Mañana Panamá estrenará gobierno, uno que ha dado luces de su compromiso con la construcción de un mejor país. Los desafíos, en materia de economía, educación, política, justicia, social, salud, ambiente e inmigración, -ya algunos antiguos y repetidos a lo largo de los años- deberá enfrentarlos con mirada larga y no sólo tomando en cuenta el país que dejará en 2029, sino en que se pueda continuar con lo logrado. La tarea que le espera probablemente no será fácil y dependerá de que su equipo designado dé la talla. Esta nueva administración, que nació el 5 de mayo y pese a quien le haya dado respaldo, se convertirá en un gobierno para todos. Una premisa que el presidente electo, José Raúl Mulino, en su discurso de victoria enfatizó y demostró en los días de transición. A los jóvenes políticos - que han decidido involucrarse- también se les dió su voto de confianza. Sean de un partido tradicional, nuevo o independientes se volcaron a participar con entusiasmo y capacidad crítica, con el objetivo de generar cambios contundentes: el pueblo creyó en ellos. Aunque la juventud no es garantía de que ofrezcan políticas certeras hay que reconocer que estos nuevos líderes tienen ideas limpias, frescas, innovadoras y que demuestran un gran interés en el cambio de gestión de las políticas públicas. Los panameños necesitan planes reales y de ejecución factible, auditables y transparentes para un país que ha enfrentado graves problemas que impiden su desarrollo. No hay duda de que los panameños sienten esperanza y optimismo y además estarán pendientes de quién hará sacrificios y quién estará dispuesto a defender los intereses colectivos. Que impere el servir bien por el Panamá que todos anhelamos.

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