El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 18/05/2020 13:00
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Existe hoy una oportunidad sin precedentes para entender los desafíos propios de la evolución, la gestión del cambio y la interacción con esta nueva realidad, estos elementos serán los diferenciadores en el efecto catalizador que vivimos y los nuevos cimientos socioculturales que definirán a esta generación. Al igual que un joven, lleno de bríos y pasión el CONSEJO DE RECTORES DE PANAMÁ (CRP), enfrenta el desafío de mantener viva la gloriosa llama de la Educación Superior, somos aprendices, pero portadores de faros que guían a nuestras comunidades universitarias, con valentía, fortaleza humana y el compromiso ineludible de conservar vigente el acceso al conocimiento, a la formación y a la preparación de todas las familias en nuestra nación.
Estamos siendo testigos del surgimiento de una nueva era, tal y como lo hiciera este gremio académico en 1995. Nuestra creación, esa gesta precursora, que fue tarea de mentes privilegiadas, personajes y pensamientos orientados a lograr una mejor sociedad, individuos conscientes, defensores de la academia y de enaltecer la Educación Superior en Panamá a través de este organismo académico, hace más de dos décadas organizó la cátedra “Cultura de Paz” como una de nuestras primeras conquistas y tres años más tarde el CRP hacía su debut en la Conferencia Mundial de Educación Superior, efectuada en octubre de 1998 en París, Francia, en donde hizo aportes importantes. Esta génesis marcó un compromiso mayor con un objetivo del cual jamás hemos claudicado.
La misión no cesa solo se transforma, el confinamiento y la restricción social y física nos recuerdan las nuevas normas de convivencia pero en esta adaptación, nuestras filosofías deben trascender y materializarse en acciones de esperanza y comprensión; recordándonos que las modalidades de Educación a Distancia y Virtual jamás frenarán la vocación, ni detendrán el aprendizaje de cada panameño, por tal motivo, inyectémosle al confinamiento el germen de la creatividad y el entusiasmo, construyendo con la ayuda de esas modalidades educativas el nuevo Panamá que soñamos, pero con empatía y reciprocidad, ya que tenemos la gran oportunidad de convertirnos en ciudadanos más humanos, capaces de educar y ser educados desde la esencia misma que nos diferencia de las otras especies.
La investigación y la innovación tendrán que ser un factor prioritario, dar una rotación de timón significativa con mirada firme en el futuro, sumado al acelerador de los cambios tecnológicos en sinergia a la adaptabilidad natural ante las nuevas condiciones del mundo y en particular de nuestra Región y mientras más conscientes seamos de este proceso, más fortaleza adquirirán nuestros valores colaborativos, contagiando soluciones innovadoras y creando espacios en los que la eficacia de nuestros equipos será vital para responder a las transformaciones de la economía financiera del país y primordialmente la del saber.
La flexibilidad del sistema educativo universitario y la exigencia en la formación del talento nos están desafiando y exigen de cada uno de nosotros constancia e inversiones, las universidades tendremos que abrir Sedes Universitarias con un alcance multinacional, fortalecer las habilidades naturales del individuo, profesionalizar más a nuestros docentes en el dominio tecnológico, pasar de ser templos del conocimiento poniendo este conocimiento en práctica y estar en la piel de quienes lideran las revoluciones académicas y las investigaciones que contribuirán a mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad.
Es un momento para reflexionar sobre aspectos y entornos en los cuales ha coexistido el diálogo, la exposición y el intelecto, pero que ahora se han acelerado con la responsabilidad de ser críticos y de aportar soluciones.
Ha llegado el momento de reenfocar el proyecto de toda la Educación Nacional en nuestro país, contribuyendo a esta labor de la mano de los sectores empresariales y privados, campesinos, trabajadores y pueblos originarios entre otros, respaldando también las buenas iniciativas gubernamentales y estructurando un nuevo plan del país que aspiramos a desarrollar. Este enfoque estructurado en la calidad, identidad nacional y desarrollo económico serán los pilares contra los profundos e inciertos retos que enfrentaremos, con la confianza y la solidez que identifica la trayectoria de cada una de las universidades oficiales y particulares panameñas.
Nos persiguen los fantasmas de la desigualdad y de la inequidad muy graves e históricamente evidenciadas; Panamá en el Informe de Desarrollo Mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cayó veintiún (21) puntos en relación con el año 2017 ocupando la posición número sesenta y siete (67).
