• 30/10/2014 01:00

Hablando de valores...

¿cómo podemos criticar a nuestros vecinos si no hemos podido enseñarle valores a nuestros propios hijos?

Hace varios años atrás, mientras vivía en EE. UU., apareció en El Nuevo Herald de Miami, un artículo mío que había titulado ‘Pongamos los valores de moda otra vez’, donde hacía énfasis sobre aquellas costumbres que aparentemente habíamos olvidado y que infortunadamente no habíamos enseñado a nuestros hijos. Hoy he considerado oportuno volver a escribir sobre el tema y, en esta ocasión publicarlo en mi país, cosa que en aquellos tiempos nos era vetado.

En esta ocasión hago mi llamado a la reflexión en un tono un poco más alto, pues aunque estoy convencido de que no todo está perdido, sí creo que lo que tenemos por delante no es fácil. En aquel entonces mi hija mayor tenía escasamente un año de edad y parece mentira que hubiere celebrado su quince años recientemente. Hoy, al verla a ella y a sus amigos, me detengo a pensar sobre lo que ha sido nuestra función como padres de familia. Confieso, con el mayor respeto, que me da la impresión de que hay muchos padres que no han hecho muy bien su trabajo. Es entonces que me pregunto ¿cómo podemos criticar a nuestros vecinos si no hemos podido enseñarle valores a nuestros propios hijos?

¿En dónde quedó la costumbre de saludar con un ‘buenos días, buenas tardes o buenas noches’ al llegar a un lugar? Y ¿dónde quedó la práctica de dar las ‘gracias’ por un favor recibido? Y hablando de favores ¿por qué no seguimos pidiendo algo utilizando el tan sonado ‘por favor’? ¿En qué momento desapareció la costumbre de los caballeros cuando al caminar sobre la acera, debían hacerlo por el lado más cercano a la calle? O peor aún, ¿por qué no seguimos practicando la costumbre de cederle el asiento a una persona mayor, dama o niño en un autobús?

Si el Sr. Carreño, aquel que escribió el famoso librito de Urbanidad, nos acompañara en nuestro país, se pondría a llorar de lo descompuesto que pareciera estar nuestra sociedad. Imagínese usted: legisladores que se lían a golpes públicamente, funcionarios importantes que utilizan un lenguaje poco correcto para la alta magistratura de la cual están investidos (cuando usan el poco sonoro ‘más sin embargo’, por ejemplo), líderes sindicales que se vanaglorian de no cumplir las leyes ‘como único método de protesta’ a favor de su propia causa, jóvenes que ‘invitan’ a una amiga al cine, pero ellas deben pagarse su propia entrada, señoritas que fuman, beben y lo que es peor, se emborrachan en público sin el menor rubor.

Los únicos culpables de todo esto somos nosotros, ¡los padres! Somos culpables cuando no enseñamos ni practicamos valores. Había un anuncio de TV que terminaba preguntando: ‘¿Sabes tú dónde están tus hijos?’: Las palabras puntualidad, honestidad, honradez, ética, responsabilidad, pareciera que se han borrado de nuestro diccionario. Qué tristeza...

Amigos, una vez más los exhorto a poner la cortesía de moda otra vez, cuando manejamos, al atender a quienes nos prefieren con sus visitas a nuestros locales, cuando vamos a la escuela, cuando salimos de compras, etcétera.

En este centenario, mostremos al resto del mundo que en Panamá somos ‘Puente del Mundo’ y ‘Corazón del universo’ no solo con la fiesta y la parranda, sino practicando los buenos modales y destacándonos por nuestra cortesía. No cerremos la puerta y juzguemos ‘a priori’; votemos a favor de alguien, no en contra de todo. Usemos nuestra inteligencia y empecemos a practicar esos valores cívicos y morales de los que tanto hemos escuchado votando y haciéndolo con conciencia, ¡por nuestra querida Panamá!

*COMUNICADOR - ROTARIO. —COMISIÓN DE VALORES DEL CLUB ROTARIO PANAMÁ.

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