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- 02/11/2024 00:00
Sobre el confucianismo o la doctrina ‘Ru Jia’
La relevancia e impacto global de la República Popular China es innegable; no obstante, casi siempre el énfasis de dicho impacto se limita a la aportación que ofrece el gigante asiático dentro del plano económico.
Si bien es cierto que China es hoy la mayor potencia económica (o está cerca de serlo), con lo cual a futuro nuestra nación deberá tomar en cuenta este hecho (algo que, por cierto, ya realizamos), no deberíamos limitar nuestro acercamiento hacia Pekín exclusivamente dentro de los ámbitos financieros, monetarios y similares.
Esta nación asiática representa mucho más que su poderío económico y geopolítico, también nos ofrece un vasto abanico de aportaciones culturales que van más allá de la dimensión económica que parece ser, casi siempre, el ámbito de interés preferido de nuestros gobernantes para vincularse con el gigante asiático.
Esto último es relevante porque precisamente dichas aportaciones culturales nos permitirían tener una comprensión más profunda de China, y ello, a su vez, enriquecería aún más nuestros lazos con esta nación. En este sentido, el objetivo de este breve artículo y de otros por venir, consistirá precisamente en dar a conocer ese vasto legado que nos ha brindado a toda la humanidad esta nación asiática.
Dado que mi especialidad radica en el campo de las humanidades, y más específicamente en los estudios filosóficos, considero obligatorio referirme a algunas de las principales reflexiones filosóficas cuya gestación han tenido lugar en suelo chino. Empezaré refiriéndome al confucianismo, aunque cabe aclarar que requeriré de futuras entregas para poder brindar un panorama más acabado respecto a esta compleja corriente filosófica y religiosa, la cual también puede ser entendida como una filosofía de vida o un sistema de valores bien delimitado.
En principio podemos señalar que esta corriente de pensamiento se encuentra sujeta a la figura de Confucio. Alrededor de dos mil quinientos años atrás, este individuo nació dentro de una familia aristocrática dentro de un pequeño estado llamado Lu, en el este de China. Durante su vida, este hombre dedicó sus esfuerzos “hacia una meta cuya realización sabe que es imposible” (Analectas).
La razón de ello respondía a la época que le tocó vivir; se trataba de un ambiente caótico que provocó la erosión del modelo de organización política y social previo. Frente a este panorama, este pensador intentó llevar adelante la antigua tradición, creyendo que a través de ella era posible configurar una sociedad más justa y virtuosa. Fuera de estos datos biográficos, que seguramente serán accesibles para cualquiera que haga una rápida búsqueda en internet, quiero enfocar este primer artículo sobre un dato que quizás sea menos conocido; concretamente sobre el término ‘confucianismo’.
El origen de este término puede hallarse aproximadamente en el siglo XVI. Fue empleado por primera vez por los jesuitas que se encontraban para entonces en el gigante asiático. Debido a que provenían de una tradición distinta a la china, la cual comprendía la vida intelectual en términos de sistemas, esta orden religiosa europea transmutó la tradición de los eruditos chinos en un ‘-ismo’, ergo, surge el confucianismo.
En este sentido, la palabra ‘confucianismo’ es una denominación inapropiada para la tradición que normalmente se conoce como ‘ru jia’, ‘ru jiao’ o simplemente ‘ru’. Ciertamente, Confucio desempeñó un papel clave en el desarrollo de esta tradición, la cual, por cierto, se originó mucho antes de su época.
‘Ru jia’, ‘ru jiao’ o ‘ru’ puede ser traducido como la doctrina o la tradición de los eruditos. Dado que no es precisamente una creación de Confucio, es necesario retroceder en el tiempo. De acuerdo con un pensador de la dinastía Han, Liu Xin (¿? – 23 d.C.), la formación de ‘ru’ se encontraría en los primeros años de la dinastía Zhou (1100 – 256 a.C.).
Según este autor, esta tradición se caracterizó por su devoción a los seis clásicos. Esta noción nos remite a una serie de textos con una gran significación religiosa, filosófica y política; estos son: el Libro de la Poesía, el Libro de la Historia, el Libro de los Ritos, el Libro de la Música, el Libro de los Cambios y los Anales de Primavera y Otoño. A su vez, esta tradición enfatizó la práctica de las virtudes ‘ren’ y la rectitud ‘yi’; ambas se ejercitaban por medio de rituales elaborados por los sabios y monarcas del pasado, los cuales, para Confucio, eran sus maestros. No obstante, cabe aclarar que la identificación de la tradición ‘ru’ con las aportaciones brindadas por Confucio (así como la de sus discípulos) -lo que en Occidente llamamos confucianismo- sería reconocido como una corriente de pensamiento propia y autónoma mucho tiempo después.
Lo anterior implica que, si bien Confucio y sus discípulos se nutren de la tradición del ‘ru’, estos terminaron por expandirla y configurarla en algo novedoso con respecto a su origen. En futuras entregas ahondaré más sobre estos elementos, especialmente, respecto a cómo ellos nos acercan a una comprensión más profunda de China y su rica cultura.