Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
Entre los más célebres y excelentes exponentes sobre la teoría del desarrollo y el excedente económico, se encuentra el estadounidense Paul Baran (The political economy of growth, 1957), quien afirmaba que generar excedentes económicos para el beneficio común tiene que ver con emplear los recursos que “implique una racionalización de gran alcance del aparato productivo de la sociedad (liquidación de las unidades de producción ineficaces, máximas económicas de gran escala, etc.) la eliminación de las diferencias entre los productos redundantes, la abolición del trabajo improductivo (...) una política científica de conservación de los recursos humanos y naturales, etc.” (Baran, 1957). Traducido al castellano panameñizado, cuando este gurú de la economía política del siglo XX se refería a la “liquidación de las unidades ineficaces...” y a la conservación de los recursos humanos y naturales, hacía referencia directa a “supresión consciente de algunos tipos nocivos de producción”. Aquí es donde entra la megaminería, cuyo ejemplo dado por el mismo Baran es el de las “minas de carbón” (Ibidem).
Desde este punto de vista científico de la acción económica política, la liquidación de la megaminería en un país como Panamá, que requiere la protección “de los recursos humanos y naturales” abre un mejor camino a la eficacia y eficiencia de la generación y distribución de un mayor excedente económico real que sí se mantienen sus unidades ineficaces. Ahora bien, los apologistas de la minería señalan que estas empresas -como la Minera Panamá- son “eficaces” económica y hasta ecológicamente, cuando hablan de que son sostenibles. Sin embargo, solo se fijan en la eficacia del excedente financiero obtenido para sus accionistas y países de origen, donde no les es fácil evitar el aporte tributario. Adjudican, como beneficios para el país, la “inversión” y el “consumo” de estas mineras, pero no restan de la ecuación los “costos externalizados”, por ejemplo, los daños al ecosistema que están pagando los productores de Donoso y Omar Torrijos y los que el gobierno actual está permitiendo que se sigan generando al resto de los panameños, al mostrar negligencia con respecto del cierre de las operaciones de Minera Panamá o First Quantum Minerals Ltd. y permite que saquen del país importantes toneladas extraídas que no pudieron exportar el último trimestre del año 2023.
Las defensas públicas de diversos profesionales hacia estas unidades -que los indefectibles análisis de Paul Baran recomiendan liquidar- resultan más argumentos propios de sayones intelectuales que de quienes aspiran a encontrar y difundir la verdad de la megaminería metálica y de combustibles fósiles. Ejemplo de lo cual se da cuando afirman que la minera First Quantum Minerals Ltd, dejará de aportar un 5% al Producto Interno Bruto con lo que tratan de generar un pánico económico en la población. No siendo este un indicador científico para tener claro que buena parte del excedente económico generado aquí se esfuma fuera de este país, o sea, que en lo concreto se genera y no se hace parte de la cadena de valor panameño, se destina al exterior.
Tampoco advierten que Minera Panamá ha demostrado, aun hasta hoy, que opera llevando parte de su producto a la “economía sumergida”, por ejemplo, al mantener fuera de la supervisión del Estado panameño partes importantes de su extracción. Dice haber extraído cierta cantidad y las ventas en los mercados internacionales, así como lo denunciado por trabajadores conscientes que defienden los intereses del pueblo, no validan las cifras que reportan a Panamá. En este sentido, los lancheros de Donoso, se han convertido en héroes por la defensa de nuestros recursos naturales al evitar que la empresa envíe toneladas de minerales extraídos no reportados al fisco estatal.
Estos apologistas de la megaminería metálica, ocultan que existe una empresa dedicada a la exportación de cacao, con capacidad para emplear a más de cuatro mil trabajadores, sin producción nociva para el ecosistema -porque emplea tecnología orgánica que le transferiría a los campesinos-pero que las autoridades gubernamentales implicadas han dificultado por varios años que pueda operar en el área de Donoso ¿Será que esta empresa no se ha prestado a la coimería? O ¿el poder de los megamineros es tal, que impide inversiones más productivas que la de estos, para qué nos convencemos de que no hay más alternativa que la de megaminería? Las respuestas son parte de la lucha ideológica que se mantiene entre defensores de intereses populares y los apologistas del orden de dominación imperante.