entre un 3 % y 3.5 % del total de la población económicamente activa de estos distritos, que suman apenas 2440 trabajadores (INEC, 2023. Censo Nacional de Población).” (Ver: Pinnock, La Estrella de Panamá, 05/09/2023).
Esta inconsistencia entre los datos oficiales y el mito del empleo estaría reforzando la idea, de que parte significativa de los empleos generados estuvieron en manos de los asiáticos que fueron denunciados por trabajadores panameños que laboraban en MCP. A la postre, riqueza generada que se esfuma en los países de origen de estos trabajadores y sus “intermediarios laborales”.
Por otro lado, mucho se habla de la preocupación por la cesantía de los trabajadores a partir del cese de las operaciones en MCP. No obstante, nadie se ha preocupado a la fecha por los aproximadamente 900 trabajadores de las nueve comunidades que cayeron dentro de la zona de concesión de esta minera. De este total, el 98.8% está dedicado a trabajo por propia cuenta o independiente o no asalariados; es decir, se trata básicamente de campesinos. En esta línea de pensamiento, cabe preguntarse “¿Cuántos de estos eran proveedores de la MCP?” La respuesta, según censo y lo que ellos informan es: 0% (Gráfica 1).
Esta información, sugiere que al menos dentro del primer anillo de influencia y responsabilidad de la minera, no encontramos a alguien de esos supuestos 40 mil empleos indirectos. Ni aquello de la responsabilidad social empresarial se hizo sentir entre estas comunidades.
Con base en la misma fuente oficial, solamente el 1.2% de la población apta para trabajar de estas comunidades localizadas dentro de la zona de concesión eran asalariados; aunque ninguno con la actividad megaminera. Por tanto, tampoco se encontraba aquí ninguno de ese raquítico 3.0 % o 3.5% de la población activa de la región de seis distritos de influencia social del proyecto laborando en la megaminería, mencionado anteriormente.
Ahora bien, hoy se muestra preocupación por los que pierden puestos de trabajo por la paralización de las operaciones de la MCP. Pero los guardianes de los mitos de esta transnacional, nunca han contabilizado la pérdida de la posesión real de los medios de producción de los aproximadamente 900 campesinos y sus familias, gracias a que sus terrenos de un día para otro se hicieron parte de la concesión dada a esta empresa por los funcionarios gubernamentales al servicio de esta.
La experiencia de las nueve comunidades que quedaron dentro de la zona de concesión de la MCP, describe parte de lo que David Harvey definió como las nuevas formas de acumulación originaria de unos por el despojo de otros, las cuales denomina “acumulación por desposesión” (Harvey, 2006).
Es con base en esta experiencia que los campesinos del resto de los distritos de Donoso, Omar Torrijos, Penonomé y La Pintada, hicieron causa común para evitar que esto también ocurriera con ellos, si el contrato entre el Estado y MCP se mantenía. Esto es, no creyeron en el mito de las virtudes exageradas del empleo generado por la Minera. Menos aún de la virtud abultada que los aduladores de la Minera le adjudican a una riqueza generada que se contabiliza en el PIB pero que se disipa en el exterior, e internamente, en el consumo de origen extranjero más que en el de origen autóctono y en la inversión.
Es esta realidad, la que los mitos ocultan, con lo que se pretende mantener la estructura que lleva al estancamiento del crecimiento del excedente económico en países subdesarrollados como el nuestro; proceso diáfanamente explicado hace más de 60 años por economistas no dados a difundir mitos (Ver: Paul Baran, La Economía Política del crecimiento, 1957).
El autor es Sociólogo. Docente e investigador de la Universidad de Panamá.