Sobrevivencia

Actualizado
  • 22/09/2018 02:00
Creado
  • 22/09/2018 02:00
La vida es un transcurso. Pero, este modo de irte

La vida es un transcurso

Pero, este modo de irte

Es una punzada envenenada

Por el que juro ¡Te lo juro!

Hacer rutinaria esta defensa y esta venganza.

He de vengarme con el rito al paso libre del río Cobre

Donde Mechi, la campesina,

Recita la poesía nublada a su pequeño Akiles

Quien lee su pecho de madre

Con la preñez azul violeta de los árboles de jacaranda

En su viaje de nubes, invocando el vapor de sus espíritus

Conmoviendo al relámpago y a la tempestad

Sus ojos trazan la mirada de mar a mar

Bebiendo rebelión, resistencia y el amor de la tierra.

Tengo un millardo de vacíos

Y el suyo señora Cáceres, es el más inmenso vacío que tengo

Y en medio de ese espacio conspicuo

Su piel es un sendero y su palabra, luna llena

Su palabra es un taladro

Que construye mi casa y molesta algún oído

Y mi casa tiene una dignidad distinta

Hecha de palmeras y de macanos, sin deuda bancaria

Mi casa tiene una dignidad distinta, de olor nativo.

Su piel es un sendero y su palabra, luna llena

Una que alimenta la tierra y otra que alegra la noche

Una viga en la montaña y la rama de las frutas maduras.

Su piel es un prisma y su palabra una luz

En donde veo los colores de la vida y el blanco y el negro

Su palabra es la lágrima que falta en las encíclicas papales

Su piel falta en la predicación del domingo y en el bar de la noche

Para levantar el alma moribunda y darle sentido al licor que alegra.

Las almas moribundas se olvidan de los moribundos

Se olvidan, se olvidan… se olvidan que son moribundas

Hasta que les llega el edicto a la puerta

Y no hay para el bar y no hay para la ofrenda.

¿A quién le grito mi dolor

Mi sed por sus ausencias?

Cada vez incompleto,

Hay un nocturno menos

Un río menos

Una mujer, indefinidamente menos

Un árbol menos, una canción menos

Cada vez incompleto,

Leo las congojas de las aguas en sus ojos

Y le confieso al bosque y a sus habitantes

Que me cuelgo de la duda apaciguada,

Dudo olvidarme de ella, cómplice de su aljaba

Cumpliré mi venganza por ella

Porque en cada árbol sembrado, la veré

Veré su cabello sin amarras dentro del cielo áureo

Veré mi ritual de luna nueva

En lo que lloro, en lo que muero

En lo que grito, en lo que bebo

En lo que clamo, en lo que canto

Veré mi vida sostenida en las mismas aguas

Por las que vuelan los pájaros y me siento humano.

ESTEBAN BINNS

Profesor y poeta

Profesor de Matemáticas en la comarca Ngäbe-Buglé.

Autor invitado en la antología ‘Poetas emergentes de Panamá' (La Antigua, 2017).

Ganador del concurso de Poesía León A. Soto 2017, con la obra ‘El Poema de los adioses'.

Autor del libro ‘Ode' cuentos de nosotros, escrito en español y ngäbere (Ediciones Pelo Malo, 2018)

Invitado recientemente como autor para leer su obra en el círculo de lectura del Colegio de Cerro Iglesias (Comarca Ngäbe Buglé).

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