Gran parte de la discusión en torno a la salud en Panamá parece estar enmarcada en los servicios sanitarios de carácter curativo. Los pacientes buscan atención cuando ya presentan dolencias, atrapados entre ir a instituciones públicas disfuncionales como la Caja de Seguro Social y el Ministerio de Salud (Minsa) o atenderse en la medicina privada bajo precios exorbitantes para un ciudadano con un ingreso promedio. ¿Dónde queda la atención preventiva? Es decir, recibir servicios médicos cuando se está sano para evitar terminar en una fase curativa, mucho más costosa para el paciente y el Estado. Datos de la OMS confirman que la inversión en control de enfermedades no transmisibles puede representar un ahorro enorme para los países y mejor calidad de vida de la gente. Este 29 de septiembre, Día Mundial del Corazón, fecha que busca promover la prevención de las enfermedades cardiovasculares, nos recuerda que cifras del Minsa hablan de que el 43% de las muertes registradas en el país tenían que ver con este tipo de padecimientos. Pensemos en el futuro, gastar en prevenir es invertir en salud; cuidar la salud de la población es garantizar las capacidades de Panamá para mover su economía e impulsar el desarrollo.

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