'Mi hijo se enfermó y pensé que iba a morir en la selva', narra migrante

Actualizado
  • 05/10/2023 00:00
Creado
  • 05/10/2023 00:00
“Si sales con vida, bueno, sigues hacia Estados Unidos, pero si no lo logras, quedas muerto en la selva”
Los migrantes salen de Paso Canoas y toman un autobús que los cruza por Costa Rica hasta Nicaragua.

Oscar Eduardo Ortega, de Venezuela, viajó junto a sus dos hijos, como muchos, “buscando un mejor futuro para mi familia y para mis hijos”.

Es un camino que les toma varios días a los migrantes; algunos aseguran que pasan en tres días, sin embargo la caminata dura más de cinco días, y otros demoran más.

Este año la cifra de migrantes superó los 413.333, hasta el 3 de octubre de 2023; de este total, 219.777 son hombres, 105.921 mujeres, 46.923 son menores varones y 40.712 mujeres menores de 18 años, según cifras del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront).

“No le recomendaría a nadie que siguiera ese camino, porque cuando yo estaba dentro sentía que me iba a morir, sentía que se iban a morir mis hijos”, cuenta Oscar.

A medida que avanza en el relato afloran las emociones, lo que se puede percibir por la expresión de su rostro y en el tono de su voz. “Pensé que mi niño se iba a morir, porque de tanto beber agua de esos ríos le dio diarrea y todo lo que comía lo botaba”, explicó el hombre. A pesar de ello y prácticamente con el niño cargado, prosiguió el camino.

“Uno tenía que cruzar ríos y piedras... piedras grandísimas, montañas. Donde uno dormía todo estaba infectado, todo sucio, porque las personas que pasamos por ahí vamos dejando cosas, pero es muy fuerte, fuerte... Darién no es una ruta”, aseguró.

“Fue duro, porque es una selva, el trayecto es duro porque uno ve mucho muerto. Cuando uno viene caminando, hay muchas personas que mueren por falta de comida”, dijo el hombre.

Jhon Tovar Barrera

Hasta el 3 de octubre de este año las autoridades reportaron 42 personas fallecidas, según cifras de Senafront.

“Vi dos muertos que estaban dentro de una carpa, los había picado una culebra cascabel. Además de una señora y un señor cuyos cuerpos estaban ya en descomposición. Nosotros tuvimos que cruzar al lado del muerto y todo fue muy  fuerte”, reitera el hombre.

“Cuando yo venía, también caminaba una señora que tenía una rodilla dañada y tuvieron que trasladarla en helicóptero. Además de un señor que tenía las rodillas dañadas también, y lo traía un amigo que era gordito, quien lo llevaba por el río amarrado por la cintura con un mecate (cuerda)”.

Efectivos de Senafront reportaron que en lo que va del año han rescatado a 619 personas en la selva.

“Gracias a Dios, gracias a Dios... primeramente por Dios estoy aquí ya en la frontera de Panamá con Costa Rica, y bueno, de aquí para adelante hasta llegar a Estados Unidos, porque allá tengo a mis familiares”.

Tovar: 'El agua nos une'

Jhon Tovar Barrera, ingeniero ambiental especialista en agua, que garantiza el agua a las comunidades indígenas y migrantes en Darién

Marlene Testa

marlenne.testa@laestrella.com.pa

Los centinelas de la migración

Después de trabajar algunos años como ingeniero ambiental en Colombia, Jhon Tovar Barrera decidió aportar su conocimiento a las comunidades más vulnerables, por lo que comenzó a trabajar con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en el ámbito humanitario en aspectos de saneamiento, reciclaje y agua.

A nivel global, la organización es la agencia líder en coordinación y gestión de agua, saneamiento e higiene en emergencias y contextos humanitarios.

A sus 30 años, en 2022, llegó a Darién para garantizar el agua y el saneamiento a 10 comunidades impactadas directa e indirectamente por la migración.

Nueve de estas comunidades se encuentran en la comarca indígena Emberá-Wounaán.

Jhon coordina el proyecto Baido, que en lengua emberá significa 'agua'. “Cuando llegué a Metetí ..., me tomó algo de tiempo acostumbrarme.

Es un pueblo disperso y casi todo el mundo se va de aquí los fines de semana, que es cuando tengo más tiempo para compartir y conocer el lugar”, señala Jhon.

“Ese espacio lo he dedicado a la lectura, a cocinar con otros, a interactuar, escuchar música y hacer senderismo.

Algunos lugares son muy lindos y su belleza a veces pasa desapercibida para los lugareños”, agregó.

Las acciones para la provisión de agua potable y saneamiento y distribución de kits de higiene están dirigidas a las necesidades específicas de la población por edad y género en las tres estaciones temporales de recepción migratoria en Darién y en Chiriquí y las comunidades de acogida (Bajo Chiquito y Canaán Membrillo).

El trabajo con las 10 comunidades impactadas por la movilidad humana para mejorar el acceso al agua potable y el fortalecimiento de las juntas administradoras del servicio, han beneficiado a unas 630.000 personas.

“El agua nos une; migrantes, funcionarios y comunidades locales”, expresa Jhon.

Los retos tanto personales como laborales han sido muchos. “Yo trabajé en Necoclí en Colombia y desde allí empieza la ruta por la selva, que es el tramo más difícil que recorren los migrantes, y ahora en Darién me toca verlos llegar”, explicó.

Hay momentos en los que la situación migratoria es muy compleja y todo lo que se puede ofrecer se queda corto.

“Nos hemos organizado para situaciones muy complejas, pero nuestra imaginación muchas veces no llega a cubrir los escenarios tan difíciles y cambiantes por día que estamos viendo en la realidad”, dijo.

En los primeros ocho meses del año 2023, según cifras oficiales del Gobierno de Panamá, han atravesado la selva de Darién más de 71.000 niños y adolescentes de más de 50 nacionalidades.

Más del 50% son menores de 5 años. Esta población, así como las poblaciones locales impactadas por la migración, tienen necesidades urgentes en términos de salud y nutrición, protección contra la violencia y acceso a servicios de agua, higiene y saneamiento.

A pesar del escenario cambiante y la acelerada llegada de más familias con niños a través de la selva, así como el impacto en áreas indígenas, a Jhon le cautiva la conexión con las comunidades y le inspira poder aportar un granito de arena para mitigar un poco sus vulnerabilidades y las brechas que hay entre las personas.

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