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- 17/01/2023 00:00
Unificación euroasiática, una mirada al pasado reciente
La crisis de Ucrania tiene diversos matices. Uno de ellos, el más reciente, la reunión y encuentro extraoficial de los líderes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), integrada principalmente por Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán, Uzbekistán y Rusia. Esta asociación cuenta con una población de más de 240 millones de personas (Sputnik News, 2022).
El Tratado de Belavezha (8/12/1991), Protocolo de Almá-Atá (21/12/1991), Carta fundacional (22/01/1993), Tratado de Libre Comercio (20/09/2012), definen, desde la década del noventa, los tipos y formas de asociación en la CEI. El desarrollo jurídico e institucional busca, en ese escenario, asegurar el control y la integración de la región eurasiática (Arregi Carneros, 2004). Que se configura a partir de la desintegración soviética y el desmembramiento del Estado atrápalo todo.
Con la disolución del socialismo soviético a partir de la perestroika y el glásnost, emerge un mecanismo de interacción que asegura el desarrollo de políticas que promueven la seguridad, el comercio con un soporte jurídico que unifica los intereses en la región eurasiática. Según The Post-Soviet Transition: Constitutional Structuring and Political Reality, esta es una de las expresiones de la separación del partido comunista de la administración pública y sobre todo de la dirección del Estado, con los subsiguientes dilemas en la forma de gestión y la gerencia de las políticas públicas, tanto a nivel regional como internacional (Abramova y Vilisov, 2020).
La Comunidad de Estados Independientes, como se denominó, es un organismo supranacional que asegura intereses comunes con base en una relación histórica. Que no está exenta de diferencias en los puntos de vista. Tal como señala el líder ruso, Vladímir Putin, en la CEI existen “divergencias”, pero también disposición “a cooperar”. Por lo cual, los vínculos internacionales, las estrategias de defensa y la seguridad colectiva tienen prioridad, hasta la actualidad. En especial en el caso del mantenimiento de la seguridad y la estabilidad en la región (Telesur 2022).
En el conjunto de Estados independientes, las economías más desarrolladas incluyen a países como Rusia, Kazajistán, Bielorrusia, Uzbekistán y Azerbaiyán. Es decir, la interacción con Rusia determina la composición de las relaciones político-económicas. Para Sara Delgado, en el artículo ¿Qué es la Comunidad de Estados Independientes?, el proceso de integración económica lo completan la unión aduanera y el espacio económico euroasiático (EOM, 2022).
Los acuerdos de integración económica en la región aseguran el ciclo de exportaciones e importaciones. Con ello, los vínculos culturales e históricos dieron paso a un intercambio entre estilos de desarrollo con aspectos comunes y niveles desiguales de desarrollo que limitan su escalamiento y ampliación hacia los países BRICS. Un tema siempre presente en la política exterior de la eurozona y sus acuerdos selectivos.
El ingreso de países de distintas regiones al entramado de relaciones de los países BRICS representa una oportunidad para la CEI. Porque la recomposición de las economías a nivel mundial denominada “desglobalización” puede ampliar la capacidad de desarrollo emergente de la región euroasiática en la medida en que se diversifican sus exportaciones y se fortalecen sectores y actividades económicas.
De hecho, la recomposición de la relación de los países BRICS con otras economías especializadas en la explotación de materias primas, tiene como contraparte los necesarios ajustes en la interacción entre los países de la CEI. Con el objetivo de establecer canales y conexiones económicas que reduzcan la presión económica de Occidente hacia la región euroasiática, que finalmente resultó ineficiente para paralizar la economía rusa.