• 19/04/2025 00:00

La Torre de las Joyas y la feria del istmo

Perú recibió invitaciones para participar en la Feria del Istmo en Panamá (1916) y la Exposición Internacional “Panama-Pacific” en San Francisco (1915), esta última conmemorando la apertura del Canal

En 1914, año del inicio de operaciones del Canal, una de las líneas de trabajo de Joaquín Miró Quesada como jefe de la Legación peruana en Panamá y durante los tres años de su gestión hasta que fue designado cónsul peruano en Nápoles (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 689,File 2,doc.76,1917), fue el eslabonamiento comercial entre la nación inca y el istmo.

En aquellos días “las ferias mundiales oficiaron de plataformas indispensables para la captación de capitales extranjeros y mano de obra europea que contribuyese a la formación de un país próspero, económicamente y pujante culturalmente” (Loiácono, 2017).

En abril de ese año, Panamá invitó al Perú a la Feria del Istmo, exposición para la cual, según informó Miró Quesada, el gobierno estaba dispuesto a dar en gratuidad el terreno que ocuparía el pabellón peruano que contendría productos agrícolas, mineros y fabriles (MRE, Caja 654,File 4,doc.32,of.27,1914). Poco después, en junio, Federico Pezet, Jefe de la Legación peruana en Washington D. C., informa a Lima que los Estados Unidos invitaban al Perú a ser parte de la Exposición Internacional de San Francisco que se llamaría “Panama-Pacific” para conmemorar la apertura del Canal de Panamá. En el afán de forzar una decisión, los organizadores enviaron los planos del potencial pabellón peruano, pero condicionan que su edificación sea hecha por la “Philip Schwerdt Co.”, compañía de construcción (MRE, Caja 650,File 7,doc.157,of.123,1914).

Surge el dilema acerca de cuál invitación aceptar porque el presupuesto del que se disponía en ese momento solo permitía participar en una de ellas, ya que la cancillería peruana ya estaba trabajando una exposición en la Feria Internacional de Génova con la Oficina de Correos y Telégrafos del Perú (MRE, Caja 648,File 1,doc.23,of.43,1914) y se encontraba, al mismo tiempo, negociando una ruta postal marítima con Italia y Panamá que uniese El Callao con Génova y Roma vía Balboa y Colón (MRE, Caja 648,File 1,doc.15,of.41,1914). Pezet, que había sido cónsul peruano en Panamá en 1905, sugiere atender el ofrecimiento panameño porque, en esa coyuntura, los lazos comerciales redituarían más en la relación bilateral y cabía, de otro lado, la posibilidad remota de un empréstito para el evento en San Francisco.

Los organizadores estadounidenses, por su parte, empezaron a construir un colosal complejo de bellas edificaciones —que en su mayoría no sobrevivirían más allá del tiempo que duró la feria— destacándose entre ellas la ‘Torre de las Joyas’ (Tower of Jewels) en cuyo acceso colocaron una estatua ecuestre de Francisco Pizarro, obra de Charles Cary Rumsey, en un evidente afán de interesar al Perú a participar. “La escultura, de más de 5.70 metros de altura, fue ubicada en el frontis de la Torre, el edificio más importante de la exposición, haciendo pareja con la estatua de Hernán Cortés, obra del artista Charles Niehaus” (Varón Gabai, 2006). La Torre fue descrita como de “renacimiento italiano de rasgos bizantinos” adornada con piedra de Sumatra, un vidrio especial elaborado en Austria que se producía en cinco tonos: amarillo canario, blanco, rubí, esmeralda y aguamarina (James, 1915). La ‘Panama-Pacific’ fue inaugurada el 20 de febrero de 1915 y “contó con la participación de las delegaciones de Alemania, Australia, Bélgica, Bolivia, Canadá, Cuba, China, Dinamarca, España, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Guatemala, Holanda, Honduras, India, Italia, Japón, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Panamá, Persia, Portugal, Siam, Suecia, Suiza, Turquía y Uruguay” (Loiácono, 2017) con excepción del Perú.

Aun cuando la legación peruana en Buenos Aires conversó con Cupertino del Campo, director del museo de bellas artes argentino, para presentar en San Francisco obras fruto del esfuerzo conjunto de ambos países, fue el tema financiero, lo que, finalmente, decidió la no participación peruana. Ni las facilidades crediticias ofrecidas por Charles C. Moore, responsable estadounidense de la exposición internacional, lograron convencer al gobierno peruano.

Según Zusman (2012), la “Panama-Pacific” escondía un propósito político, ya que, respecto a Latinoamérica, “se orientó a demostrar que los avances realizados por Estados Unidos en términos civilizatorios justificaban la adhesión de las repúblicas de América Central y del Cono Sur al proyecto panamericanista” que la administración del presidente Taft venía impulsando.

Cuando finalmente el Perú se decidió por la Feria del Istmo, que se llevaría a cabo en el corregimiento de Bellavista en 1916, la deflagración europea conocida como la “Gran Guerra” había modificado los mercados de destino de las exportaciones peruanas. Así, a pesar de la ola de postergaciones de eventos internacionales que afectó otras latitudes, Lima vio en la feria panameña la oportunidad de desarrollar dos ideas inusuales para la época: el comercio y la cooperación Sur-Sur.

*El autor es exembajador de Perú en Panamá, Honduras y Guatemala
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