Debemos combatir también la profunda realidad de pobreza multidimensional, poniendo como el mayor rostro visible a la población indígena, seamos conscientes de que de los diez (10) Distritos más pobres del país nueve (9) están ubicados en las comarcas Ngäbe-Buglé, Guna Yala y Emberá Wounaan, igualmente debemos saber que en similares condiciones esta la participación de las mujeres en la educación y en la equidad dentro de la vida profesional panameña.
Este desequilibrio social abre infinitas maneras de abordaje y nos pone en manifiesto el papel de las universidades como miembros activos de la comunidad, con rostro de mujer, de indígenas, de discapacitados y de quienes no tienen acceso a la salud y a la educación.
Debemos fortalecer nuestro vinculo social, que el saber no se enclaustre en las edificaciones de nuestras universidades, sino que celebre y se manifieste en los que tienen menos oportunidades, pero no por eso con menos derechos ni capacidades, ha llegado la hora de democratizar definitivamente el saber y fortalecer el nexo de las raíces del tejido social al cual todos pertenecemos.
Somos y trascendemos por nuestras decisiones y actos, el esfuerzo y la proactividad del CONSEJO DE RECTORES DE PANAMÁ (CRP), quien ha materializado iniciativas y conquistas legislativas históricas, a cohesionado todas las instituciones universitarias en la figura de sus rectores, directivos y colaboradores de estos organismos académicos lo que nos diferencia y nos precede, ese sitial obedece a nuestra responsabilidad y compromiso con cada una de las instituciones académicas y la comunidad en general, ya que es imperativo resaltar esa labor incansable y pertinente por alcanzar la excelencia en la calidad de la Educación Nacional y de la Educación Superior panameña y el desarrollo integral de nuestra nación.
Ante este panorama cobra mayor significado la misión y el compromiso con la sostenibilidad, adaptabilidad y transformación tecnológica de nuestros espacios, reforzando los valores morales, éticos y académicos.
Es por ello que exhortamos a la participación activa, novedosa, imparable y genuina a las universidades oficiales y particulares para que junto a nuestra población seamos más emprendedoras, productoras de conocimientos e incubadoras de ideas, dinámicas y además seamos la vanguardia fortalecedora en las competencias frente al tablero del juego global revestido de nuevas necesidades competitivas, destrezas y habilidades cada vez más afianzadas en el perfil profesional, donde el que posea el conocimiento deberá entender que ese conocimiento no será suficiente si dejamos por fuera las expresiones y dominio de las emociones en los nuevos entornos que deberemos afrontar como sociedad, a partir de este momento.
Es normal que como seres humanos sintamos miedo a lo desconocido y que el aire se nos llene de incertidumbre; sin embargo, debemos y tenemos que estar convencidos de que, en los periodos de crisis que padecemos no hay fuerza más potente que la que nos otorga la voluntad humana con la que contamos, la cual está muy bien representada en las figuras de un docente comprometido con sus alumnos, en la de unos padres de familia con el corazón enardecido al observar y celebrar junto a sus hijos la culminación de sus estudios, en los empresarios orgullosos al ver prosperar sus proyectos e inversiones y en la de los campesinos al ver brotar de la tierra los frutos y productos a cosechar obtenidos con el esfuerzo de su trabajo y sudor.
La humanidad posee en sus genes, la herencia de la lucha obrera y profesional, la determinación de nuestras mujeres, la fortaleza de nuestros aborígenes y trabajadores y la firme convicción de la juventud por transformar la sociedad en la que vivimos.
Finalmente, debemos dejar bien claro y somos conscientes de que al surgir y padecer algunas de las crisis que llegan a nuestras vidas; no saldremos, ni superaremos las mismas si no, nos convertimos en hombres y mujeres qué trabajamos acompañados de nuestros principios, con ética y honradez certificadas y siendo ciudadanos creyentes del poder que se nos da como personas preparadas y capaces y sobre todo cuando encontramos a nuestra niñez y juventud con un espíritu inexpugnable al soñar con convertir a nuestro país en un mundo mejor, próspero, desarrollado y con calidad de vida para la satisfacción y usufructo de todos los que aquí habitamos.
Dado en la ciudad de Panamá, a los dieciocho (18) días del mes de mayo del año dos mil veinte (2020).